¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Chelo, el ídolo que hizo añicos una ilusión

Chelo Torres fue condenado por abusar sexualmente de una nena. Es hija de la ex presidenta de su club de fans. Una sórdida historia que comenzó a escribirse hace 15 años, en una radio de Rafael Castillo
Lunes, 06 de abril de 2009 a las 15:57
Por Pablo Katz
Resignado, Marcelo Chelo Torres, el cantante del grupo bailantero Green, agachó la cabeza. Su suerte ya estaba echada. Después dejó que dos policías lo esposaran para trasladarlo a su nuevo lugar de residencia: la Unidad Penal N° 39, en Ituzaingó, donde deberá pasar sus próximos cuatro años de vida. Esa es la condena que le impuso esta tarde el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 6 de Morón, que lo halló culpable de abusar sexualmente de una nena de siete años, hija de la que por entonces era presidente de su club de fans.

Por ese delito los jueces condenaron a Torres a tres años y ocho meses de prisión, pero como registraba una pena anterior de seis meses en suspenso, por lesiones culposas, unificaron los dos fallos y le aplicaron cuatro años de cárcel.

Antiguos momentos felices: Chelo con las hijas del matrimonio Ibañez
Así se cerró esta increíble y sórdida historia que comenzó a escribirse a comienzos de 1994, cuando Hilda Ibáñez se enteró de que un bailantero del que su hermano Darío siempre le hablaba iría a una radio comunitaria de su barrio, Rafael Castillo.

Un poco por curiosidad y otro poco por cholulismo, Hilda aceptó acompañar a su hermano hasta la radio para conocer a ese tal Chelo, líder de un grupo llamado Green que se había dignado en visitar el barrio.

Después de esperar un buen rato, Hilda tuvo su recompensa. Chelo Torres apareció subido a un palco improvisado para anunciar que el fin de semana próximo se presentaría en la bailanta más top de la zona: La Bomba, sobre la avenida Cristianía.

Tan cautivada quedó Hilda por el carisma de Chelo, que convenció a su marido, Ramón, de que fueran a ver el show de Green. Y los dos salieron fascinados. Desde entonces empezaron a seguir a la banda todos los fines de semana, tocara donde tocara. Así, en poco tiempo entablaron una amistad con Chelo, que se consolidó cuando la propia Hilda pasó a ser la presidenta de “Fuiste una pena”, el club de fans de Green.

“Arrancábamos a la noche del sábado y terminábamos a las 8 de la mañana del domingo. Ibamos con mi marido, mis dos hijas mayores y las otras chicas del club de fans a todas las bailantas en las que tocaba Green”, recuerda Hilda.

Para ese entonces había nacido su tercera hija. Y Chelo ya no sólo era un ídolo al que con su marido cada día admiraban más. Era casi un integrante más de la familia, a tal punto que los visitaba en su casa de Rafael Castillo y ellos iban a la que él tenía en Rafael Calzada. Sin embargo, cuando a fines de 2004 llegó un día a su casa quedaron desconcertados con el pedido que les hizo: les preguntó si se podía a quedar a vivir con ellos porque se había peleado con su familia.

Hilda y Ramón no lo podían creer. Su ídolo máximo. Ese por que el durante años habían recorrido cada bailanta de la provincia de Buenos Aires les estaba pidiendo permiso para vivir con ellos. Por supuesto que le dijeron que sí. Y Chelo pasó a ser un miembro más de la familia. A tal punto que para las nenas dejó de ser Chelo, a secas. Ahora lo llamaban “el tío Chelo”.

Pero una mañana lluviosa de octubre de 2006 la historia dio un giro tan dramático como inesperado. Hilda lo descubrió mientras mantenía relaciones sexuales con una de sus hijas: la segunda, G. (por ser menor de edad no se puede revelar su identidad), que por entonces tenía 14 años.

Enfurecida, Hilda obligó a Chelo a irse para siempre de su casa. El problema fue que un mes después la
Momento en que la justicia de Morón condenaba a Chelo
que se marchó fue su hija G.. Durante seis meses Hilda y Ramón la buscaron sin éxito por cuanto lugar pudieron. Finalmente la encontraron en la casa de un amigo de Torres, en Témperley. Pero los esperaba una sorpresa: estaba embarazada de tres meses, producto de una relación con Chelo.

Y eso no fue todo. Su hija mayor, D., de 15 años, les contó que Chelo también mantenía relaciones sexuales con ella. Hilda y Ramón recurrieron a la justicia. Pero para entonces ignoraban que a la pesadilla que estaban viviendo todavía le faltaba un capítulo. A mediados de 2007, la menor de sus hijas, R., le contó a una vecina que también ella, cuando tenía siete años, había sido víctima de los abusos sexuales del "tío Chelo".

Por eso ahora Chelo Torres deberá purgar una condena de cuatro años de cárcel. Así, entre rejas, esperará un nuevo juicio en su contra. El delito que le imputan es estupro agravado en contra de G., quien ahora tiene 17 años. Y reside en un hogar de madres solteras con su hijo de dos años. No quiere volver con su familia. Irónicamente, su sueño es vivir con Chelo. Ahora, como mínimo, tendrá que esperar cuatro años para poder cumplirlo.