"La Pepsi": El barrio que quiso ser Nordelta y salió Fuerte Apache
Su traza fue inspirada en un barrio de Hamburgo. El plan incluía servicios y accesos garantizados. Pero todo falló: lotes que nadie paga y cualquiera ocupa, techos que se caen y hacinamiento.
Su verdadero nombre cambió con los años cuando los vecinos y la embotelladora lo bautizaron como “la Pepsi”. La fábrica de gaseosas se construyó en el terreno contiguo en los ’60 y dejó de funcionar en los ’80 para darle paso a lo que hoy es AdeA (la administradora de archivos que trabaja con el gobierno y diferentes organizaciones). A pesar de su hermandad con la planta, “lo único que nos dejó fue el nombre”, explicaron a 24CON porque según dicen “pocos llegaron a trabajar allí”.
Al caminar por las calles y pasarelas, la sensación de abandono, pese a la intensa circulación de gente, impresiona. Los monoblocks despintados se entrelazan con los puentes que sobrevivieron al paso del tiempo. Antes, cuentan los más viejos, se podía conectar cualquier torre por estas pasarelas, pero los mismos vecinos las fueron demoliendo para “evitar que los ladrones se escabullan por los techos”. Los más avispados no dieron tregua y utilizaron las pasaderas como azoteas y conformaron así el “centro comercial” del barrio, un puñado de locales de venta de productos y servicios básicos. Mucho remis, kiosco y peronismo. Dos Centros de Desocupados Eva Perón empapelan la cuadra y alguna carnicería barata que, frecuentemente, se inundan a causa del nulo mantenimiento de los caños.
A pocos metros de este "centro" se cocina un arma mortal: el basural que se acumula por la falta de recolección sobre el campo lindero a la planta potabilizadora de agua que "funciona a medias". Más allá, el arroyo Las Conchitas, "el último bastión que sobrevivió a la contaminación hasta hoy", confirmó una analista ecológica. Porque las afluentes del barrio están copando el espejo de agua que en un tramo surca el Parque Ecológico y Cultural Guillermo Enrique Hudson.
En la mira del domo estará la zona más candente: la famosa “escalera 32”. Ese es el lugar señalado como uno de los puntos de reunión entre compradores y dealers. “No puedo precisar zonas porque hay investigaciones en curso en distintos lugares que los vecinos nos marcan, pero aseguro que no hay cocinas de droga, un kiosco que funcione las 24 horas ni nada parecido”, precisó a 24CON Fabián Barrios, comisario de la seccional Cuarta de Varela. La misma dependencia que antes funcionaba allí pero que se mudó porque “generaba conflictos internos cuando había detenidos y los familiares venían a reclamar”.
“Hay que tener mucho cuidado con estas denuncias, ya que nos sucedió que un supuesto lugar marcado por una vecina era en realidad la casa de la amante de su marido. Pero todas se investigan y pueden dar con posibles casos de comercio”, explicó. También admitió que hay hechos de menores que pueden acopiar vino por las noches y “pedir peaje” a los que pasan, pero son delitos “menores” en comparación a la fama del complejo Juan Domingo Perón.
Para Barrios el principal problema es la falta de compromiso. “Generalmente, los vecinos no denuncian lo que ven aunque después llueven quejas cuando les pasa algo”. La excepción fue cuando gracias a un llamado de adentro del barrio se pudo dar con uno de los secuestradores del ex jugador de Boca Facundo Imboden, junto con el auto del futbolista. “Como pasa en algunos asentamientos, un porcentaje mínimo delinque y se refugia ahí, pero la gran mayoría son personas honestas que trabajan y no se meten con nadie”, consideró.
Pero los vecinos opinan diferente y aseguran que, lejos de la droga y la violencia de “la guachada”, su mayor problemática son las escrituras porque “paga impuestos el que quiere”, comentan en los pasillos. En este sentido, el concejal y candidato a intendente por la Coalición Cívica Jorge Arellano apuntó que “es necesario que la gente pueda tener su título” y a tal efecto elaboró un proyecto que pretende regularizar este tema. El estigma del suburbio “padece del desorden que ocasionó 40 años de ausencia de un registro dominial”, afirmó el edil. Sin la concepción de la propiedad sobre su tierra, “nadie se la juega por el barrio”.
“Las casas no tienen dirección y las calles no tienen nombre”, demostró Ana María Vega. El correo juega a las adivinanzas con los departamentos que carecen de identificación catastral. Eso sí, las empresas de servicios llegan siempre: “Edesur no se equivoca”, chistó Vega mientras mostraba una de sus boletas.
09 de junio de 2011