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En la clínica cuyo objetivo primordial es la resolución del conflicto de consulta y la posterior estabilización del paciente, la información escasea. Del mismo modo en que fue tratada la internación de un tal Charly García en dicho lugar hace aproximadamente un año, con el cantante de Intoxicados tampoco habrá partes médicos ni conferencias de prensa. Sólo se darán a conocer –por escrito- los datos que la familia desee suministrar.
Copas, vicios y excesos. Rockero, talentoso, vivió siempre el filo de la cornisa; mayormente despreocupado de sí. En el último tiempo parecía haberse anoticiado de su estado crítico y por eso "fui a internarme varias veces, pero me daban tratamientos para cocainómanos y, si hablamos de drogas, yo soy adicto a las más grandota. O sea, al crack, a la pasta base. Entonces, me fui; qué iba a hacer", aseguró tiempo atrás. El resultado queda a la vista. Su adicción aún late.
Similar a las mencionadas, sensible diferencia respecto de la última vez -su hermano le hizo el cuento del tío y lo dejó en un nosocomio psiquiátrico-, Pity autorizó la nueva internación. Acompañado por algunos seres queridos, esperó el arribo de la ambulancia, que lo trasladó a la clínica Dahrma (Parque de Los Patricios). La desafortunada bajada del vehículo, con el chaleco de fuerza puesto y gritando sin cesar, fue la última imagen pública de su persona.
"Su futuro hoy día es indescifrable, más con él", dijeron allegados suyos al diario digital del Conurbano. Explicaron que "el proceso de rehabilitación comienza en la clínica donde está pero debe continuar con suma responsabilidad de su parte, y en otro lugar por que Dharma no se especializa en tratamientos a largo plazo".
Desde el viernes último sólo pueden verlo familiares y amigos, autorizados por ellos. El mundo Pity se redujo notoriamente. Alejado -al menos por el momento- de los círculos viciosos que solía frecuentar, quien consigue verlo con mayor frecuencia es la enfermera del lugar.