Príncipe Carlos premió a un cartonero de Ciudad Oculta
El hombre tiene 8 hijos y cartoneando cumplió el sueño de tener una radio propia. Qué se trajo de Londres y por qué la BBC le hizo una nota
Quedó huérfano al año, y a los 17, justo cuando había logrado juntar el dinero para instalar su propia emisora en Misiones, su tierra natal, el hombre sufrió un violento robo que le provocó dos preinfartos y, más tarde, completó la racha la muerte de su primera esposa. Pero no se rindió. Hizo un ping pong por las radios de Iguazú, donde adquirió experiencia frente al micrófono y viajó a Buenos Aires. Fue a parar a la Oculta sin escala.
“Llegue acá con $120 en el bolsillo, mi segunda esposa, dos valijas y mis hijos”, comenta mientras los ocho chiquitos duermen la siesta en la casita de material apostada al pie del “elefante blanco”, el hospital abandonado que da identidad a la villa. La urbe le negó varias veces el trabajo hasta que decidió juntar cartones, porque “es algo digno también”, argumenta.
Si se tratase de una estación oficial, La Milagrosa FM, la única radio de Ciudad Oculta, tendría un rating de 0,5%, un 10% menos que Roberto Pettinato por la 100. “Porque en el barrio tenemos una audiencia de 40.000 oyentes”, dice el creador y actual marido de Carmen, con quien regentea la cooperativa.
En un espacio de 4 metros cuadrados resguardados por chapas, algunas maderas y decenas de gatos, los Núnez plantaron dos computadoras, una consola y un par de micrófonos. Salen al mundo con “la antena más barata del mercado” y mantienen 28 programas al aire. Además, son casi 60 personas que trabajan junto a él entre los talleres de capacitación, de teatro, de comunicación y “todo tipo de ayuda social” que brindan.
- ¿Cómo fue que pasaste de ser cartonero de Ciudad Oculta a emprendedor del año en Inglaterra?
- Fue algo impensado pero es el fruto de cuatro intensivos años de laburo. Cuando llegué a Buenos Aires me puse una meta, que era instalar mi propia radio en un período máximo de tres años y a los dos, ya estaba funcionando. Por eso me eligieron de la Youth Business Internacional, fundación que maneja el príncipe Carlos, por el esfuerzo y por la ayuda que brindamos.
- ¿Cuál es el secreto para llegar a instalar una radio juntando cartones?
- Cuando empecé a cartonear traté de definirme etapas desde un principio. Lo primero que compré fue la computadora, que me llevó dos semanas de unas 19 horas de trabajo al día, todos los días. Cada centavo que juntaba lo ponía en la cuenta de la empresa que me vendió los equipos.
- Íbamos todos los días a los comedores comunitarios y mi señora vendía algunas cosas que nos donaban pero que ya no nos servían (como la ropa de los nenes que les quedaba chica) en la feria del barrio. En la calle no hay francos ni feriados. Con eso pude demostrarle a mi familia, sobre todo a mi esposa que me miraba como si estuviese loco, que podía armar la radio en el tiempo que había proyectado, que eran tres años. Tiempo récord. Así me gané su confianza y apoyo, asunto que posibilitó acortar ese tiempo a dos años.
- ¿Qué fue lo más difícil que te tocó ver en la calle?
- La discriminación hacia el cartonero es terrible. Siempre digo que cuando un cartonero va pasando, las puertas se le van cerrando. Los vecinos no tienen la culpa, pero lamentablemente no saben qué hay escondido detrás de ese cartonero. Nadie se imaginaba, cuando yo revolvía la basura, que podía llegar a crear una radio. Supongo que como yo hay muchísima gente. Algunos lo hacen por sus familias y por la comida; otros por sus sueños.
Aunque FM La Milagrosa copa más de la mitad de su tiempo, Núñez se convirtió en una suerte de empresario al inaugurar otro ambicioso proyecto denominado “The Light of Sound”. Una pequeña compañía que brinda servicios de iluminación y sonido para todo tipo de eventos. No obstante, esta firma “no se logró sólo juntando cartones”, revela el misionero: “Tuve que acercarme a la fundación Impulsar, quienes me financiaron el 50% del proyecto y quienes luego me postularon para recibir el premio en Inglaterra”.
- ¿Alguna vez imaginaste que ibas a ser reconocido a nivel internacional?
- Nunca en mi vida imaginé que iba a llegar a eso. Mucho menos de pasar de cartonear a un lugar que poca gente conoce como lo es el Palacio Real. Fue algo inexplicable. Me quedé como tres minutos boquiabierto cuando el príncipe dijo mi nombre al entregar el premio.
- ¿Cuántos días estuviste en Londres?
- Estuve seis días con toda la actividad protocolar.
- ¿Podés comparar algo de la capital inglesa con la Oculta?
- La verdad, es muy complicado. Inglaterra me hizo dar cuenta de cuánto nos falta aprender como personas, como sociedad y como país.
- ¿En qué detalles viste más reflejado todo esto?
- En el respeto de la gente. Es un país donde te piden disculpas permanentemente. Lo que más escuchás es “perdón” y “muchas gracias”. La gente te pide disculpas por cruzar por enfrente tuyo, una cosa increíble. Nosotros tan acostumbrados a pisarnos, chocarnos y viajar como ganado.
Además del premio inglés, Juan Ramón Núñez ya fue galardonado con el Premio a la Solidaridad en 2008 que otorga el Banco de Nueva York; el premio Impulsar al emprendedor argentino; un reconocimiento de Eter por su labor con La Milagrosa, otro premio internacional y un reconocimiento del Gobierno de la Ciudad.
- Después de tanto esfuerzo, ¿Seguís padeciendo las necesidades con las que llegaste a Buenos Aires?
- La lucha en Ciudad Oculta es muy ardua. Acá hacen falta muchas cosas y hay gente que se muere de hambre. Nuestro trabajo no termina tan fácilmente.
- Viajaste, fuiste reconocido y cumpliste varios sueños, ¿Te sentís cómodo viviendo en Ciudad Oculta?
- Estoy muy contento. Es impresionante el apoyo de todos los vecinos que siempre se acercan. Todos tenemos necesidades y creo que nuestra radio aporta muchísimo para ayudar.
- ¿Qué augurás para que el futuro de los demás pueda ser como el tuyo, en el sentido de poder cumplir sueños?
Queremos dejar de depender del asistencialismo. Eso nos daría a todos la chance de tener tranquila la cabeza y poder crear. No queremos pedir, tenemos que progresar con nuestro propio esfuerzo. A veces les digo a mis amigos “qué injusta que es la vida porque después de todo lo que logramos, seguimos sin teléfono". Cuánto más podríamos haber logrado si tuviésemos todos los servicios. Todo es tan injusto que hasta cumplimos una función social, en algunos casos, más importante que el Gobierno mismo y nos faltan cosas básicas para subsistir.
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