Por qué los Testigos de Jehová no pueden cantar el himno ni brindar
Además de la prohibición a las transfusiones de sangre, sus fieles fundamentan en la Biblia otras prácticas polémicas. Sus explicaciones.
El caso de Pablo Albarracini, el Testigo de Jehová que permanece internado desde el 5 de mayo en la Clínica Bazterrica por las heridas de bala que recibió durante un robo, puso en el foco del debate a esta organización religiosa y a sus creencias. Para muchos, el hecho de no aceptar transfusiones de sangre es un comportamiento sectario y retrógrado. Para otros, se trata de un precepto válido impuesto por este credo y, como tal, no puede ser violado por aquellos que lo profesan.
La Corte Suprema se expidió a favor de la voluntad del paciente, que dejó una declaración firmada y certificada por escribano, en la que expresa su acatamiento a esta norma. Ahora, además, se sumó la muerte de una Testigo en Concordia - Iris Fracalossi, de 35 años – por negarse a la transfusión, y la polémica creció.
De acuerdo a esta iglesia, el rechazo a la sangre se fundamenta en un mandato bíblico del libro “Hechos de los Apóstoles”, en su capítulo 15, versículos 28 y 29. “Abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de los animales estrangulados y de la impureza. Haréis bien en guardaros de estas cosas”, se lee en este pasaje.
Los fieles consideran que la sangre es sagrada a los ojos de Dios, porque el alma – y por ende, la vida – se encuentra en ella. En este sentido, incorporar sangre al organismo es incorrecto, al igual que consumir la carne de un animal que no haya sido “desangrado debidamente”.
“El Testigo acepta todo tratamiento médico y avance científico para sostener la vida, pero la única objeción es la transfusión. No son fanáticos que abandonan y dejan morir a los pacientes, sino que buscan otro tipo de opciones. Podemos citar un montón de casos en los que se comprobó que, a raíz de transfusiones, hubo contagios masivos de distintas enfermedades. Lo positivo de las técnicas quirúrgicas sin sangre es que no tiene efectos secundarios y son más seguras”, explicó Ángel Mattiacci, del Servicio de Información pública de la Asociación de Testigos de Jehová, al sitio InfoNews.
Además, aclaró que lo firmado por personas como Albarracini es “un documento médico, no un contrato, y no habla de plata ni de dejarle las posesiones a nadie. Cada Testigo decide hacerlo o no”.
Si bien esta prohibición sobre la sangre es quizás la más conocida, hay muchas otras que diferencian a ésta iglesia de otras religiones. La Sociedad Watchtower, que nuclea a los más de 7 millones de Testigos de Jehová de todo el mundo, publica en su sitio web la explicación y justificación de cada una de ellas.
No deben cantar himnos ni hacer nada que ensalce a la patria y la bandera. Tampoco pueden servir en ningún ejército.
Los Testigos de Jehová creen que los verdaderos cristianos profesan ante todo un “auténtico amor entre sí”, sin discriminación, deferencias ni odio por etnia ni nacionalidad. Por eso, no toman partido en ninguna guerra y consideran que los países y naciones son una forma de dividir a los “hermanos”. “Los discípulos de Jesús no son parte de este mundo malvado. No se mezclan en las cuestiones políticas ni en las controversias sociales del mundo”, dicen.
No pueden ser deportistas ni apoyar las competencias deportivas.
En primer lugar, se prohíbe porque esto genera nacionalismo. Además, porque establecen que “los cristianos verdaderos se preocupan por la seguridad y por evadir los peligros”, y así “no arriesgan innecesariamente la vida sólo por placer o emoción”, como sucede en los “deportes violentos, que deliberadamente se lastima a otras personas”. También evitan “cualquier esparcimiento que fomente la violencia”.
Los matrimonios se realizan sólo entre Testigos y no se pueden romper.
Al igual que en muchas religiones, creen que “la Palabra de Dios no recomienda la separación como la manera de resolver los problemas”. Pero la esposa puede separarse de su marido si él se niega a mantener a su familia, si es violento y hace peligrar su vida, o si se niega a cumplir los preceptos de los Testigos. Al igual que en la Iglesia Católica, las relaciones sexuales prematrimoniales, el adulterio, el incesto y la homosexualidad “son pecados graves contra Dios” y, si un hombre y una mujer viven juntos sin estar casados, deben separarse o casarse legalmente.
No deben celebrar los cumpleaños, la Navidad ni las Pascuas.
Los Testigos consideran que Jesús no nació el 25 de diciembre, sino alrededor del 1 de octubre, y que nunca mandó a los cristianos a celebrar su nacimiento. “Lo que sí les dijo que conmemoraran, o recordaran, fue su muerte”, dicen. Por eso, la Navidad, la Pascua y todas sus costumbres “provienen de religiones falsas y paganas de la antigüedad”. Del mismo modo, aseguran que las únicas dos celebraciones de cumpleaños que se mencionan en la Biblia corresponden a personas que no adoraban a Jehová: el faraón egipcio y el rey Herodes.
No pueden brindar en la mesa.
No deben fumar, consumir drogas ni tomar alcohol o comer en exceso.
No pueden participar en juegos de azar.
No deben dar limosna a los mendigos ni colaborar en campañas caritativas.
No pueden llevar elementos ni joyas de oro.
Al rechazar la codicia, los Testigos prefieren que el dinero sea dado como aporte a la congregación antes que sea utilizado en lujos personales. Además, según su doctrina, la Biblia dice en el libro de “Hechos” que “no debemos imaginarnos que el Ser Divino sea semejante a oro, o plata, o piedra, semejante a algo esculpido por el arte e ingenio del hombre”. Por eso, también rechazan la adoración de cualquier tipo de imagen que represente a Dios o a Jesús.
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