Si bien el fenómeno comenzó en 2007, cuando el exceso de competencia en el Camino de Cintura provocó que muchas emigraran en busca de nuevos mercados, desde hace algunos meses viene creciendo en forma sostenida.
“Al principio eran dos o tres las que venían, pero ahora hay noches que son como veinte, aunque paran en distintos lugares”, explica Alberto, un vecino que hace más de 30 años vive en el barrio.
Que compitan por el mismo negocio no parece ser impedimento para que prostitutas y travestis sellen determinados acuerdos a la hora de repartirse el territorio: ellas ocupan la vereda que está pegada al cementerio. Ellos, en su mayoría, se muestran en la de enfrente, sobre todo en las esquinas de Yrigoyen con La Roche y con Casullo.
Por la noche la zona es poco transitada, pero las personas que llegan durante el día para visitar a sus seres queridos sepultados en el cementerio no necesitan hacer ningún esfuerzo imaginativo para reconstruir lo que horas antes sucedió en ese mismo lugar. Las pruebas están a la vista: infinidad de preservativos usados descansan sobre la vereda del cementerio y las inmediaciones.
Tampoco para los vecinos pasó inadvertida la presencia en el barrio de travestis y prostitutas, aunque, curiosamente, tienen reacciones opuestas. Hay quienes no sólo no se molestan por convivir con estos trabajadores del sexo, sino que hasta sostienen que gracias a su presencia la zona es ahora más segura.
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En la vereda de enfrente se ubican quiénes no quieren saber nada con continuar teniendo a estos nuevos vecinos. “Yo tengo hijos y la verdad que no me causa ninguna gracia que vea a las travestis en la esquina de mi casa provocando a los automovilistas que pasan”, cuenta Susana, que vive a metros de la esquina de La Roche e Yrigoyen.
Gonzalo coincide con ella, pero además tiene otro problema. “Como en la puerta de mi casa hay un árbol grande que tapa la luz, de noche está muy oscuro. Entonces lo usan como lugar para tener sexo y a la mañana aparece todo lleno de preservativos”.
Otro vecino, que vive sobre la avenida Yrigoyen y prefiere no identificarse, les pidió a dos travestis que dejaran de usar la puerta de su casa como “parada”. La respuesta que le dieron lo dejó desconcertado: “La policía nos asignó este lugar”, le dijeron. Lo que se dice un negocio perfectamente organizado.