La baja del precio del insumo hizo desaparecer de las calles , en determinado momento, a los conocidos "cartoneros".
Últimamente la situación se invirtió, el precio del cartón y metales no ferrosos subió, los que hicieron de esto un medio de vida están recorriendo nuevamente las arterias en busca de lo reciclable.
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Para algunos volver al trabajo independiente de levantar materiales y venderlos en forma directa debe ser más redituable que trabajar en una planta de reciclado de base social.
Es un trabajo, difícil pero digno. Lo que es observable es la cantidad de carros tirados por caballos que deambulan por las arterias cargados con material. También las carretillas artesanales impulsadas por un hombre.
Tanto los vehículos como las cabalgaduras no muestran un estado óptimo para circular en medio del tránsito.
El automovilista tiene restricciones severas pasibles de multa, falta de luces, no uso del cinturón de seguridad, no atender a la señales. Necesita seguro en regla, verificación técnica todos los años.
Nada de eso rige para los carromatos que andan y andan elementos de protección para los que están encima de él ni para terceros. Sencillo, si hay un accidente ¿quién se hace cargo?
Asimismo se puede observar que, en algunos casos, las riendas son sostenidas por chicos que no dan la edad necesaria para obtener un registro.
A esto hay que agregar el estado de alerta en todo el país dispuesto por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), debido a un brote del virus arteritis viral equina, que afecta el sistema respiratorio de los animales.
Los cartoneros, carros y carretillas están ya instalados en el paisaje urbano. El mirarlo con ojo critico ayuda a que las autoridades adviertan el problema previniendo algún episodio lamentable, extensivo a los animales como posibles portadores de enfermedades.