El curioso caso de los pulperos de Las Grutas
Son 15 familias que viven de la pesca de pequeños mariscos. El gobierno los quiso desplazar por un country pero no “tranzaron”. “Los turistas los ven como una villa miseria pero acá los consideramos asentamientos culturales”, dijeron a 24CON.
Por María Clara Arias (Enviada Especial)
A unos pocos kilómetros del centro de Las Grutas, provincia de Río Negro, existe un barrio muy humilde de pescadores de Octopus Tehuelchus, más conocido como pulpito Tehuelche, que viven exclusivamente de la pesca de este marisco. Pero más que un trabajo, lo toman como una forma de vida.
La mayoría de las casitas son de chapa y algunas, un poco más sofisticadas, fueron levantadas con un poco de cemento. La precariedad del pequeño barrio es llamativa y contrasta con el lujo de un country construido justo en frente. Sólo una calle los separa.
El lugareño Walter Alejandro contó a 24CON la historia de estos curiosos pulperos que “no se vendieron por nada del mundo”, y ni el gobierno logró sacar de sus asentamientos porque simplemente “aman lo que hacen, les encanta esa vida y son felices con poco”. “Los pulperos estuvieron desde el inicio de Las Grutas. Al principio eran pocos, dos o tres, y después fueron radicándose con los hijos, familiares y otras personas más. Hoy son unas quince familias”, expresó Walter.
“Van a la costa con camionetas que se caen a pedazos y las suben por las restingas, así que las hacen pelota. Van en grupo porque si se encajan las empujan entre todos y las sacan. Además, para abaratar costos”, continuó explicando a 24CON.
El proceso de pesca parece simple pero es todo lo contrario, sólo un pulpero con experiencia y mucha práctica logra sacar grandes cantidades: “Se meten en las lagunas con ganchos filosos de hierro que introducen entre las cuevas, cuando el gancho toca algo blandito saben que están los pulpos, giran el gancho y los sacan”, explicó Walter.
Los pescadores sacan entre 10 y 20 kilos por día de estos mariscos que se ubican comúnmente en las piedras cubiertas de la orilla, y luego los venden a unos 30 o 40 pesos el kilo. “Antes había pulpos en toda la costa, ahora se presume que como los turistas dan vuelta las piedras donde viven y las dejan así, después no regresan a esas piedras, así que cada vez se van más adentro. A diferencia del pulpero, que cada vez que mueve una piedra la vuelve a poner en su lugar”, señaló Walter.
Pero no todo es alegría entre los pulperos. Hace unos años debieron superar un conflicto con la gobernación ya que querían desplazarlos de sus tierras porque, justo enfrente, estaban construyendo un country que no quería tener vista a los asentamientos.
Sin embargo, pese a las promesas de nuevas tierras, casas y automóviles, los pulperos se pusieron firmes y no se movieron de su lugar: “No es lindo el sitio donde viven, los turistas tal vez los vean como una villa miseria, pero nosotros los consideramos asentamientos culturales. Ellos tuvieron la oportunidad de irse pero se quisieron quedar ahí y no creo que se vayan nunca”, concluyó Walter.
Viernes 28 de Septiembre de 2012
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