Investigación Especial 24CON

Oro líquido y pelo virgen: el material humano que mueve millones

Miles de mujeres del Conurbano "donan" bidones de orina a un laboratorio, mientras que en las peluquerías nada va a la basura.

Por María Clara Arias

 

Todas las mañanas, Bety, una vecina de Lomas de Zamora, deja en la puerta de su casa un bidón lleno de orina que luego pasa a recoger un camión de la empresa Biomás, junto con el de otras 165 mil mujeres mayores de 48 años, menopáusicas, que juntan el material dorado de todo el día, para hacer una droga que estimula la generación de óvulos en tratamientos para la fertilidad. 

El laboratorio Biomás, ubicado en el partido de San Martín, es el encargado de trasmutar el líquido ámbar y derivarlo al Instituto Massone, que es el laboratorio responsable de la producción de la hormona. Lo que hacen es extraer una hormona de la orina de mujeres menopáusicas y la convierte en menotropina, una droga que estimula la fabricación de óvulos. 

La menotropina, también llamada gonadotrofina, tarda cuatro meses en ser producida. Pero con sólo un gramo de esta sustancia, se pueden generar dos mil tratamientos. Y en los últimos años, el Instituto Massone produjo más del 82% de menotropina del mercado mundial, mientras que el 18% restante se repartió entre China y Japón. 

Los camiones recolectan aproximadamente 200 mil litros de orina por día, entre las localidades de Bernal, Long Champs, Quilmes, Merlo, José León Suarez, Lomas de Zamora, Adrogué y Temperley. Esta industria del pis, posiciona a la Argentina como el principal productor mundial del medicamento que se exporta principalmente a Europa y Estados Unidos.


La empresa dice estar en regla con la ley de material humano puesto que se trata de donación, es decir, las mujeres donantes no reciben ningún pago. A cambio del oro líquido, una vez al mes, el laboratorio les envía un obsequio, que “pueden ser repasadores, platos, una frutera, recipientes plásticos, cosas para la cocina” afirma Bety.

Sin embargo, el abogado Sebastián Rodríguez asegura que “igualmente están en falta ante la ley, sólo que lo hacen de manera encubierta porque se protegen bajo el término “donación”, pero en realidad hay una comercialización de material, lo hacen con un fin lucrativo y eso no está permitido”. 

El artículo 28 de la ley 24.193 prohíbe todo aquel que por sí o por interpósita persona recibiera o exigiera para sí o para terceros cualquier beneficio de contenido patrimonial o no, o aceptare una promesa directa o indirecta para sí o para terceros, para lograr la obtención de órganos o materiales anatómicos, sean o no propios.

Lo curioso de este negocio es que la mayoría de sus donantes no están del todo informadas a cerca del intercambio dorado. La estrategia más convincente que usan las promotoras para convertirlas en donantes es hacerles ver que esa orina va a ayudar a mujeres que no pueden concebir niños. 

“Un día vino una chica de un laboratorio, una promotora y me explicó que el pis lo usan para un tratamiento que hacen las mujeres que no pueden tener hijos, lo pensé y acepté porque me pareció una buena causa poder ayudar desde mi lugar a esas mujeres”, expresa Bety.

Además de la ley antes mencionada, la provincia de Buenos Aires establece por medio de la ley 13.893 que “el transporte de la excreta humana en forma de orina, deberá realizarse en vehículos especialmente adecuados a tales fines, cuya aptitud y condiciones de seguridad deberán ser aprobadas” pero es la única referencia que hace sobre este tema, sin señalar nada específico a cerca del negocio de la orina, generándose un completo vacío legal.

 

Ni un pelo de zonzo 

Hace algunos años, en el país comenzó a instalarse la moda de las “cortinas” de pelo, una forma más práctica, y a la vez más elaborada, de agregarse cabello. Las “extensiones” evolucionaron hacia un nuevo producto que hace circular muchísimo más dinero, lo que genera un exclusivo mercado de cabello humano.

“El kilo cuesta alrededor de los 1200 pesos, el más buscado es el lacio y negro, el que tienen las bolivianas”, expresa Juana, una peluquera del Conurbano Bonaerense, y agrega que “el rubio, el de nena, debe estar alrededor de 1800”. Son algunos de los precios que manejan los estilistas que encontraron en este negocio una forma de ganar mucho más dinero que a la vieja usanza.

“Es gente que se dedica sólo a armar cortinas. Se llamarían algo así como cortineros porque no son peluqueros. Hacen un trabajo de hormiga, compran por kilo, después arman dichas cortinas y extensiones y las venden a las peluquerías”, comenta Juana.

Así, el trabajo de los coiffeur propiamente dicho no es tanto, ya que estas personas se lo simplifican: “Los peluqueros no tienen que hacer mucho, porque poner las cortinas no es nada complicado, se unen al pelo con una trenza cocida o con unas hebillitas. Lo caro es el laburo del cortinero, cobran entre 200 y 500 pesos cada implante”. 

La mayoría del pelo proviene del norte argentino. Según los especialistas, en Salta y Jujuy se consigue el mejor porque es lacio y resistente. Además, allí se puede comprar a precios muy baratos debido a la necesidad de las personas, y en Buenos Aires, lo pueden vender a más del doble. 

De todas maneras, los buscadores de pelo también lo pueden comprar directamente vía internet. En como Mercado libre, De remate.com, etc, se pueden conseguir dichos productos a precios más económicos que en las peluquerías. Por ejemplo, cortinas de pelo natural a partir de 60 pesos y extensiones ya armadas por 100 pesos.  

“Hay un mercado negro también. Algunos peluqueros van a comprar pelo de muertos a los cementerios”, afirma Juana. Es que la ley natural no tiene legislación vigente: a los fallecidos les sigue creciendo el cabello y, según dicen, “es el mejor porque es un pelo virgen y fuerte como el de los niños”. Y de cumplirse esta situación, similar a lo que sucede con los huesos, la falta es muy grave. 

Desde el ámbito legal, el abogado Rodríguez asegura que con el cabello la regulación es más difícil: “Porque una persona si quisiera podría cortárselo y venderlo, es decisión de ese individuo” y agrega que “habría que ver cada caso en particular, porque el pelo también es un material anatómico humano”. Por lo tanto la ley rige para ese componente también aunque no tenga una mención propia.

 

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