"El menemismo sorete generó una clase social invisible"

El actor Luis Luque habló con 24CON sobre la nueva tira "El puntero". Su remera de Néstornauta, críticas a Clarín y una tira hecha a uso y semejanza del Conurbano.

Por Leticia Leibelt

Durante un año electoral tan cargado de especulaciones y estrategias entre los precandidatos a la presidencia, cualquier programa de ficción que se estrene con la premisa de abordar un tema político serio será, como mínimo, una apuesta fuerte para la televisión y, como máximo, una clara oportunidad para tomar partido por un proyecto concreto de gobierno.

Entre esas dos márgenes se moverá “El Puntero”, la nueva serie de Pol-Ka que se estrena el 15 de mayo a las 23 en El Trece y que se emitirá en ese horario dos veces por semana, los domingos y los miércoles. El aditamento que la vuelve más política aún es su estrecha vinculación con la realidad del Conurbano bonaerense, que sirvió obligatoriamente como inspiración para la idea del director, Daniel Barone, y del guionista, Mario Segade. 

Por eso, para grabar las escenas, el equipo se trasladó desde los clásicos barrios de la Ciudad de Buenos Aires a los que habitualmente recurre la productora de Adrián Suar, hasta la zona de Carupá, en el partido de San Fernando, y también a zonas marginales de San Martín. 

“No sé si para nuestra serie existirá en algún momento la Capital”, reconoce en diálogo con 24CON el actor Luis Luque, uno de los protagonistas, que cuenta: “Grabamos desde las siete de la mañana y los pibes de los barrios humildes están ahí, laburan con nosotros, y se les va a pagar por su trabajo. Al principio desconfiaban, porque son lugares a los que nadie entra a ayudar, sólo los usan para hacer estadísticas”, opina.

El personaje de Luque en la serie es “Levante”, el fiel amigo del puntero político en el que se centra la trama, encarnado por Julio Chávez. Su nombre es Pablo Aldo Perotti o “El Gitano”, como le dicen los más de 10 mil vecinos de su municipio, que lo conocen, respetan y siguen como líder en movilizaciones y campañas. Él, a su vez, sabe el peso político de “su gente” traducido en votos y, confiado en que lo apoyarán incondicionalmente, se lanza como candidato a la intendencia.

Pero el jefe comunal de turno, Iñiguez (Carlos Moreno), no está dispuesto a abandonar su puesto, por lo que El Gitano se enfrentará a enemigos e intereses poderosos. “Vamos a abordar el tema del clientelismo y el papel del Intendente desde una posición bastante dura”, adelanta Luque, que ya se había acercado al tema de las clases populares cuando filmó la película “Paco”, y actualmente hace trabajos sociales en varias villas, tratando de dar una mano a sus habitantes.

El elenco se completa con Rodrigo de la Serna, Gabriela Toscano, María Rosa Fugazot y Belén Blanco. “El argumento va a tratar las contradicciones de los personajes, como el mío, que es testigo fiel de todo lo que le pasa al Gitano, es su sombra. La historia de un puntero bueno sería un cuento de hadas de Disney, porque la contradicción y el poder están siempre latentes, pero éste es un tipo solidario”, comenta el actor.

Y continúa: “No creo que los punteros sean malos en sí mismos, aunque no estoy de acuerdo con el clientelismo y toda esa mierda. Si generalizamos, estamos destruyendo un orden de gente muy impresionante. Mi generación conoce políticamente todo lo que pasó en los últimos años y muchas veces es horrible lo que se hace, pero hay otros que trabajan amorosamente en lugares marginales”.

A diferencia de la bajada de línea extremadamente opositora que implementa El Trece como parte de Clarín, Luque asegura que “El puntero” no va a responder directamente a los intereses del Grupo. De hecho, “la camiseta que uso en el primer capítulo es la de Néstor Kirchner dibujado como El Eternauta, que me la regaló una gente de Miramar cuando empecé a pedir remeras para usar con el personaje”, cuenta.

¿Pensaste en la repercusión que puede llegar a tener la serie en un año en que se elige presidente?


Cuando acepté el papel, nunca se me ocurrió que era un año electoral, ni lo pensé: me interesó el guión y la propuesta. Hay pocos lugares como Pol-Ka, donde se pueda trabajar con una buena investigación histórica previa. Esto no está especulado desde las elecciones, no estamos inmersos en esas cuestiones.

¿Cómo ves la situación política actual?

 

Te lo digo sin vueltas: voy a votar a Cristina para presidenta y a Daniel Filmus en Capital. Lo mío pasa por la militancia humanista, no estoy pensando en el Grupo Clarín. Soy un optimista y sé que Filmus hizo un trabajo interesantísimo en Educación. Cristina sigue un plan muy puntual, es una mujer que tiene más años en política de los que tenía su marido. Mientras tanto, en la oposición se bajan y se suben, se bajan y se suben... Siempre hay un enemigo que voltear, y esa me parece una forma bastante boluda de hacer la política.

¿Y entonces cómo se hace bien la política?

Tiene que ver con dar lugar a una clase desprotegida desde hace muchos años, y también hay que dejar entrar a cuadros jóvenes. Hay una situación peligrosa históricamente, que se acentuó con el neoliberalismo menemista sorete, que generó una clase “invisible”. Fue un plan para eliminar a dos o tres generaciones, y la única manera de salvar ahora a esa gente es darles laburo. Como siempre se dice, cada gobierno tiene que hacerse cargo de la herencia que le dejó el anterior. Y esta herencia es un plan incluso más antiguo que el menemismo. Pero los argentinos nos olvidamos, tenemos muy poca memoria. 


Hablás de “dejar entrar a cuadros jóvenes”. ¿No te parece que la vuelta de los jóvenes a la militancia está ocurriendo desde hace unos años?

Eso pasó sobre todo con la muerte de Néstor Kirchner. Yo fui al velatorio, pero mi hijo, que tiene 24 años, también fue por su cuenta. Hay que dejar el espacio para los que vienen. Me parece que personas como Martín Sabbatella o Sergio Massa tienen un correlato con la historia mucho más acorde que Eduardo Duhalde, por ejemplo.

¿Pensás cómo pueden caer estos comentarios si estás trabajando para una empresa de Clarín?

Ni siquiera me lo pregunto, ni me importa. En condiciones normales, ese cuestionamiento no tendría que existir. Se dice que “el soberano es el pueblo”, pero es mentira. El pueblo es soberano en la medida de cómo y qué se le informe. Pienso que hay mucha manipulación de todos lados, y la forma de escapar a eso es participando, involucrándose. Si participás y estás adentro, se hace muy difícil manipular. Y tampoco hay que generar un estado de guerra porque pienses distinto.

 

13 de mayo de 2011

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