Avellaneda

La casa donde Jesús y la Virgen lloran sangre

Su dueña también tiene estigmas. La historia del lugar que se convirtió en un centro para creyentes.

Dicen que la fe mueve montañas. Y las lágrimas de sangre de una imagen de la Virgen y de otra del Sagrado Corazón de Jesús son prueba de ello. En efecto, el fenómeno (o el milagro), convirtió la casa de Marta Rosemberg en un centro para los creyentes que viven en Avellaneda.

Si bien el Cristo comenzó a llorar el domingo y la Virgen ayer, la historia comenzó en junio de 2011 cuando Marta (que era de religión judía y psicóloga de profesión) compró una lámina con la imagen de Jesucristo. Cuando “empezó a sangrar, a lagrimear sangre, pasé de lo sistémico a lo espiritual en 15 minutos; yo desconocía del tema porque soy de familia judía. La lámina que tenía colgada comenzó a lagrimear sangre de forma muy copiosa, en un lapso de tres o cuatro meses, de forma hemorrágica”, recuerda la mujer al diario Crónica. “Ahí comenzó todo”, asegura.

Con el tiempo, la imagen dejó de llorar sangre, pero entonces fue Marta quien se convirtió en protagonista. Es que en sus manos y pies comenzaron a manifestarse los estigmas de Jesús, a cualquier hora y lugar. Su vida cambió.


“Empecé a escribir de forma automática, comencé a oír voces; por supuesto que la primera que se asustó fui yo. A medida que pasaba el tiempo no encontraba una explicación científica, de hecho al ser psicóloga ponía la razón por sobre el corazón. No me parecía un milagro ante tanto escepticismo a priori, no porque no creyera, sino porque me estaba pasando a mí, en mi casa”, dijo Rosemberg. Lo cierto es que, con el paso del tiempo, los estigmas la dejaron sin trabajo y confinada al encierro de su casa. “Es una tarea ardua llevar una cruz tan pesada porque no es nada fácil... es maravillosamente terrible. No sé por qué me ocurre a mí, porque se me abren las manos, los pies, la espalda, la corona de espina. De hecho no tengo ninguna patología declarada, ya que estoy controlada por cardiólogo, psiquiatra, dermatólogo, esto me llevó un costo muy grande, tuve un infarto. Mis sangrados son constantes y después me enteré de que eran estigmas, mucha gente quiere verme y tocarme porque soy un fenómeno para ellos”.

Marta agregó que “estoy mucho en casa, cuando no tengo abiertos los pies voy a dar una vuelta a la plaza, y ya no puedo ir al cine, con lo que me gusta hacerlo. De hecho no puedo trabajar, hace diez años que no lo hago, porque cuando lo hice, tuve que dejar a los tres meses porque mientras atendía a alguna persona comenzaba a llorar lágrimas de sangre. Tuve que abandonar”, asegura Marta.

A diez años del primer hecho ocurrido en junio del 2001, el domingo pasado por la tarde una imagen de Jesús volvió a llorar sangre en la casa de Marta (en la calle Ceballos al 1600), y ayer lo hizo la Virgen del Rosario (que está cerrada herméticamente en una pequeña cajita de vidrio). Las imágenes distan un metro una de la otra. En ambos casos es la primera vez que ocurre en una casa donde su moradora ya es noticia desde hace varios años.

 

Fotos: Crónica
21 de septiembre de 2011

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