Esperó 13 años para llevar a juicio al asesino de su hija
La madre investigó hasta que atraparon al sospechoso. Por el caso, los hermanos barras de Merlo estuvieron presos en Sierra Chica.
“Estoy ansiosa para que llegue ese día. Son muchos años de caminar, golpeando puertas. Algunas se abren, otras se cierran. Espero que esto termine bien”, explicó Marcelina Barbosa a 24CON. La madre de Marisa actúa como parte damnificada y declarará durante el juicio.
Marisa subió en la remisera al Fiat Duna de Guillermo Troncoso, un chofer que conocía porque ya varias veces la había llevado hasta el bar y de regreso a su hogar, ya se conocían. El Duna tardó en volver a “El Toque”, lo que llamó la atención de los otros choferes. Además, Guillermo se había cambiado la ropa, según explicó, porque se había ensuciado. Los datos no pasaron de ser el comentario de la noche, pero se transformaron en indicios cuando en la madrugada apareció el cuerpo de la menor tirado a un costado de la Ruta 200, a la altura del barrio Parque San Martín.
Marisa había sufrido un intento de violación, aparentemente se había resistido al ultraje por lo que su victimario decidió apuñalarla con un destornillador. Su cuerpo presentaba nueve puntazos desparramados desde el cuello hasta la cintura. Las heridas demostraron que se había resistido hasta el último aliento.
La causa no tuvo sospechosos hasta que se señalaron a dos vecinos de la menor, los hermanos Dante y Carlos Salazar, quienes estuvieron presos en Sierra Chica y luego salieron en libertad (ver "A mi hermano no lo voy a matar, pero si me viene a buscar voy a defenderme").
Varias irregularidades atrasaron la investigación: desapareció la ropa de la menor, donde había manchas de sangre y restos de piel y pelo de su agresor; y desaparecieron algunas de las uñas de Marisa, donde habría quedado piel del abusador, suficiente como para identificar su ADN.
“Trabajaron mal los policías desde un principio, no allanaron la casa del remisero, no secuestraron el auto...”, explicó Barbosa y continuó, “yo fui a la remisería cuando apareció el cuerpo de mi hija. Pregunté quién la había llevado. Guillermo se me acercó y me dijo, yo la llevé, pero no hablamos mucho más. No sé si está gordo o flaco. Tenia 26 años, ahora no se como estará”.
Pocos días después del crimen, el chofer dejó su trabajo sin dar explicaciones y sin dejar rastros. Las dudas de sus compañeros comenzaron a señalarlo. Ante la inacción policial y de los fiscales, Marcelina Barbosa se hizo cargo ella misma de la investigación por el asesinato de su hija. Formó la ONG Unidos por el Dolor Buscamos Justicia y trabajó junto con la asociación MAFAVI. Con el tiempo surgieron más datos sobre el remisero desaparecido: “Guillermo Troncoso había sido acusado de abuso e intento de homicidio pocos años antes, incluso había cumplido una condena en la Unidad Carcelaria de Córdoba por 'robo agravado y abuso sexual'".
El empuje generado por Marcelina consiguió que el caso no se cerrara y que aún pasado más de una década, los fiscales siguieran investigando. Siempre sospecho del remisero, pero recién hace un año consiguió que los investigadores rastrearan a Troncoso.
Hace apenas una semana, Troncoso fue detenido en Rio Ceballos, a 30 kilómetros al norte de la Ciudad de Córdoba. Ya no era remisero, ahora trabajaba en una gomería. “Espero que se le de una condena ejemplar. Las condenas son muy débiles, muy livianos. Le dan 10 años y en 4 está libre. Espero le den muchos años”, finalizó Barbosa.
9 de octubre de 2012
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