El conductor será indagado mañana por el juez
El magistrado asegura que el motorman robó el dispositivo que almacenó las imágenes de la cabina. Podría quedar detenido.
El chofer de la formación Chapa 05 del Ferrocarril Sarmiento, Julio Benítez, es el único imputado por el nuevo siniestro ferroviario que se registró ayer. El juez federal Ariel Lijo y el fiscal Patricio Evers lo indagarán mañana en relación con el posible delito de "estrago culposo y lesiones". Será por los 80 heridos que causó el episodio.
Aunque La Fraternidad lo rechazó, el magistrado tiene por seguro que Benítez rompió "a patadas" el receptáculo donde estaba el sistema de almacenamiento de imágenes de la cámara de video del interior del coche conductor, se apoderó de una suerte de disco rígido (en rigor, una memoria) e intentó destruirlo.
Cuando entre las primeras medidas de prueba que dispuso Lijo ordenó el secuestro de ese dispositivo, los investigadores comprobaron que no estaba en su lugar. Las roturas no parecían producto del impacto y así se lo notificaron al juez, quien dispuso una requisa general que rápidamente consiguió recuperar la memoria. Estaba en la mochila de Benítez, manchada con sangre, presuntamente la suya.
No es un dato menor. No sólo porque podría derivar en una nueva imputación: "destrucción de elementos destinados a ser utilizados como prueba en una causa penal" (figura por la que fue condenado el perito Roberto Locles, que adulteró la bala extraída del cadáver de Mariano Ferreyra). Sino porque, además, le permitiría a Lijo interpretar que, en libertad, Benítez podría intentar nuevamente obstaculizar la investigación.
El abogado Gregorio Dalbón, quien patrocina a gran parte de las víctimas de los siniestros de Once y Castelar, anunció que mañana se presentará como "querellante" por este nuevo hecho. "El motorman es el único responsable penal del hecho", adelantó. Pedirá el procesamiento "con prisión preventiva".
Benítez (cuya defensa podría ser asumida en las próximas horas por la abogada Valeria Corbacho) está, por estas horas, internado en calidad de detenido e incomunicado. Aun cuando las figuras delictivas que se le imputan son habitualmente excarcelables (el motorman de la tragedia de Castelar está en libertad), el entorpecimiento de la investigación es una de las causales por las cuales un juez puede denegar la excarcelación de un acusado.
La conducta de Benítez en el siniestro y con posterioridad tiene puntos que no cierran. Varios testigos dijeron a los medios que el motorman se durmió. Y el ministro del Interior y Transportes, Florencio Randazzo, ofreció una conferencia de prensa (ver pág. 5) en la que describió que, entre los 900 y los 600 metros previos al arribo al Andén 2 de Once, la formación, en lugar de frenar, aceleró. Uno de los investigadores dijo con singular crudeza a Tiempo Argentino: "El tren ingresó a los pedos a la estación."
Sobre el supuesto intento de destrucción del almacenamiento de imágenes, el sindicalista Rubén Sobrero sembró dudas ante Radio América. Dijo que Benítez fue retirado "desmayado" de la formación. Pero además, al menos dos pasajeros dijeron a la TV que el motorman estaba "atrapado" en el primer vagón como consecuencia del impacto, y que efectivos policiales y de bomberos tuvieron que trabajar intensamente para liberarlo.
Benítez sufrió politraumatismos y posible fractura del tabique nasal; los pasajeros que viajaban en la formación siniestrada rápidamente lo fueron a increpar y apedrearon los vidrios de su habitáculo. ¿Pudo alguien atontado por un golpe, tal vez inconsciente, herido y asediado por una muchedumbre tener tiempo y lucidez para sacar la memoria de la cámara de seguridad?
El motorman viajaba solo. El guarda que lo acompañaba no estaba en ese vagón y, además, ya declaró pero en calidad de testigo, sin ninguna imputación en su contra. A Benítez le arrojó resultado negativo al test de alcoholemia que le fue realizado antes de tomar servicio. Ese examen se repitió cuando fue internado en el hospital Zubizarreta, pero el juez Lijo, ayer por la tarde, aún no tenía los resultados.
Si bien las pericias técnicas apenas se iniciaron, el juez ya determinó que el parachoques –cuya rigidez acrecentó la "tragedia de Once", ocurrida el 22 de febrero de 2012– funcionó correctamente y amortiguó el golpe.
Pero la inercia (combinación de peso y velocidad del tren) venció incluso su resistencia y llevó a la formación a elevarse y avanzar unos 12 metros sobre el andén. Así, se evitó el "acaballamiento", y la segura muerte por aplastamiento de los pasajeros que viajaban entre el primero y el segundo vagón. A ese factor se le sumó otro para evitar muertes. La cantidad de pasajeros en el tren era ayer inferior a la del viernes, por la sencilla razón de que los sábados viaja menos gente. Por insólito que parezca, la circunstancia temporal fortuita se enanca en el argumento que había esgrimido el ex secretario de Transportes Juan Pablo Schiavi cuando ocurrió la tragedia de Once. Una expresión tan poco feliz que contribuyó a eyectarlo del cargo.
Los primeros informes técnicos que recibió el juez Lijo parecen avalar lo que describió ayer Randazzo: no hubo fallas técnicas ni mecánicas. El Chapa 05 no era un tren nuevo, pero había sido refaccionado completamente y estaba en condiciones de circular.
Pese a que Sobrero dijo que la formación no había sido revisada el viernes por la noche, Randazzo exhibió documentación sobre una inspección exhaustiva el martes 15, y otra de rutina tres días después.
20 de octubre de 2013
Fuente: Tiempo Argentino
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