La cuenta de Instagram de la Policía islandesa muestra constantemente alegres fotografías propias y de turistas y que causaron sensación en la red. Este es el testimonio de un agente que relata cómo es ser miembro de la fuerza en el país más seguro del mundo.
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"En 21 años de servicio he utilizado el aerosol [de pimienta] tres veces, y la porra, como máximo cinco", confiesa Johann Karl Torisson, un oficial de alto rango de la policía de Reikiavik a la revista Esquire.
Según recuerda, la experiencia más increíble de su trabajo fue en 2008, cuando Islandia cayó en bancarrota y la gente salió a protestar: los manifestantes de repente se calmaron y comenzaron a darles flores a los policías y a introducirles rosas en los escudos.
Aunque Torisson no califica el trabajo policial en Islandia como fácil, reconoce que en un país con una población de 320.000 habitantes, hay muchos menos crímenes: desde 2000 sólo hubo 26 asesinatos, en la mayoría de los casos domésticos. "No tenemos asesinos en serie, maníacos. Yo nunca en mi vida he llevado un caso de asesinato", dice el policía. "Creo que la seguridad es parte de nuestra cultura", subraya.
Torisson explica que en Islandia no existe el concepto de "robo de automóviles": en cambio hay "préstamo ilegal. Es imposible robar un coche porque no tienes a donde ir".
Normalmente, los automóviles ajenos suelen ser tomados para dar un paseo, robar algo, o simplemente para ir con urgencia a un lugar. Luego el coche se deja en un lugar y policía lo devuelve a su propietario.
Además, el oficial recalca que en todo el país hay sólo seis prisiones, donde están recluidos alrededor de 400 personas. Cuatro prisiones son para quienes cometieron delitos económicos, y están abiertas: los presos pueden salir por unas horas al día, cocinar sus propias comidas, cultivar verduras en el huerto.