Los pochoclos del cine son una bomba para la salud
Un estudio advierte sobre el peligro de la ingesta "desproporcionada" de snacks en las salas. Cuántas calorías tiene el balde grande.
Especialistas en nutrición dieron el alerta por el consumo en los cines de pochoclos y otros snacks con nulo valor nutritivo, que ayudan a la mala salud personal y fomentan la epidemia mundial de obesidad. “Lo que engorda es comer compulsivamente, no ver la comida, no tener idea del tamaño del plato y hacerlo distraídamente, como se hace en el cine”, advierten.
La Fundación Daat (Inteligencia en el tratamiento de la obesidad y diabetes) realizó a través de su directora Viviana Baranchuk un estudio respecto de la ingesta pochoclera en las salas, para cuantificar el “consumo masivo y desproporcionado, sobre todo en adolescentes y adultos, que resulta a corto y mediano plazo en un daño importante para la salud”, publica el diario Perfil.
El trabajo, titulado “¿Qué consumimos al comer pochoclos?”, revela que el envase mediano de 200 gramos aporta casi 800 calorías, aproximadamente el 40% de los requerimientos calóricos diarios de un adulto.
El envase grande (375 gramos), en tanto, tiene 1500 calorías y el extra grande (450 gramos) 1800 calorías, casi el 90% del requerimiento energético diario. La cosa empeora si se tiene en cuenta de que son calorías sin nutrientes y que van acompañadas por súper vasos de gaseosa.
Entre las conclusiones del estudio se señala que “los pochoclos son un alimento altamente nocivo para la salud y es imperioso que la población conozca su valor calórico y por ende su valor perjudicial”.
“Son snacks que no alimentan y que tienen un consumo altamente masificado. Se está produciendo una generación de obesos y futuros diabéticos”, remarcó la especialista Baranchuk, y agregó: “Se debe poner coto a lo que parece un proyecto alimenticio de las industrias en función del comer compulsivo: fast-food en los shoppings, nachos y pochoclos en los cines”.
Según su experiencia la cantidad correcta de pochoclo para consumir sería “una tacita de café con leche, no más, para sacarse el gusto”.
“En el cine es donde la persona no tiene conciencia de lo que come, no ve la porción, se descontrola. Es como un acto maníaco. Se va al balde a consumir permanentemente hasta que se termina. No hay límite y no se produce la saciedad. Hasta que no termina la película no para de comer. Es una ingesta inconsciente”, advierte Baranchuk.
Mónica Katz, otra experta en nutrición, complementa: “El entorno del cine tiene dos elementos que funcionan como distractores: uno es la oscuridad; el humano ancla mucho en lo visual. El otro, la concentración en las películas, las emociones que despiertan. Hace falta un esfuerzo mental muy grande para detener la ingesta”.
Sin embargo, Katz no cree que la prohibición sea el camino. Aunque quizás “sí habría que poner un tamaño máximo del pochoclo”.
Según la web Cines Argentinos, la mitad de la facturación en los grandes complejos corresponde a alimentos: en julio pasado se facturaron más de $ 100 millones por este concepto.
Por su parte, el informe de la Fundación Daat publica que los hombres argentinos ocupan el lugar número 18 en la lista de obesos con casi el 28% de afectados, mientras que las mujeres ocupan en el puesto 47 con el 31%.
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