Raro. Así se puede definir a Alberto Bassi a primera vista. Hombre de escasa mesura, no teme al que dirán y, menos, a la exposición: desde hace más de dos décadas se sube al escenario y recita al público sus experiencias sexuales e, incluso, se desnuda cuando “el tema” lo requiere. Y lo hace ante impávidos espectadores a los que lleva, a través de su voz, de la risa al llanto. Claro que también del desencanto a la indignación y al asco. No es para menos, su propuesta es verdaderamente provocadora.
¿A quién se le podría ocurrir, sino, dedicar su lírica a un hediondo slip rojo, con tres días de uso? ¿A la suciedad extrema de una casa? ¿O gritar a los cuatro vientos el placer que le provoca la penetración masculina?
Bassi, a los 48 años, es al mismo tiempo crudo, rústico, ridículo, contradictorio, crítico y profundo. No repara en guarangadas ni en detalles sórdidos de relaciones homosexuales, contenido de alto voltaje para los oídos tradicionalistas que no pudieron evitar que se haya convertido en personaje típico del paisaje de las Diagonales: nadie se sorprende ya al verlo transitar los bares y lugares comunes con volantes de su show en la mano, que reparte como estampita de santo provocador.
Tanto le sirvió la promoción de sus unipersonales que no sólo su oda al slip rojo se convirtió en furor sino que, pese a que no le gusta el fútbol, se transformó en amuleto del último campeón de la Libertadores, Estudiantes de La Plata.
“Yo prefiero que me aplaudan, que me quieran, que me pidan otra y terminar mi recital con una canción que se llama “Acabame en la espalda”. Pero, bueno, me atengo a las consecuencias de lo que produzco”, aclara.
Alberto, ¿tu unipersonal “No hagamos el amor en silencio” es pornográfico?
Escribo e interpreto monólogos y canciones sobre erotismo, pese a que dicen que es pornográfico. Pero no me importa que digan que mi show es pornográfico, porque la palabra pornográfico no tiene nada de excepcional ni de mala. La pornografía es la escritura del sexo. En cuanto al lenguaje, se interpreta por erotismo una cosa más sugerida. La pornografía es tiene un lenguaje más explícito. Mi lenguaje es absolutamente explícito pero tiene un objetivo de expresividad, de trasmitir sensaciones, sentimientos.
¿Pudiste presentar tu espectáculo fuera de La Plata?
En la Ciudad de Buenos Aires. Lo que pasa es que me han censurado mucho. Imaginate que hay lugares en los que no he podido actuar, en donde no me quieren. Entonces, no es tan fácil.
Si bien hoy los temas que interpretas pueden causar escozor, 20 años atrás debe haber sido peor…
Me han pasado cosas en medio de mi actuación. Una vez, en el año 85, en los inicios la democracia, la gente se comenzó a levantar de la sala. Pero también, dos años atrás, una mujer mayor comenzó a insultarme desde donde estaba sentada. Yo estaba haciendo un texto, que es un poco mi caballito de batalla, que se llama “el slip rojo”, que va todo susurrado, con un acompañamiento musical muy suave y la mujer gritaba, y gritaba fuerte. Eso fue un gran desafío para mí. Pese a que había perdido totalmente la concentración, decidí seguir actuando para quienes querían escucharme.
|
¿Cuáles son los temas que impactan o molestan más al público?
Pasa un poco por las dos cosas: impactan y molestan al mismo tiempo. Lo que pasa es que ahora se está dando una especie de filtro: el que me viene a ver está advertido, sabe lo que va a presenciar. Me está pasando eso que para mí es una gran suerte, es muy raro que alguien pague una entrada para ver algo que no le gusta.
Pero, de todos modos, el público debe sorprenderse por los contenidos de tu recital. Parece que no tenés pudor de nada…
No, porque yo pienso que son vivencias, son autobiográficos y mi propuesta es esta. Entonces, de alguna manera, al contrario, es un placer poder manifestarlo y poder hacerlo y crear, al mismo tiempo, una especie de provocación. Una persona muy sabia dijo que la provocación es la forma más refinada de la generosidad. Por el contrario, para mí es un placer ese desafío interpretativo, que me permite explorar cosas tan íntimas mías y decirlas en un escenario con gente escuchándome. Por ejemplo, “El slip rojo” es un tema que si yo no lo hago, me lo piden. Es uno de los temas que ha causado más escándalo y es el más querido.
¿Qué otros temas tenés que provocan ese efecto en la gente?
Hay temas que pasan más por el humor y la ironía como “El Pelado”, que ya lo voy a grabar porque estoy haciendo un CD; un vals que se llama “Una panza peluda en la penumbra”, que es un poco una reivindicación a las panzas y una tomada de pelo a los modelos de belleza que tratan de imponernos, es decir, a la gente recién salida de los gimnasios y a toda esa cosa exagerada que está impuesta por los medios y que todo el mundo tiene que acatar esa orden porque si no, perdiste para siempre. En cambio, yo prefiero una panza peluda en la penumbra como dice la canción. Es un tema que dice algo totalmente en serio, pero de una forma humorística.
¿Cuál es el que te gusta más?
Me gustan muchos. Hay algunos muy intimistas, muy suaves. Hay un tema que se llama “Sucio” que me gusta mucho.
¿De qué habla?
Habla del desorden y de cierta mugre de mis ambientes comparados con el amor.
¿Qué te parece la "televisión" actual?
La televisión es un invento maravilloso, lo lamentable es que no haya un equilibrio entre los programas basura, la mediocridad total reinante, y la calidad. Que no haya más ficción con actores argentinos. Me da mucha lástima que no haya lugar para cosas que cambien la cabeza de la gente.
¿Te gustaría tener un programa propio?
¡Ay! Qué pregunta tan complicada... Si, si ¿por qué no? Si pudiera hacer lo mío, pero lo veo tan imposible, tan lejano. Hay gente de una trayectoria impresionante que no está en televisión.
Sin embargo, llegan los personajes como Zulma Lobato y Ricardo Fort…
Ahí estamos hablando de una televisión que no me interesa. Proponen a este tipo de gente y no a quienes tienen talento. En Buenos Aires está repleto de gente que tiene talento y ni ahí tienen la prensa que tienen estas dos personas que vos nombras. Eso es lo que me molesta, me parece injusto. Debería haber para todos, pero no hay para todos.
¿Hay algo que te guste de la tv?
“Ciega a citas” que me parece lo mejor de la televisión de este momento en cuanto a nivel actoral, autoral y la propuesta, dentro de su ligereza, es bastante caústica y no es complaciente. El personaje principal no busca agradar a nadie.
¿Vos sos un poco así?
Yo sí. Totalmente.
¿Y lo logras?
Sí. No busco gustar, pero estoy seguro que la gente que me va a ver y me aplaude, que es lo mejor que me puede pasar en la vida, es sincera y realmente gusta lo que yo hago y no porque yo haya hecho algún esfuerzo para agradar, más vale todo lo contrario. Mi público es joven que toman de otra manera las cosas. Lo que tiene que ver con la libertad, auténticamente, es aceptado por mucha gente, sobretodo cuando no se trata de imponer nada.
¿Crees que, desde el lado de cruzar los límites, hacés un aporte a la libertad?
No me corresponde a mí afirmar eso. No sé, no tengo una pretensión tan grande. Yo trato de transmitir con autenticidad un montón de sentimientos, de cosas y, entre otras cosas, también libertad. No me interesa revolucionar el arte, no me cuestiono esas cosas. Simplemente, quiero que las cosas salgan bien. Ensayo bastante.
¿Sos fanático de Estudiantes de La Plata?
Soy hincha, pero jamás fui a la cancha.
¿Y no te gustaría ir?
Si me acompañás voy, si no, no (risas).
¿Te da miedo?
No, no sé. A la de River fui, pero a ver a AC/DC y a los Rolling Stones.
¿Pero te gusta el fútbol?
No me atrae el hecho de ver el partido y menos ir a la cancha.
Pero, entonces, ¿por qué tu blog está “empapelado” de escudos de Estudiantes de La Plata?
Eso fue una cosa que se creo…que no sé muy bien donde empezó (risas). Pero, resulta que el año pasado, Estudiantes ganó no sé qué, un partido muy importante (NdE: ganó la Copa Libertadores) y empecé a recibir llamadas telefónicas como a las 2 de la mañana, de una persona que me decía: “Deséanos suerte, deséanos suerte que acá los muchachos tienen todos una foto tuya”. Lo que pasa es que yo reparto tarjetas con una foto mía de un lado y un texto atrás. Esas fotos las he repartido por todos los bares y todos los lugares de La Plata que vos te puedas imaginar porque las hago imprimir de a miles. Son parte de mi promoción. Y bueno, yo no sé como llegó a manos de esta gente. Resulta que un día ganaron y, en TN, le hicieron un reportaje a un tipo que bajaba de la autopista y que había ido a recibir a los jugadores, y le preguntaron: “¿Cuál es tu cábala”. Y, ahí, el tipo saca una foto mía y dice “Alberto Bassi”. A partir de ese momento, se empezó a decir que yo era la cábala de Estudiantes. Pero yo a ellos no los conozco. Ahora me llamaron para decirme que me van a invitar a un asado.
Entonces, terminaste siendo la cábala del sub campeón del mundo…
Dicen, algunos dicen (se ríe). Me encanta. Puede ser que haya pasado porque en esas fotos tengo unos pantalones rojos…pero jamás hago alusión a esos temas en mi show, menos al fútbol. Ni en pedo. Pero, bueno, está bien. Son cosas que me pasan y a mí me encantan.
|
Hace más de 20 años que llevas a cabo este particular espectáculo ¿Cuándo te diste cuenta que querías seguir en este camino?
Ahí sí me doy cuenta a través de la manifestación exterior. La necesito. A través del reconocimiento, cuando te dicen algo que te llega, más allá del “me gusta/no me gusta”. La reacción de afuera…El hecho de que esa señora se haya indignado tanto en el recital que dijo: “Ahora lo único que falta es que se desnude”. Y yo me desnudé porque en esa parte me tenía que desnudar. Ella lo tomó como una provocación más. Eso también me está marcando que voy por el buen camino. A mí me trastornaría que lo que yo hago les encante a todos. Ahí pensaría que hay algo en lo que estoy fallando. Lo que yo hago produce cosas muy contradictorias: hay gente que le puede gustar y hay gente que no le puede gustar para nada.
¿Qué te pasa cuando las personas se burlan de tu trabajo?
¿Cómo sabes de la risa y el slip rojo?
Me imagino… Lo escuchamos en la redacción…
Entonces has intuido algo que pasa: la gente se mata de la risa.
¿Y eso te gusta?
No. Al principio me molestaba porque no es un texto humorístico para mí. Si bien hay algunos que son cómicos, éste no lo es. Pero se matan todos de risa y después aplauden a rabiar. Entonces, yo me empecé a cuestionar –esto lo he charlado con mucha gente amiga- ¿por qué se reirán? Ahora, ya lo asumí, pero yo nunca cambié la interpretación y lo que siento cada vez que lo interpreto. Ya asumí que se van a reír.
¿Será que produce risa por la extrema sinceridad del texto?
Tan crudo… Creo que la risa surge también cuando algo es insoportable, cuando resulta insoportable escuchar algo y, sobre todo, si existe en nosotros algo en que mínimamente nos podamos reflejar y no aceptar. Creo que si uno se ve reflejado en algo que aparentemente rechaza o le parece inverosímil, la risa es un recurso como para descargar los nervios, para alejar eso. También tiene que ver con el lenguaje, que pueda dar risa, por esa cosa de sentir, en el fondo, que no tiene nada de cómico por lo que no te podrías reír, entonces más risa te da. Pero, lejos está de mí querer controlar las reacciones del público. “Mi lengua en tu mejilla” y “¿Qué será del tango?” son temas más melancólicos, intimistas que provocan la reacción contraria.
¿Cómo definís a tu espectáculo?
Una vez en una radio platense me hicieron la misma pregunta. A mí me embaraza responder eso, pero dije lo que me salió y es lo mismo que te voy a decir ahora: mi espectáculo no es un espectáculo fino.
¿Y cómo definís a Alberto Bassi como artista?
Yo creo que estoy buscando, a través de un manejo rústico de las cosas, brutalista, que no aparente estar pulido, pero que tenga elementos que estén asociados a la belleza –una idea de belleza que está muy alejada de lo que está considerado fino- estoy buscando mi propia voz, expresividad y un color mío, único que por ahí es muy pretencioso: estoy buscando algo que no se parezca a nada.
Fotos: Verónica Padrón
25 de marzo de 2010