Sometía a su mujer y su mascota al mismo tormento

Ella se escapó de su marido pero volvió por Otto, su perro. "Él utilizaba al animal como instrumento para someterla. Hasta llegó a quemarlos a ambos con agua caliente", dijeron a 24CON.

La víctima y el victimario tienen identidad reservada. Por el tipo de causa, que tramita en un Juzgado de Familia, de ninguno de ellos se puede decir quiénes son realmente. Pero Otto no está bajo la lupa de la ley. Aunque también fue víctima.


Noelia R. y Otto se conocieron en una veterinaria un año y medio atrás. Pese a su avanzada sarna, ella lo adoptó de inmediato, lo bautizó y prometió cuidarlo hasta las últimas consecuencias. Y cumplió.

 

Pronto el cachorro maduró sano y salvo. Sin embargo, la felicidad de ambos duró poco: el concubino de Noelia era violento y, durante los últimos cuatro años, se dedicó a golpearla, maltratarla e incluso llegó a quemarla. Otto sufrió las mismas consecuencias.


Cada vez que la pareja discutía, el hombre “utilizaba al can como instrumento para someterla, golpeándolo reiteradas veces, arrojándolo por las escaleras y hasta quemándolo con agua caliente, ataques todos que terminaban con el animal en la veterinaria”, relató a 24CON el director del Centro de Prevención de Crueldad al Animal (CPCA) Jorge De Marco.

La mujer no encontraba forma de escapar de ese calvario. Como remedio, ella llevaba al perro al veterinario y le mentía al decir que se había caído de la escalera o quemado con la estufa (lo mismo que le decía sobre sus lesiones a la familia y amigos) por vergüenza y para evitar represalias de su pareja.

 


Noelia pudo ponerle fin al tormento semanas atrás. No aguantó más ser denigrada y lacerada. Planeó la huida mientras su cónyuge estaba “en otra”. Encontró el momento justo y salió como pudo del PH que juntos alquilaban en el barrio de Caballito, sobre la calle Acoyte. Corrió dos cuadras hasta llegar a la Comisaría 13 y radicó la denuncia. Tenía las manos vacías y un corredero de lágrimas en los ojos.

Tras la intervención del Juzgado Nacional N°23 de la Ciudad de Buenos Aires, el jueves pasado Noelia regresó a su ex hogar para retirar pertenencias personales, entre ellas estaba lo más preciado: Otto.

Allí se dirigieron también los miembros del CPCA, la Policía Federal y la subdirectora del Instituto de Derecho Animal del Colegio de Abogados de San Isidro, Susana Dascalaky.

“Se vivieron tensos momentos ya que había una cerrada resistencia por parte del victimario en entregar al animal, que permanecía encerrado en un baño”, relató el director del CPCA. Afortunadamente, “en una maniobra engañosa se logró que (el hombre) mostrara al cachorro para verificar su estado de salud y así fue que rápidamente un efectivo del CPCA tomó en brazos al animal y se alejó de la puerta”.

El momento más esperado fue el reencuentro. Noelia y Otto se trenzaron a besos mientras miembros de la Federal contenían al hombre, quien “se había puesto muy violento”, según los testigos.

No es otro caso de violencia

Para los profesionales, el caso Noelia-Otto no es un simple compendio de fojas archivadas sino un ejemplo de trabajo a futuro. “Demuestra que trabajar en la detección de maltrato a los animales presenta una alta posibilidad de que si este existe se esté frente a un hogar violento hacia la mujer y los niños”, explicó a este medio Dascalaky.


Al parecer, lo que “se venía estudiando en teoría acá se nos dio en la práctica”, sostuvo la abogada especializada en defensa de los derechos de los animales. Y agregó: "Noelia autorizó la publicación de su imagen con el solo fin de que otras personas que padecen su situación sepan que se puede lograr una medida de protección para la mujer y su animal víctimas de violencia”.

 

14 de marzo de 2012

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