El robo había sido exitoso. El 30 de noviembre de 2009, una banda armada se había metido a robar en una casona de Pilar. Contaban con el dato exacto. Tenían dominio y control del lugar. Sabían qué había en cada habitación. Conocían los nombres de los rehenes y qué cantidad de celulares tenían.
Fueron violentos. Además de pegarle hasta el cansancio a cada una de las víctimas, mataron a golpes a una mascota.
En dos autos, cargaron lo que habían entrado a buscar: 250 obras de arte, entre ellas, 77 cuadros muy valiosos. La víctima del "desplume" fue el doctor Omar Mantovani, que esa noche no estaba en su casa.
Quien tampoco había estado fue Guillermo Tellier, su empleado de mayor confianza. Su explicación fue que toda esa noche y madrugada del día siguiente había permanecido con su novia en un bingo de la zona.
De arranque este empleado empezó a ser investigado por la Policía. Apenas le pidieron su teléfono celular para analizar llamadas entrantes y salientes, puso excusas y nunca entregó el aparato.
Luego, este hombre simulaba constantemente ser una especie de investigador paralelo del caso. Le decía una y otra vez a Mantovani: "Quédese tranquilo, doctor, yo voy a conseguir información valiosa de la banda y los cuadros van a aparecer".
Todos sus movimientos eran llamativos. Más llamativos fueron aún cuando científicamente se pudo saber que la noche del asalto estuvo en contacto con un padre y su hijo de apellido Jara, dueños de una joyería de Merlo, donde se sospechaba que todo lo robado de oro había sido fundido allí.
Hasta ahí había indicios. Pero un día Tellier volvió a su casa, donde lo esperaba su novia, y vio en la mesa del comedor una cédula judicial y pensó que lo habían descubierto y que lo citaban por el tema del asalto y el robo de cuadros. Entonces él, suelto de lengua, contó todo con lujo de detalles y le dijo a su novia: "Si viene la cana, negá todo". Hasta ese momento, la novia desconocía la participación de Tellier en el asalto.
En realidad, "el entregador" se fue de boca. La cédula judicial que vio en la mesa no era por el robo, sino que se trataba de una citación porque su novia lo había denunciado por violencia de género. Entonces, la mujer, con valentía, le contó a la Policía todo lo que su pareja le había relatado, y Tellier terminó preso.
En el medio, al doctor Mantovani, la víctima, le había llegado un "pedido de rescate por los cuadros". Era un DVD con fotos de las obras, como si se tratase de una "prueba de vida". Los ladrones olvidaron un detalle central: en las fotos que tomaron de los cuadros para mandarlas como prueba de vida se veía de fondo un sector de una casa.
Caído el cerco sobre otro de los autores intelectuales del robo, Adrián Hernández Hanza, su exmujer fue entrevistada por los policías. Allí reconoció una pared y un par de objetos que aparecían en la "foto-prueba de vida" tras los cuadros.
La mujer aportó el dato a la Policía: "Esas fotos fueron tomadas en la casa de mi exsuegro". Hernández Hanza terminó preso. Los cuadros fueron descartados orinados y tajeados en un baldío. Nunca se pagó rescate por ellos. El entregador murió en la cárcel. Los autores intelectuales del asalto fueron condenados a penas de entre 5 y 7 años de prisión. Los que nunca aparecieron fueron los que entraron a robar. De esos no hay ni una pista.
Fuente: Ámbito Financiero.