Año a año, los asistentes a la fiesta de San Cayetano en Liniers realizan el mismo ritual, y este jueves, entre la muchedumbre, se volvieron a escuchar las mismas frases. “¡Baratitas las espigas!”, gritan varios vendedores ambulantes. “¡Hay chori!”, anuncian desde las parrilas, que impregnaban de humo y olor a carne a todo el barrio. “¡Viva Jesús!, ¡Viva el Papa Francisco!”, repite el sacerdote, después de la bendición a los fieles, sobre el escenario montado delante de la iglesia.
Allí, mezclado con el fervor religioso y la devoción al santo patrono del pan y del trabajo, el encargado de un puesto de souvenirs rompe con la monotonía. “De San La Muerte solamente tengo este llaverito”, le dice a un potencial comprador que, curiosamente, fue a buscar esa particular imagen pagana justo el 7 de agosto.
“Es que San La muerte está con el Gauchito Gil allá en Corrientes. Ahí empezó todo. Y en esto la gente cree”, comenta a 24CON una joven vendedora, esbozando una sonrisa pícara – como si estuviera infringiendo alguna regla o haciendo algo clandestino –, cuando se le pregunta por este fenómeno. Colgado adelante de su stand, entre los “atrapasueños” con imágenes de santos y ángeles, hay un medallón con el clásico esqueleto de túnica negra, sosteniendo la guadaña.
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En medio de una celebración meramente católica, la mujer atribuye la buena venta de este ídolo, no reconocido por la Iglesia, a la gran cantidad de devotos que llegan desde el interior. “Me preguntan mucho por San La Muerte, por las velas negras… Este año se dio todavía más. En algunos lugares donde voy a vender, cuando los curas ven estas cosas, me piden que las saque. Pero acá no, porque me lo piden mucho, como también al Gauchito”, asegura.
Inlcuso en las decenas de santerías que rodean a la parroquia, las estatuas de San Cayetano y vírgenes se mezclan con otras de extraños demonios negros, velas oscuras “para alejar los enemigos ocultos” y, otra vez, todo tipo de adornos del “Señor La Muerte”, reconocido patrono del éxito a cambio de ofrendas poco ortodoxas, que también – en su faceta más polémica – suele asociarse a la protección de los delincuentes.
“Yo trabajo muy bien con esto todo el año, pero en San Cayetano también la gente viene a pedirlo. No tiene nada que ver, son devotos de eso y lo demuestran”, asegura el muchacho que atiende una de las santerías más grandes de la zona.
Jesús, María, los santos y estampitas de Francisco. San La Muerte, el Gauchito Gil, la cintita roja contra la envidia y hasta el gatito oriental de la fortuna, que mueve su bracito. Mientras haya espacio para la fe, también habrá espacio para los amuletos, “oficiales” o paganos, en las fiestas religiosas.
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7 de agosto de 2014
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