Oficiaba en la diócesis Merlo-Moreno

El obispo del escándalo se separó y se fue a España

Bargalló rompió con la mujer de las fotos y volvió a los hábitos. Benedicto XVI lo mandó a Barcelona a "reencontrarse con Dios". Ella está deprimida.

Fernando Bargalló, el ex obispo de la diócesis Merlo-Moreno, finalmente tomó distancia del apasionado romance que vivió con la empresaria María de las Victorias Martínez Bo, que en su momento fue un escándalo mediático y derivó en su renuncia. Hace tiempo se recluyó en un convento en Barcelona, España, donde estudia teología lejos de la prensa y las posibles tentaciones.


Desde que salió a la luz su prohibida historia de amor, en el mes de junio pasado, el también ex titular de Cáritas para Latinoamérica se cuidó de mantener un perfil muy bajo, al punto de que nadie sabía dónde vivía. Los fotógrafos se cansaron de hacerle guardia y nunca lo encontraron.


Según consigna la revista Democracia, al principio Bargalló se quedó viviendo en su casa de Merlo pero, como tenía constante guardia periodística, se fue cinco meses a un seminario en la localidad bonaerense de Martín Coronado, hasta que la Santa Sede, a través del nuncio apostólico en Argentina, Emil Paul Tscherring, lo envió a Roma.


Una vez en el Vaticano, el “pacador” debió dar explicaciones de lo sucedido. Pero su caso no fue alarmante para el ahora Papa Emérito, Benedicto XVI, porque no había cometido ningún delito más que enamorarse. Incluso se comprobó que - a diferencia de lo que se especuló - no había usado dinero de Cáritas para hacer el polémico viaje con la mujer, sino que se valió de una herencia que había cobrado de su madre y, lo que le sobró – la mitad –, lo terminó donando para beneficencia.


Así, el “castigo” del ex Papa sólo fue enviarlo a España a hacer un curso para reencontrarse con Dios. Allí permanecerá hasta que sea elegido el nuevo Sumo Pontífice y éste “le asigne una capilla en algún lugar de América del Sur”, explicó uno de sus hermanos a la mencionada publicación.


La historia de Bargalló y Martínez Bo se conoció luego de que, en el verano de 2011, ambos decidieron hacer un viaje a las paradisíacas playas mexicanas de Puerto Ángel, y fueron retratados juntos en fotos que se difundieron en los medios meses después. En ese entonces, dieron explicaciones insólitas para minimizar el caso, pero finalmente todo fue blanqueado y él decidió alejarse de su cargo en la Iglesia.


Sus conocidos ya no creen que vuelvan a estar juntos porque, en Barcelona, el religioso volvió a elegir los hábitos por sobre el amor. Al parecer, la empresaria gastronómica está muy triste por el final de la relación. Acompañada de sus hijos, Jaime y Sofía, pasa los días en su departamento de la calle Naón, en Belgrano R. Su otro hijo, Andrés - el menor – también se fue a vivir a España.


Pero sus amigas descartan que haya un encuentro con Bargalló cuando la mujer vaya a visitar al joven. Dicen que ya no quiere saber más nada con él y que quiere “superarlo”. Por la depresión, además, dejó de trabajar: vendió su parte del restaurante Jolie Bistró el año pasado y casi no se la ve por el barrio. El ex obispo también “desapareció” y no volvió al lugar a ver a su enamorada, como solía hacer antes de que los descubrieran. 


El ex marido de Martínez Bo, el médico y ex jugador de rugby de “Los Pumas” Ricardo César Mastai, salió muy golpeado después de que se conocieran las fotos. El mismo sacerdote había casado a la pareja y bautizado a sus tres hijos, y el mayor, Jaime, era su ahijado.


Los tórtolos frustrados se habían conocido de chicos, durante unas vacaciones en La Cumbre, Córdoba. Las dos familias eran muy amigas y cuando volvían a Buenos Aires seguían en contacto. Este año, la rubia casi no pasó por el pueblo serrano. “Ella se hartó de él. ¿Hasta cuándo lo va a esperar?”, comentan por allá. Aunque la mujer tiene varios pretendientes, aseguran que no está interesada en tener otro novio por el momento.

 

1º de marzo de 2013

 

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