El genocidio ambiental más grande de la historia llegó a la justicia Argentina

Se embargarán u$s 19.000 millones para recuperar 500 mil hectáreas y resarcir 30 mil afectados.

Por María Clara Arias

Más de 500.000 hectáreas de selva virgen destruidas. 60 mil millones de litros de agua contaminada. 650 mil barriles de petróleo vertidos en la tierra. 306 mil casos de cáncer en 227 familias. Enfermedades congénitas. Malformaciones. Más de 2 mil personas muertas. Dos comunidades indígenas extinguidas y 30 mil afectados. El peor genocidio ambiental en la historia llega hoy a la Argentina.

La multinacional “Chevron Corporation” fue condenada por la justicia ecuatoriana, con el aval de la Corte Suprema de Estados Unidos, Brasil y Canadá, a pagar 19 mil millones de dólares para el resarcimiento de 30 mil afectados y la recuperación de 500 mil hectáreas amazónicas que quedaron inutilizadas por una “mala praxis” petrolera a lo largo de tres décadas.

24CON habló con los protagonistas de lo que fue considerado el peor daño ambiental de la humanidad, quienes explicaron cómo se originó este genocidio a la naturaleza, por qué sucedió y qué rol juega la justicia Argentina en el “embargo del siglo”.

La petrolera “ahorrista y racista”

Desde 1964 hasta 1992, Texaco (ahora Chevron Corporation) exploró, construyó y operó pozos y estaciones de producción petrolera en la región norte del Amazonas  ecuatoriano.

Cuando la multinacional llegó a la región, recibió una concesión de alrededor de 1.500.000 hectáreas de selva virgen, en la que habitaban ocho comunidades indígenas- de las cuales dos (Tetete y Sandaguari) se extinguieron por completo- y sumaban un total de 30 mil personas.

 

Luego de casi tres décadas de explotación, Chevron dejó una gigantesca contaminación que es reconocida por expertos como el peor desastre petrolero en el mundo, no sólo por los daños en las aguas y el suelo, sino por el alto índice de indígenas y campesinos con cáncer.


“La compañía llegó para ahorrarse dólares usando tecnología barata, contaminó ríos, destruyó selva, les quitaron la libertad a las comunidades indígenas. Por eso empezó una batalla legal en 1993”, expresó a 24CON el nativo Luis Yanza Betha.

Pero, ¿cómo se llegó a una contaminación de tal magnitud? Pablo Fajardo, el abogado líder que estudió en el Amazonas para sumarse a la lucha, explicó que “por dos razones: en primer lugar por ahorro y ganancia. Es decir, Chevron tenía tecnología para no dañar, pero no la utilizaba para ahorrarse 3 dólares por barril. Y en segundo lugar por racismo, ya que desde la empresa dijeron que la amazona no era habitada por ningún ser humano”.

La empresa eligió no aplicar las técnicas de limpieza que eran estándares en el mundo, y que ellos mismos aplicaban en su propio país en dicha época. En términos un poco más técnicos, Chevron no reinyectó en el subsuelo los desechos tóxicos (agua de formación) que emergen en el proceso de perforación y no impermeabilizó las piletas de petróleo que se construyen al lado de los pozos. Todo esto, provocó un desastre natural sin precedentes.

Pueblos originarios vs Multinacional

En 1993, las ocho comunidades afectadas iniciaron una demanda contra Chevron en Estados Unidos. “Por 9 años la empresa pidió que la causa vaya a la justicia ecuatoriana, presentando fallos para que se haga en la corte de Ecuador. Incluso, llegó a un acuerdo con el Estado para remediar parte del daño, pero no lo hicieron. Sólo cubrían las piletas de petróleo con tierra”, señaló Fajardo a 24CON.

Luego de una lucha judicial  de más de 10 años, Chevron logró que el caso se trasladara a la justicia ecuatoriana. “La única condición que puso Estados Unidos para que el juicio se hiciera en Ecuador, fue que Chevron se comprometa a cumplir el fallo en Ecuador”, explicó Enrique Brochou, abogado argentino en la causa.

En mayo 2003, más 30.000  pobladores, colonos y comunidades indígenas demandaron a Chevron. Durante los 9 años que duró el proceso en Ecuador se realizaron más de 80.000 pruebas periciales. Y finalmente, “en 2012 llegó la condena por 19 mil millones de dólares”, contó Fajardo.

Sin embargo, “cuando sale la sentencia la desconocieron y se fueron corriendo a Estados Unidos a decir que el fallo no tenía validez. Intentaron frenarlo pero finalmente la Corte Suprema ordenó el embargo”, afirmó Brochou a 24CON.

El rol de la justicia Argentina

La incógnita es, ¿qué tiene que ver nuestro país en el conflicto? “Estamos yendo a todo el mundo, es un deudor moroso y está escapando para evitar pagar. La sentencia permite embargar los bienes de la multinacional en cualquier país del mundo, donde estén los activos. Y aquí hay activos de Chevron”, explicó Fajardo.

Existen tratados internacionales que permiten exportar embargos, es decir, la justicia de un determinado país puede ordenar el embargo en otro para que se cumpla la sentencia. “El 15 de octubre pasado, pasó esto en Argentina y Colombia. El juez ecuatoriano le mandó una carta al juez argentino ordenando que trabe los activos de Chevron en el país”, detalló el abogado Brochou.

“El juez ordenó embargar todas las acciones en Argentina, los dividendos, las cuentas bancarias y el producido de las ventas. Mientras que en Colombia todas las ventas de gas y las estaciones de servicio”, agregó.

Tras la inmensa victoria, el nativo Yanza Betha expresó a 24CON que “estamos aquí porque queremos compartir nuestra alegría con ustedes, los pueblos humildes hemos ganado a una multinacional, y el sistema judicial argentino tiene que cumplir la última parte de la lucha”.

“El dinero no va a ser repartido, es una decisión colectiva, para reparar el ambiente contaminado, para implementar un sistema de agua potable, un sistema de salud y para recuperar la cultura de los pueblos originarios”, detalló.

Por su parte, Enrique Brochou concluyó: “Este no es un fallo contra las petroleras, ni contra ninguna inversión, sólo queremos que sirva como ejemplo para que cuando las multinacionales vengan a explotar los recursos naturales a América Latina, cuiden nuestra tierra como cuidan la suya. Queremos una inversión extranjera responsable”.

 

31 de octubre de 2012 

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