Una aldea medieval en González Catán
Callecitas de adoquines. Enormes construcciones al estilo medieval en el corazón de González Catán. El Conurbano muestra otra de sus atracciones ocultas.
A la altura del kilómetro 31 de la ruta 3, la sinuosa geografía de González Catán, en La Matanza, esconde con recelo su tesoro más preciado. Apartada de toda realidad y en los confines de la urbanización se erige Campanópolis, una pequeña aldea medieval única en Latinoamérica.
El lugar es una asombrosa obra de arte. Su estampa impacta a cualquier visitante que después de atravesar uno de los tantos barrios carenciados de la zona, descubre una verdadera postal que remite a las antiguas villas europeas asentadas en amplias y verdes tierras a orillas de un río.
Su creador es Antonio Campana, un hombre de perfil bajo y dueño de los terrenos que en 1983 empezó a construirla como parte de un juego. Idear Campanópilis fue su hobbie hasta hace poco tiempo, cuando un problema de salud lo alejó de su pasatiempo favorito. Antonio no es arquitecto, si embargo edificó con sus manos medio centenar de construcciones a escala y puso de pie una mini ciudad. Algunos sitios están inspirados en modelos existentes en tierras lejanas, pero otros son exclusivos productos de su sorprendente imaginación.
Campanópilis, tiene cuatro plazas, tres museos, una capilla, está rodeada por espejos de agua, tiene un helipuerto y una pista de aeromodelismo. Tanto las tierras como los materiales de construcción poseen un importante valor histórico. Los terrenos están asentados en la intersección del Río Matanza y el Arroyo Morales. Algunos registros históricos señalan que allí se produjo unos de los primeros desembarcos de Pedro de Mendoza. Las parcelas fueron también parte de la estancia de Juan Manuel de Rosas y aún se conserva el casco de un puesto construído en 1847.
Las estructuras rodeadas de Palmeras, Sauces y Araucarias, están construidas con materiales insólitos. Muchas de las callejuelas internas están hechas con adoquines de la Avenida Roca de Capital Federal. Varias columnas provienen de la antigua Galería Pacífico y de una estación ferroviaria de Liverpool. Fueron muchos años de recorrer remates para conseguir las partes de lo que hoy es su pequeña aldea que cuenta con 837 llaves para abrir sus puertas. Tiene además un engranaje de la Bodega Trapiche, un carro de bomberos y una antigua locomotora que funcionó en Buenos Aires.
La Aldea no está abierta al público. Administrada actualmente por Oscar Campana, hijo de Antonio, la mini ciudad es ocasionalmente escenario de recepciones para fiestas, sesiones de fotografía de moda o locación para el rodado de publicidades. La última fue el spot televisivo que publicita el juego Gran DT del diario deportivo Olé.