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"Siete Puentes", la oscura frontera que sólo se cruza en colectivo

Es el puente que une Gerli con Piñeiro. Los vecinos están tan aterrados que ni quieren hacer denuncias por miedo a la "venganza".
Jueves, 09 de diciembre de 2010 a las 14:33
Por Guillermo Zanetto / Ivan Rodriguez Alauzet

Durante el día, el lugar aparece desierto. Nadie se atreve a cruzar a pie los 600 metros en los que la calle Crisólogo Larralde se eleva por encima de las vías. Es que los vecinos, comerciantes y automovilistas evitan el “Puente Agüero”, un territorio "liberado" para que los delincuentes embosquen a los desprevenidos, en una verdadera trampa sin escapatoria.

También llamado “Los siete puentes” –por las construcciones de hierro encadenadas que lo unen y que se emplazan a solo 300 metros del estadio Libertadores de América- el lugar figura entre los puntos más "calientes", donde la inseguridad domina en Avellaneda. Especialmente del lado de Gerli, a metros del Shopping “Alto Avellaneda”, en donde el fantasma del barrio “4 de junio” atemoriza y silencia a los vecinos.  

La peligrosidad de la zona no es nueva y tomó trascendencia tras el asesinato de Horacio Suárez, un barrabrava de Independiente a quien ajusticiaron de cinco puñaladas en el baño de su habitación. Estaba internado en la clínica Wilde luego de su derivación del Hospital Argerich, donde ingresó con la identidad cambiada y un disparo en la pierna. Oriundo del barrio 4 de Junio, tenía miedo de que lo "bajen".

Pero sus verdugos no comían vidrio. Por la noche de aquel lunes, emularon relevar una guardia familiar con un paquete de Kesitas en la mano. Entraron a la habitación y le asestaron dos puntazos en el pecho, uno en la axila y otros dos en el cuello. Como estaba planeado: murió en el acto. Todo señala que a los Suárez, familia histórica en el barrio, le cobraron una deuda de vida relacionada con el fusilamiento de Richard Moreira, otro hincha del “rojo” que habría muerto en los brazos de uno de los hermanos del chico tras un fuerte discusión que se dio dentro de ese mismo lugar. Al pie del puente.


A diez años del homicidio, la zona de los Siete Puentes sostiene su fama de frontera "picante" en una localidad donde los propios vecinos se ven obligados cruzarlo en colectivo por temor a que los maten.

 

Este límite invisible, lo es también para la justicia. La jurisdicción policial no está claramente definida: “De la mitad del puente para el lado del barrio Piñeiro, le pertenece a la comisaría sexta y para el lado de Gerli, a la primera”, explicó una alta fuente de la jefatura departamental de Avellaneda.

Sin embargo, las comisarías en cuestión desconocen sus territorios: “Llamá a la sexta porque esa es su jurisdicción”, dijo un oficial de la primera luego de que 24CON se comunicara con el otro destacamento, donde mencionaron exactamente lo contrario. Además, en ambos casos desconocían los teléfonos de los foros de seguridad del distrito.

En el último mes, los Siete Puentes fueron testigos de, al menos, cuatro hechos delictivos. Dos de ellos se dieron en un comercio ubicado sobre la calle Crisólogo Larralde, en la bajada que linda con el Alto Avellaneda Shopping Mall. “No queremos denunciar porque sabemos que (los delincuentes) son pibes del barrio 4 de Junio y después nos cuesta andar por acá”, reveló “N”, una vecina que prefirió reservar su identidad.

El barrio calla por miedo. Están acorralados. A mediados de noviembre, un pibe que cruzaba por la senda peatonal fue interceptado por otros dos jóvenes. Le pidieron “la guita”, y se despidieron con un cuchillazo en la yugular. Pero, como es la regla de los Siete Puentes, a pesar de que todos lo vieron correr ensangrentado y pidiendo ayuda, nadie denunció. Y todo sigue igual.

 

 

El mismo silencio se escucha debajo de la mole de hierro, por donde pasan las vías del servicio que une Constitución y Ezeiza del ex Ferrocarril Roca, el ramal que llega hasta Mar del Plata de Ferrobaires y el tendido de los trenes de carga de Ferrosur. Las dos primeras empresas eligieron poner seguridad las 24 horas para evitar el robo de cables y una posible ocupación de tierras. Sin embargo, los empleados niegan haber tenido episodios de inseguridad debajo del puente. Al parecer, la conexión con el barrio es ineludible.   

El acceso desde el centro de Avellaneda al Shopping “Alto Avellaneda” es casi obligado por el puente Agüero. Se trata del único cruce que une a Piñeiro y a Gerli en 20 cuadras a la redonda. La mayoría de los transeúntes ya conoce que a pie el paso está negado. Y, como explicó el quiosquero de Larrazábal y Larralde, también saben que “hay que subirse al colectivo para cruzar las seis cuadras”.

Una vez en la subida del puente, “si alguien te quiere afanar tenés que correr casi 600 metros para bajarlo porque no hay escaleras por ningún lado”, apuntó. Atemorizado, el comerciante recomienda jamás cruzar a pie la zona. Pero no descarta que por las compras de fin de año, cada vez más personas concurran y queden expuestas a sufrir algún atraco camino al paseo de compras.

Incluso en vehículo, el lugar está señalado como zona "peligrosa". “Para nosotros es un lugar al cual directamente preferimos no ir”, explicó José Arce, Presidente de la Cámara Empresaria de Agencias de Remises de Avellaneda. Después de varios episodios violentos, los remiseros decidieron no volver a entrar a ese paraje al que consideran “de riesgo”.

“A varios de los choferes los sacaron corriendo. Porque si estacionás ahí siempre se te acerca alguien, sobre todo de noche”, explicó Arce. Y contó que la mayoría de los viajes consistían en entrar al barrio, esperar al cliente y salir, por lo que se acrecentaron los rumores sobre una posible utilización del servicio como mula: para comprar estupefacientes.

 

Cruzar en "bondi"

 

Seis cuadras de un tirón y casi una docena de colectivos dispuesta para cruzarla. Así es como los vecinos prefieren moverse con el trasnporte público que arriesgar el pellejo por la senda peatonal de los Siete Puentes.

 

Aunque no sólo ellos tienen miedo, los colectiveros están en la misma. "Ya sufrimos varios asaltos y nos cuesta pasar por acá", comentó un chofer de la línea 85 que va para Ciudadela Norte. Si bien el delegado de la empresa, Víctor Sarratea, desestimó las versiones de robos y aprietes, el conductor aclaró: "Estamos obligados a circular, pero nos gustaría evitar el puente ya que no queremos poner nuestra vida en riesgo".

 

El barrio 4 de Junio, para muchos, es la frutilla que corona el riesgoso cruce por los Siete Puentes. Ya que, según consignaron los habitantes de las cuadras circundantes, es "donde se venden drogas, donde se juntan los barras bravas y donde se ocultan los ladrones".

 

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