Pero su felicidad es tanta que lo desborda y decide ir por más. "En el primer recreo, antes de que llegue alguien, bajé al patio, saqué la bandera argentina del mástil y puse la de Boca. Tardaron diez minutos en darse cuenta que había sido yo porque era el único enfermo que podría haber hecho algo así. Ese mismo día la citaron a mi vieja, que es más fanática que yo, para contarle y ella respondió: '¿Qué quieren que haga si es un enfermo de Boca?'. La directora se cagaba de risa", rememorando la mayor locura que hizo por el club de sus amores.
Juan Pablo tiene ahora 31 años, una doble felicidad en tránsito y un padecimiento inesperado. El viernes 9 de noviembre se casará por civil con Soledad Pereyra (30), su compañera desde hace más de una década y la madre de sus dos hijos: Nehuen (9) y Raiquen (1). Dice que la idea de casarse siempre estuvo aunque no haya sido un objetivo y que el año pasado, mientras ella lavaba los platos, surgió la propuesta: "¿Y si nos casamos?". "Para nosotros no deja de ser un papel, no cambia nada porque hace mucho que estamos juntos, pero siempre dijimos que si nos casábamos, iba a ser con fiesta. Y elegimos el 10 de noviembre para el festejo porque ese día se cumplirán once años desde que nos conocimos", cuenta este periodista que trabaja en la programación del canal TNT Series.
Lo que ni la pareja ni nadie previó es que con la llegada de Boca y River a la final de la Copa Libertadores, la Conmebol pasaría las fechas de las definiciones de los miércoles 7 y 28 de noviembre a la noche, a los sábados 10 y 24 del mismo mes a la tarde. Sí, el mismo día de la ceremonia y la gran fiesta.
"El partido es a las 16 y nos casamos a las 20. Pero a las 17 tengo que llevar a Soledad al salón para que se cambie. Lo primero que me dijo fue: 'para mí no deberías verlo'. Me reí y le dije: 'vos estás en pedo'. Le pedí que se reservara un remís, pero no quiere. Estoy negociando, quizás la pueda llevar alguien más, pero está complicado. Desde entonces no volvimos a tocar el tema. Que se cambie la fecha es lo mejor que me puede pasar", plantea Juan Pablo. La fecha del partido, obvio. "El casamiento no se posterga de ninguna manera. Lo planeamos hace un año", aclara el novio con corrección política ante la posibilidad de que los partidos pasen a disputarse los domingos 11 y 25 de noviembre.
Mirabile se enteró del por entonces posible cambio de fecha por un amigo, justo la mañana siguiente de que Boca sellara su pase a la final del torneo de clubes más importante del continente: "El miércoles me acosté tranquilo. Cuando me despierto el jueves, veo el mensaje de un amigo con la chance del cambio de día y me empecé a poner nervioso. Menos mal que se juega más temprano. Si hubiera coincidido la hora, hubiera tenido el cuerpo en la parroquia y la cabeza en el partido. Habría sido salir de la iglesia y seguirlo como pudiera, llegar al salón y mirarlo en algún lado. Una locura".
Soledad ya está acostumbrada a esa locura. Se conocieron en un chat público de internet un sábado de veda electoral y nunca más se separaron. A los dos años nació Nehuén, al siguiente se fueron a convivir y desde entonces atravesaron todas, buenas y malas, juntos. "Hace cinco años perdí a mi mamá por un tumor y más o menos para esa fecha Soledad estuvo con ataques de pánico. Nos pasaron cosas feas, pero que con el tiempo nos fortalecieron. Hace dos años nos estabilizamos y hace uno nació Raiquen. Por eso también el casamiento es una manera de celebrar para nosotros", relata el fanático boquense sobre su (otra) historia de amor.
Juan Pablo no es socio y por eso no suele ir a la cancha. Explica que le gusta "vivir" los partidos por la tele, en su mundo, como un desaforado. Soledad ya sabe que en esas dos horas no tiene sentido comentarle nada. "Ella se bancó muchas cosas. Hubo épocas en que no entendía que me pusiera tan mal por un partido, o que no nos viéramos porque yo estaba en la cancha, o mirando a Boca. Cuando no estoy trabajando, estoy todo el día con la camiseta de Boca puesta. Voy así a los cumpleaños de mis amigos, a las reuniones familiares, Navidad, año nuevo. Ahora hace mucho que se acostumbró. Ya no me da bola. Sabe que cuando termina el partido vuelvo a ser yo", admite quien estuvo a cargo de "Mundo Xeneize", un programa de radio partidario.
De haber podido ir a presenciar la Superfinal a La Bombonera, Mirabile dice que igualmente no lo haría porque hay que respetar cábalas. No fue a los partidos decisivos anteriores y por eso no iría a este. Y le pide lo mismo a todos los hinchas de Boca que estén en su situación. Tampoco hará promesas ni apuestas porque acepta que cada vez que intentó algo así, al Xeneize le fue mal.
Hay un temita más. La final de vuelta de la Copa Libertadores enganchará a la familia en plena luna de miel. O peor: "Si se juega el sábado 24 como está previsto, el partido lo voy a mirar en el hotel porque es el último día antes de volvernos. Ahora, si se pasa al 25, estuve haciendo cuentas y si llega a haber alargue o penales, puedo llegar a ver la última parte en el aeropuerto o perderme la definición. Me vuelvo loco si llego a tener que viajar cuatro horas en avión sin saber el resultado. Vamos a ver cómo puedo hacer para demorar el vuelo".