Cuando en febrero de 1996 José Luis Cabezas develó en revista Noticias el misterioso rostro de Alfredo Yabrán se derrumbó un símbolo del poder oculto en las sombras. La dinámica de ese proceso -que terminó con el suicidio del empresario menemista - tuvo un punto altísimo en una entrevista que Mariano Grondona le hizo a Yabrán. Esa noche el amigo de Menem confesó que a su juicio "Poder es tener impunidad".
La frase entró en la galería de las confesiones más crudas de la historia argentina.
Un alumno aplicado de Yabrán podría ser el senador provincial Santiago Carreras.
Poder e impunidad son dos conceptos que le calzan "Taylor Sale". Camporista rabioso, aprovechó su cercanía a Máximo Kirchner para convertirse en el coequiper político de Alejandro Burzaco en Torneos y Competencias. Todo político con aspiraciones de aparecer 15 segundos en las transmisiones futboleras firt class del tipo Boca-River o Selección, tenía que dejar el diezmo para la caja chica de la S.A. Burzaco-Carreras. Por lo menos así fue hasta que uno de los "socios" (Alejandro Burzaco) cayó preso en los Estados Unidos cuando el FIFA Gate detonó y se llevó a la cárcel a la plana mayor del corrupto sistema que manejo el fútbol internacional. Con su coequiper primero detenido y luego con domiciliaria en Brooklyn previo pago de 21 millones de dólares, Carreras siguió la hoja de ruta de Yabrán y se mimetizó con el paisaje.
Un solo poncheo televisivo sentado en su platea baja -en el Superclásico de 2018 en la Bombonera- en pantalla se contabiliza como la única "aparición pública" de Carreras. El panel televisivo pareció un mensaje mafioso o una advertencia a sus rivales en la interna boquense. Para cuando el FIFA Gate comenzaba a ceder su intensidad y Burzaco salía poco a poco de las páginas policiales, Santiago Carreras volvió a jugar con fuego. Esta vez, por ser corporativo y tratar de defender la indefendible conducta de su amigo y compañero camporista Jorge "el loco" Romero, acusando por una militante de abuso sexual. Romero, con un largo historial de violencia y abuso de género, encerró a la joven en un baño y la obligó a practicarle sexo oral.
El escándalo llegó a la Legislatura y pese a la cerrada defensa de Carreras (nunca ante los medios, siempre puertas adentro del recinto), el "loco" Romero se vio obligado a renunciar y perder su dieta. Esta vez, Carreras no logró imponer su cuota de impunidad. Pero por lo menos siguió operando en las sombras. Hasta nuevo aviso o hasta que las luces de los medios lo iluminen.
Después de impunidad. Desde la misma Cámpora llegó la orden de arrojarlo a la jauría a Romero y semanas más tarde se decidió -puertas adentro de la organizacion- no permitir que Carreras tuviera chances de renovar su banca.