Travestis amenazados: "Te matamos porque sos puto"
Cuando se disponía a hacer su trabajo a Zoe le pegaron un tiro. El difícil oficio de ser transexual y prostituirse. Violencia, insalubridad y discriminación.
El reclamo es vasto y justo, no muy distinto a lo que cualquier persona puede reclamar, y no dista de lo que garantiza la constitución. Sin embargo las travestis y miembros de la llamada comunidad Trans debieron organizarse y agruparse para ser escuchadas. Sin viviendas, sin trabajos formales e inmersas en ámbitos violentos, tratan de hacer escuchar su voz.
Diana Sacayan, coordinadora del Movimiento antidiscriminatorio de Liberación
Representante Trans para el Cono Sur (ILGA-LAC) explicó a 24CON cuales son las principales falencias. La vivienda digna es el primer problema que nombra, “hicimos marchas, presentamos proyectos, mostramos los casos de emergencia, compañeras con VIH que no tienen casa”.
“Vivir en un lugar que no es propicio para vivir, una casa de troncos y nylon, ese es el problema, presentamos cinco casos de emergencia, y no nos respondieron, en el plazo que pasó desde que iniciamos el reclamo hasta hoy, ya falleció una de las chicas VIH” explica Sacayan quién también aclaró que siguieron todos los pasos legales para conseguir ser incluidas en el Plan Federal de Viviendas, pero sin embargo no consiguieron nada ya que la discriminación se hizo presente hasta en la burocracia administrativa, “el mayor escoyo es que uno de los requisitos para el plan de viviendas es tener una familia formalmente constituida, cuando la ley no permite las uniones entre personas del mismo sexo”.
Otra problemática, quizás la más grave, son los llamados crímenes de odio. Ataques, disparos y golpes a los que son sometidas las travestis. Muchas de las travestis, ante un panorama laboral adverso, encuentran la salida hacia la prostitución, este oficio las expone a la noche y la calle, con los peligros que conlleva, sin embargo a diferencia del resto de la población son blanco del ataque de la discriminación llevada al extremo.
Sacayan cuenta de innumerables casos en que las travestis son atacadas, recuerda el caso particular de Yesica que en 1996 fue arrojada desde un móvil policial en movimiento quebrándose los brazos y las piernas y que cuando se recuperó de las heridas y volvió a trabajar fue secuestrada y apareció muerta en el río reconquista.
Otro caso fue el relatado por Sacayan en “El Teje”, el primer periódico travesti latinoamericano, y cuenta el trágico episodio que le tocó vivir a Zoe, una travesti que trabaja sobre la Ruta 3 entre el kilómetro 28 y 29, una de las zonas donde más ataques se han registrado: “Ella tiene veintidós años y el martes 31 de marzo salió como todos los días para ir a trabajar. Cuando llegó a la estación Independencia que es una de las paradas del ferrocarril General Belgrano entre Laferrere y González Catán, se le acercó un supuesto cliente. Le pidió que le hiciera un servicio. Arreglaron el precio y caminaron hacia el fondo de la estación de trenes, al costado de las vías. Un lugar discreto, todo oscuro.
“Cuando me dispuse a atenderlo —me cuenta Zoe— me di cuenta de que se llevaba las manos a la cintura como si buscara algo pero cuando miré, vi que tenía un revólver y quise salir corriendo. Al darme vuelta, otro tipo que apareció de la nada se me puso enfrente, yo quise correr, me persiguieron, alcanzaron a agarrarme del pelo y me tiraron al piso, comenzaron a golpearme y a sacarme la ropa. Cuando me quisieron sacar las zapatillas yo me resistí, entonces me levanté e intente sacarle el arma”.
Forcejearon por unos segundos, después Zoe sintió el sonido de un disparo. Recostada en la cama, con una mano apoyada en la sien, relata los hechos con una voz casi quebrada. Su mirada muestra algo de rabia, como si aún persistiera el trauma de lo sucedido. De repente se incorpora, camina de un lado a otro, como si llegar al instante del disparo la pusiera nerviosa. Prende un cigarrillo, desconecta la radio desde donde se oía el canto de una cumbia de fondo y luego de unos instantes retoma el relato.
“Yo comencé a gritar: ¡¡¡Me pegaste un tiro!!! A los pocos segundos, empecé a sentir la sangre caliente que chorreaba por la cintura, entonces ellos salieron corriendo. Traté de ponerme la ropa como pude, yo nunca perdí el conocimiento, sentía mucho dolor pero llegué a duras penas hasta la parrilla que está al costado de la Ruta 21, en la parada de los colectivos. La mujer que trabaja ahí me conoce, entonces le pedí ayuda. Ella llamó a un patrullero. Los policías llamaron a una ambulancia, pero como yo me daba cuenta de que no llegaba, empecé a desesperarme del dolor y les pedí por favor a ellos que me lleven. Me acercaron a una sala pero ahí no había anestesista, entonces me tuvieron que llevar hasta el hospital del km 32, el hospital Evita.”
Los relatos de violencia contra las travestis tienen similitudes, el odio, la discriminación es el motivo común, el miedo a lo distinto, lo desconocido, la imposibilidad de aceptar lo diferente. Según sacayan “la gente mata porque no tolera, no puede vivir con las diferencias. Te matamos porque sos puto. Porque el trans no concuerdan con la doctrina heterosexual. No todo el que discrimina mata, pero la discriminación alimenta el odio” finalizó.