Luján

Un vecino los picaneó por tratar de impedir el desalojo de una mujer golpeada

Dos personas terminaron en el hospital por el shock eléctrico. La pelea, con piñas y cadenazos, se originó por una vecina a la que su marido ciego echó de la casa con falsas denuncias. La historia.

A mediados del mes pasado, trascendió que una pelea entre vecinos del barrio Fonavi de Luján, en la esquina de Alberti y General Paz, había dejado tres heridos - uno de ellos, policía – y un detenido, el cual estaba acusado de agredir a golpes a un no vidente, a su sobrina y un efectivo de la Comisaría Primera que habría llegado al lugar para calmar los ánimos. Sin embargo, ahora se conoció otra versión de lo sucedido, donde las supuestas víctimas pasaron a ser victimarios y los verdaderos afectados denunciaron al agresor por atacarlos con una picana eléctrica. 

La disputa se originó cuando un grupo de personas salió en defensa de Teresa Peralta, una vecina desalojada injustamente por culpa de una maniobra turbia de su ex pareja, el no vidente Abel Acosta, de 63 años. El joven de 23 que portaba la picana, Leandro Fredes, sería marido y hermano de dos sobrinas de Acosta, que también intervinieron en la riña callejera.  
La esquina de los violentos incidentes.

Fredes genera miedo en la cuadra, donde ya lo conocen por ir armado con una escopeta a bordo de un Renault 12 y por haberle puesto un revólver en la cabeza a un nene de 3 años, según reconstruye el diario “El Civismo” de Luján. Como, a pesar de estos antecedentes, está libre, los vecinos creen que contaría con protección policial.

De hecho, ahora quedó imputado por "lesiones leves, violación de domicilio y resistencia a la autoridad", cargos que son parcialmente falsos, porque quienes figuran como agredidos realmente no lo fueron y porque el joven nunca habría golpeado a un policía. Además, la causa no menciona nada sobre la descarga eléctrica que dejó en el hospital a dos personas.

Peralta y Acosta vivían juntos en su casa del barrio Fonavi, destinada a personas discapacitadas, que escrituraron a nombre de ambos. Luego de una separación de años, Acosta – que, a pesar de su ceguera, es profesor de Aikido – volvió a la propiedad y, según testigos, comenzó a maltratar física y verbalmente a la mujer. Mientras ella se negaba a hacer la denuncia, él se escudaba en su discapacidad para acusarla falsamente de golpeadora en la Comisaría de la Mujer.

Así, la acumulación de denuncias hacia Peralta llevó a la Justicia a que ordenara su desalojo y le impusiera una exclusión del hogar. Pero los amigos del barrio, que sabían lo que realmente sucedía, repudiaron esta decisión y volvieron a asegurar que Teresa es la verdadera víctima de la violencia de género.

Cuando las sobrinas políticas de Acosta anunciaron entre insultos que habían conseguido la orden de desalojo a todo el vecindario, la mayoría de la gente salió de sus casas y se solidarizó con la mujer. En tanto, un grupo de efectivos se hizo presente en el domicilio y advirtió que, si Teresa no se iba de la casa, la iban a sacar por la fuerza.

Así, comenzaron a llegar también los familiares del hombre y la bronca fue creciendo, al punto que los vecinos apedrearon la casa pidiendo el regreso de Teresa y que se vayan “los intrusos”. Así, intervinieron las sobrinas de Acosta, arribó Fredes en su Renault 12 y todo se desmadró.

La pelea se inicio entre dos mujeres: una vecina y una de las familiares del no vidente. Además de insultos, amenazas y golpes de puño, una de ellas atacó a la otra con una cadena. En medio de esta escena, Fredes, lejos de calmar la discusión, sacó su picana y aplicó varios “toques” sobre los cuerpos de una vecina llamada Andrea y de un muchacho de nombre Cristian.

Además, le puso un revólver en la cabeza a otra mujer, disparó al menos tres tiros al aire, lanzó proyectiles de plomo con una gomera contra varias casas, amenazó con tomar represalias y huyó en dirección a la Escuela Parroquial José Cardijn. En la esquina de Vélez Sarfield y Alsina lo esperaba un amigo en una moto, con la que escaparon rápidamente, para evitar que los alcanzaran y lincharan.

Cuando llegaron los policías, ingresaron en la casa de Fredes – aparentemente, sin orden judicial –, lo agarraron del cuello, se lo llevaron detenido y lo imputaron de los mencionados cargos “leves” que, presuntamente, nunca cometió.

Los dos agredidos con la picana terminaron internados en el hospital. Si bien la mujer presenta algunas secuelas, la situación de Cristian fue aún más delicada, ya que recibió cuatro golpes de electricidad. Pero en el hospital solamente quedó registrado el ingreso de Andrea – quien luego hizo la denuncia –, mientras que al joven lo ignoraron por completo y la Policía, hasta ahora, no se había enterado de su situación. 

Estas nuevas versiones salieron a la luz cuando el jefe de la Policía Distrital, Marcelo Oberti, se reunió con los vecinos, logró ubicar a las dos personas agredidas con la picana y pudo escucharlos. Oberti no descartó la posibilidad de que las diferencias entre vecinos se acrecienten y deriven en un “final trágico”, como así también la necesidad de ordenar detenciones en lo inmediato, informa “El Civismo”.

Teresa Peralta, por su parte, permanece sin poder acceder a su casa y se aloja con familiares, mientras los muebles están repartidos entre los hogares de los vecinos que salieron a defenderla. 
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