Ninfomanía: historias de la adicción al sexo
Los hipersexuales pocas veces saben que padecen una peligrosa adicción.
Lejos de ser un mero método de procreación, el sexo es el pasatiempo de gran parte de la sociedad occidental.
Con sus tabúes y sus placeres es común a cada uno de los seres humanos que caminan sobre la tierra. Sin embargo, para algunos se transforma en una obsesión y un problema.
La adicción al sexo, o hipersexualidad, se conoce como una necesidad incontrolable por el sexo de todo tipo, en todo lugar y sin importar el momento ni los deseos, propios y ajenos. Una obsesión poco reconocida y que rara vez llega a ser tratada como una patología aislada de otras adicciones.
Hace unos meses el caso del golfista estadounidense Tiger Woods, que engaño a su esposa con cuanta mujer y prostituta se le cruzó y tras un escándalo, que incluyó una pelea, un choque y un divorcio, finalizó en una clínica para tratar su adicción al sexo; la obsesión por el coito sin reparo llamó la atención y casi se transformó en moda.
Existen algunos parámetros para reconocer cuando una actividad que se considera placentera, se transforma en una patología o en un vicio.
Los sexoadictos son quienes no pueden controlar sus necesidades de tener sexo y toda su vida y actividades giran en torno al acto sexual. La experiencia está lejos de ser placentera, porque quien la padece no logra saciar nunca su apetito y tiene sexo por mera compulsión.
Las personas que la padecen terminan deprimidas o angustiadas, porque en vez de lograr placer por medio del acto sexual sólo obtienen culpa. Un adicto al sexo probablemente consuma pornografía de manera excesiva, tenga sexo virtual (a través de la web) o por teléfono, recurra a la masturbación frecuente o a encuentros sexuales con desconocidos o prostitutas. A veces se puede identificar a un adicto al sexo en alguien que siente placer por la infidelidad, o por practicar el "voyeurismo" o exhibicionismo, y hasta las relaciones sexuales sadomasoquistas, aunque un factor necesario es la falta de control sobre la pulsión.
Aun cuando en los casos más extremos el sexo llega a acaparar todo en al vida del adicto, y a inducirlo hasta a cometer delitos y crímenes, no siempre es considerado una patología que los psicólogos o psiquiatras deban tratar. Aunque esta concepción de la enfermedad está cambiando.
La Licenciada en Psicología Mariana Suarez, quien además es Educadora Sexual y Profesora, explicó a 24CON que toda obsesión incontrolable es una adicción, una patología: “todo lo que tiene que ver con el exceso no es bueno. La adicción puede ser al juego, a una persona, a alguna sustancia. Tiene que ver con algo que no esta bien en el interior del paciente; es una compulsión a hacer algo y no poder prescindir de eso. Tiene que ver con lo patológico, no es el deseo, sino que está dominado por eso mismo que hace”.
“Cualquier adicción, habla de una carencia interna en la persona que la busca subsanar a través de algo, en este caso a través del sexo. Alguien al que le pasa esto, te va a decir que le gusta, pero hasta que toma conciencia de que no lo puede manejar” apuntó la educadora sexual y continuó, “esta fuerza irrumpe y el paciente lo necesita hacer, no se da cuenta; la niega hasta tocar fondo. Quizás no lo puede registrar, cuando no puede controlar si o si es patológico ya que no tiene el dominio, no está el deseo. Pierde el control. El criterio de realidad se pierde un poco. El ‘Yo’ no puede frenar, lo único que tiene en la cabeza es el objeto de su adicción. Cualquier obsesión patológica empobrece a la persona, las otras aéreas de la vida quedan opacadas, no se sociabiliza, no puede hacer otra actividad, toda su energía esta dirigida al sexo”.
No obstante, según la profesional, la adicción también es producto de la sociedad que no mide ni controla la ostentación en el plano sexual, “Lo sexual esta más exacerbado, en la televisión se banaliza el sexo. La conquista se hace públicamente, lo sexual está desdibujado de lo amoroso, lo afectivo y lo íntimo”.
Si bien las consultas sobre obsesiones sexuales han aumentado no hay que alarmarse ya que existen tratamientos y procedimientos para sobreponerse. Como cualquier otra adicción, con terapias psiquiátricas y psicológicas se puede restablecer al paciente y devolverle el punto de equilibrio a sus actividades placenteras. Empero, ante cualquier duda o incapacidad de control sobre la actividad sexual, no hace mal consultar a un profesional, “existen tres estados: el uso, el abuso y la adicción. Uno no tiene tan claro cuando pasa de un estado al otro. El uso es algo esporádico, el abuso es algo imprescindible y en la compulsión, la adicción, es cuando todo aspecto de la vida de esa persona gira al torno del objeto de su obsesión” finalizó la Mariana Suarez.
12 de octubre de 2010
Fuente: Minuto Uno y Oh La La
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