El amor gay es una tragedia en las calles de Ezpeleta

El director José Campusano, de Quilmes, filmó "Vil romance", una película que refleja el conflicto de los amores traumados. "No tengo mucha empatía con la gente cómoda, que no arriesga".

“Vil romance” es una película sobre amor homosexual, con ingredientes universales: traiciones, celos, conflictos. El film se desarrolla entre Ezpeleta, Florencio Varela y Berazategui y ya genera polémica, no sólo por su temática, sino también por sus escenas altamente explícitas.

El director es José Celestino Campusano, un quilmeño de 45 años cuyos filmes se caracterizan por mostrar la vida en los márgenes mediante situaciones verosímiles,  lenguaje literal y relaciones sexuales.  Así lo hizo en “Bosques”, “Legión” y “Vikingo”, sus otros tres largometrajes.

 

¿Por qué aparece en su filmografía esa fascinación por el Conurbano?
Para mí el Conurbano no es para nada inhóspito. Es un lugar al que entro con mucha facilidad, me instalo y puedo filmar con todo tipo de libertad. Generalmente, no convoco a actores. En el Conurbano tengo millones de protagonistas y rincones posibles donde instalar la cámara. Es gente que conoce los códigos de convivencia. No hay que explicarles mucho, porque ya tienen todo tallado en el alma. El contenido que expongo, no sale de supuestos: la vida misma lo propone, y para mí es mucho más apasionante. El tema es no filtrarlo, dejar que aparezca con la fuerza que la vida lo propone.

¿Por eso muestra la realidad de una forma tan cruda?
Eso depende del ojo del que lo ve, es una crudeza muy relativa. Estoy seguro que suceden cosas mucho más diabólicas y terroríficas de lo que nosotros exponemos. Todo depende del cristal con que se mire.

¿Por qué se decidió a tocar el tema del amor gay?
No tengo mucha empatía con la gente cómoda, que no innova, se protege y no arriesga. Toda mi vida le puse el cuerpo a las experiencias y no me arrepiento de eso. Me encanta ver la vida de esa forma, y para mí los homosexuales son muy de esa línea explorativa. Siempre elijo en mis películas el periplo de gente que arriesga.

¿Cree que en el Conurbano hay más prejuicios con los gays que en las grandes ciudades?
No, creo que las grandes ciudades se parecen y comparten determinados vicios y limitaciones. Yo encuentro mucha vida en todo lo que es la periferia. El Conurbano tiene la población de dos países como Irak. Hay muchísima gente fabulosa, mucha riqueza humana. El hecho de estar en este espacio, de por sí te inspira.


¿Recibió alguna crítica o amenaza a raíz de las escenas explícitas de la película?
No, para nada. Un periodista francés también me preguntó si habían querido censurarme. Pero no apareció nadie con esos ánimos hasta ahora.

¿Es verdad que tiene un negocio de aberturas en Berazategui?
Yo subsisto hace muchísimo tiempo a través del vidrio y las aberturas. Este es mi noveno comercio, empecé muy precariamente.

Pero siempre con la dirección de cine como pasión…
Mi devoción y mi amor por el cine son absolutos. Es por el respeto que tengo por el discurso cinematográfico que recurro a estos contenidos. No me permito andar falseando ni sigo las cosas fáciles. Voy a hacer los temas todo lo difíciles que haya que hacerlos, sino no estoy cumpliendo mi cometido.

¿Ese cometido se cumple a través de su productora?
En la productora tenemos un apoyo tan masivo de la comunidad, tanto en el suministro de locaciones y vehículos, como de personas, que filmamos con el pueblo, es muy comunitario. De ahí surge un cine completamente participativo y vigoroso, que aparte gusta.

¿Cómo es trabajar en cine argentino desde el ámbito independiente?
Si pudiera transmitir con palabras aunque sea una cuota de este sacrificio… Es impresionante. Tenemos que lidiar con toda una serie de factores burocráticos, que a otros le podrían amilanar el ánimo. Pero a mí no, para nada. No tengo la intención de hacer otro tipo de cine, porque es la forma de dejar un testimonio claro y genuino de nuestro paso por este plano. Hay cuatro herramientas de cabecera en nuestra filmografía: el azar, el riesgo, la incertidumbre y la composición colectiva. Todo relato que no tenga estas cuatro herramientas, se convierte en otra cosa.   

 

 

El cineasta estudió su carrera en una escuela de Avellaneda, y ahora tiene su propia productora, Cinebruto, junto a tres socios en Berazategui.

Su nuevo trabajo – que se estrenó esta semana en los cines – está basado en una historia real y tiene como protagonistas a dos hombres que se conocen en una estación de trenes: Roberto, un joven homosexual sin ocupación conocida y, Raúl, un cincuentón de aspecto salvaje y sórdido, que vende armas y se niega a renunciar a su aparente heterosexualidad. Mientras Roberto vive con su madre y su hermana, Raúl sobrelleva una separación conflictiva.

Ambos entablan una charla, hasta que Raúl lo invita a su casa. Ese será el puntapié inicial para una tormentosa historia de amor en la que la violencia, la pobreza y la promiscuidad se exponen de modo frontal.

El filme cuenta con las actuaciones de Nehuen Zapata, Oscar Génova, Marisa Pájaro y Javier De La Vega. Entre los premios que ganó, se destacan el del Festival Nacional de Cine y Video “Río Negro Proyecta” y el 21º Encuentro de Cine Latinoamericano de Toulouse, Francia.

Con “Vil romance”, Campusano vuelve a hacer, libre de toda dimensión moral, una disección del mundo profundo de las calles del Conurbano bonaerense. Mundo que, según sus propias palabras, conoce a la perfección.