Néstor Kirchner, aproximación a su voz en la Historia

Por Jorge Areta
Tengo un registro desordenado pero aún así bastante preciso de un día del año 2005 en que el entonces Presidente Néstor Kirchner leyó en algún auditorio de la Feria del Libro una poesía de mi padre Joaquín Areta. Lo recuerdo íntimamente, como parte de una victoria personal, cotidiana, anónima pero necesariamente masiva en su carácter relativo y a la vez tangible de “hecho histórico”.

“Joaquín Areta, detenido-desaparecido en junio de 1978”, el nombre de mi papá se completa ineludiblemente con esa condición histórica y esa fecha… como el bordado invencible de un pañuelo. Es que repetir el nombre de los desaparecidos en singular es un ejercicio de memoria colectiva si es cierto aquello de que “morimos realmente en la muerte del último que nos recuerda” (¿o nos lee?).  Néstor Kirchner recitando las sencillas razones por las que un hombre quisiera ser recordado en un poema cuyas palabras lo “comprenden”. Palabras de un poeta anónimo que se completan fundidas en su nombre como una consigna, una reivindicación. Las palabras póstumas revelándose como caminos.  

Es claro para mí que las poesías de mi padre ya no me pertenecen. Por alguna razón escribo desde hace mucho tiempo y la figura misma de Joaquín Areta (Padre) es para mí  una construcción hecha fundamentalmente de palabras, de dogmas y citas, de máximas y anécdotas heroicas en una tradición familiar que llega hasta mi bisabuelo. Solo editando un pequeño libro de Joaquín llamado “siempre tu palabra cerca”, meses antes de la muerte de Néstor, pude confrontar con el presente los pocos poemas de mi papá, soltarlos con sus fortalezas y sus debilidades, con la impronta por momentos ingenua de su urgencia militante, con el impulso intacto de su juventud eterna. Esa edición fue la culminación de una forma personal de nuestro duelo hecho de años de palabras y ausencia.

Que el poema de mi papá “quisiera que me recuerden” sea una suerte de natural “epitafio histórico” de Néstor Kirchner, además de enorgullecerme,  me remite no tanto a cuestiones estéticas o históricas sino  a cuestiones más básicas de la naturaleza humana.

Algunos Hombres (o el relato inmortal de sus vidas) dejan en el camino la certeza de que no importa tanto “cuanto” se vive sino “cómo se vive”, pero cuando esa forma de vivir (y morir) en la ley propia se configura, se contrasta y se constituye en palabras, entonces, solo es posible que el Futuro se desprenda de allí como una forma ineludible de la esperanza, el ejemplo y el presente. ¿Cómo adjetivar el presente? ¿Cómo conjugar el futuro? ¿Qué se debe recordar, recuperar, de un hombre? Mi papá en la voz de Néstor Kirchner, marcando desde el pasado un gesto inapelable lanzado al futuro. Néstor Kirchner en la voz de la Historia, recuperando para el presente el poder de la palabra como semilla, el poder de la palabra cuando se hace vida. 
 
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