Caso Pomar: “Siento que estoy muerta hace un año”

Su hija, yerno y nietos fallecieron en un accidente, pero durante 28 días nadie supo qué pasó. La casa de José Mármol y la disputa por la herencia. Habla la mamá de Gabriela.

No querían llegar muy tarde y decidieron salir antes de las 19. El viaje era largo. Cargaron los bolsos en el Fiat Duna Weekend rojo, y el 14 de noviembre del año pasado Fernando Pomar, su mujer Gabriela Viagrán, y sus pequeñas hijas Candelaria, de 6 años, y Pilar de 3, salieron rumbo a Pergamino.

Menos de dos horas después, la familia completa moriría en un accidente automovilístico, tragedia que se revelaría recién 24 días más tarde y que mantendría en vilo a todo un país producto de una ineficaz y desesperada búsqueda. En el medio, la policía y la prensa dispararían suposiciones falsas, hipótesis apresuradas y conjeturas que, definitivamente, fueron desacertadas, y que apuntarían casi de lleno al hombre del matrimonio.

La casa la cuida uno de los vecinos, quien le vendió la propiedad a Pomar.
Casa casi tomada

Lo único que da señales de vida es una lamparita de bajo consumo encendida a plena luz del día, en la fachada, justo por encima de la puerta de entrada. Afuera, en la calle, sólo se escucha el silencio de un barrio inerte y de vez en cuando el ladrido de un perro inquieto.

A un año del caso, la vivienda de los Pomar ubicada sobre Ceferino Ramírez al 2500, en José Mármol, está vacía. Pero no abandonada. Allí sobrevuelan sus recuerdos y, sobre todo, el calvario que sufrieron sus allegados.

Sin embargo, es la familia de Fernando quien se encarga de visitarla a menudo. A la par, la solidaridad de todo un barrio funciona como custodia permanente, ya que meses atrás un grupo de jóvenes intentó ocuparla. “Los vio mi hija cuando se iba a trabajar. Uno de ellos estaba subido a la reja. Llamamos a la policía y después no pasó más nada”, dice a 24CON Alberto, uno de los vecinos.

“Era gente macanuda. A Fernando (40) le preocupaba mucho el tema de la inseguridad, por eso siempre íbamos juntos a los foros que se hacían”, recuerda.

Los Pomar no había hecho demasiadas buenas migas con los vecinos. “No teníamos trato… lo cordial, apenas nos saludábamos. Eran bastante cerrados”, dicen desde la casa lindera.

Es que hacía apenas dos años que habían comprado la casa, y que se habían mudado. Es más, aún estaban pagando la hipoteca; en muchas ocasiones, con el mismo dinero de la indemnización que Fernando había recibido cuando se quedó sin trabajo (uno de los motivos de su viaje a Pergamino había sido por una entrevista laboral que tendría ese mismo lunes, dos días después de su muerte).

Desesperación, calvario y desaciertos

Decenas de pistas surgieron en medio de la confusión y la búsqueda, más que nada la que aportaban los testigos, quienes alertaron hechos que nunca sucedieron, aunque por momentos algunas de estas suposiciones cobraron fuerza en la investigación. La principal fue la de conflicto familiar, la misma fue remarcada primordialmente desde la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 4, a cargo de Karina Pollice, quien llevó adelante el caso.

Las famosas imágenes tomadas a través de las cámaras de seguridad de los peajes de la Ruta 7 (precisamente en El Rodeo y Villa Espil), por el camino que atravesó la familia para dirigirse a Pergamino, fueron el disparador de un sin número de conjeturas basadas en seno de la pareja y de su relación con sus hijas.

Mientras los cuerpos se consumían sin vida en un pastizal al costado de la Ruta 31, en la localidad de Gahan, en la opinión pública se habló de violencia familiar, de que Fernando estaba depresivo por su falta de trabajo, de que se había comprado un arma, y hasta de que podría tener vínculos con cárteles de Sinaloa por su profesión de bioquímico. Como si fuera poco, sobrevoló la hipótesis de secuestro, de desaparición voluntaria y de crimen narco. Por ejemplo, que la familia estaba en un camping de Río Negro, o paseando por la localidad de Ameghino. (Leer: “Todo lo que se habló de los Pomar”)

Búsqueda fallida

A los Pomar los buscaron por cielo y tierra. Los mega operativos policiales, según habían alardeado, lo conformaban unos 3000 efectivos en total, que rastrillaron días tras día, y que se encargaron también de desestimar pistas falsas. También allanaron la vivienda de José Mármol en busca de datos personales, los que sacaron de la computadora de la familia.

El tiempo pasó y el trágico final confirmó que todo el accionar fue fallido. Entre eso, también el alerta que dejó un anónimo al 911, que aseguraba haber visto un auto volcado a metros de la ruta, días antes de ese 8 de diciembre que encontraron definitivamente los cuerpos.

El costo fue caro y, como se dice en la jerga, “rodaron algunas cabezas”. Porque esta inoperancia no cayó para nada bien en los altos cargos de la Provincia, lo que produjo un cimbronazo en la cúpula de la Bonaerense y terminó con el procesamiento de seis policías de Pergamino. De todas formas, no hubo ningún detenido ni preso.

A la par, la causa judicial aún sigue abierta. En diálogo con este medio, la fiscal Pollice expresó que “una de las partes intervinientes (el primer marido de Gabriela Viagrán y padre de Franco, el joven de 14 años que tienen en común), puso la nulidad por incompetencia de la fiscalía. Luego el juez de Garantía lo negó y ahora pasó a la Cámara”.

Eso no es todo. Tras confirmar que la tragedia se trató de un accidente automovilístico, surgió una suposición aterradora: Al auto de los Pomar los habría impactado otro automóvil, y hasta se presumió que podría ser un patrullero de la policía.

Sin embargo, las pericias determinaron que en el Fiat Duna no había rastros de ningún rayón blanco, tal como se había supuesto en un principio. “También se demostró en la causa que al policía que se lo acusaba de manejar el vehículo estaba en una fiesta ese día, o sea que también está descartado”, reconoció Pollice.

Por su parte, María Esther Cohen Rúa, titular de Comisión Esperanza (ONG dedicada a la búsqueda de personas desaparecidas), criticó duramente el accionar judicial: “La fiscal no siguió ahondando para llegar a la verdad del suceso. Por lo menos no se molestó para saber algo más sobre lo que pasó”.

Horarios y herencia

No todo terminó en legajos y fojas judiciales. Una disputa menos conocido y más interna divide a ambas familias de la pareja. Entre los Pomar y los Viagrán, el centro de la discusión es la herencia. Es que las pericias realizadas en Lomas de Zamora dictaminaron que Gabriela podría haber permanecido con vida hasta 16 horas después del accidente, cuestión que luego fue desestimada, ya que se aseguró que la muerte de todas las víctimas fue simultánea y al instante del choque.

Eso despertó dudas, ya que el horario de defunción es clave para determinar qué parte hereda los bienes. Es decir, si Gabriela (36) estuvo viva aunque sea por unas horas, habría enviudado primero y luego fallecido, por lo que heredaría las pertenencias de su marido, las que luego de su propia muerte, pasarían a manos de Franco, el hijo de su primer matrimonio. Hasta el momento, el tema está en pleno debate y no hay ninguna resolución confirmada.

María Cristina Robert, en su casa de Pergamino
Un año de dolor

Los días de María Cristina Robert, la mamá de Gabriela, siguen siendo complicados. No es para menos. El trauma aún perdura en su casa, donde según dice conmocionada a 24CON: “En todas las paredes tengo fotos de mi hija y mis nietas. En las habitaciones hasta guardo sus muñecas. En el día a día vivo con un santuario y medicada. Mis días no se los deseo a nadie”.

Su dolor parece persistir y el tiempo no curó ni cura las heridas, esas mismas que hasta el día de hoy siguen abiertas agudizadas por una fuerte sensación de impunidad. “Tengo mucho para quejarme. Sólo tenemos que esperanzarnos de la Justicia Divina. Yo estoy en pie para poder seguir luchando. Escuché tantas aberraciones que si hubiera una justicia justa, por haber hablado así de esta familia tendrían que ser juzgados también. Los policías fueron separados de sus cargos, para los ubicaron en otro lugar. No se los despidió. Los han trasladado de dependencias. Siguen cobrando su sueldo, siguen festejando. Yo no, a mí se me terminó la vida”, confesó.

Si bien los cuerpos de la familia Pomar descansan en el cementerio de Pergamino, a apenas cuadras de su casa, María Cristina asegura que sólo estuvo allí una vez, “el día del entierro”. Por eso este domingo recordará a sus seres más queridos de una manera muy íntima. “Voy a estar en el campito (el lugar del accidente), donde estuvieron tantos días, estaré desde la mañana hasta la noche”, comenta.

Así y todo, María Cristina no desiste a la lucha. Vive medicada y cuenta con el apoyo de su hijo y de sus vecinos. Pero ante nada sobrevive con una esperanza: “Pienso que algún día mi hija y mis nietas me van a tocar la puerta…”.

 

14 de noviembre de 2010

 

Video: Christian Ugalde

 

 

A un año de la muerte de la familia Pomar (5.9 MB)

 

 

 

 

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