Drogaba a su hija y la sostenía en brazos mientras su pareja la violaba

La joven también denunció que le pegaban mazazos y la mantenían encerrada. Además contó que le introducían palos de escoba en su vagina.

Por Nicolás Brutti

La Justicia penal de La Plata pidió ayer una condena sin precedentes, en este caso de 36 años de prisión para una mujer acusada de participar en forma activa del abuso sexual de su propia hija, menor de edad: según el fiscal, la imputada intervino durante seis meses de las violaciones a las que su concubino sometía a la nena. Ella le sujetaba los brazos mientras la vejaban, o le pegaba con un palo, e intentaba introducirlo en la vagina.

En su alegato, el fiscal Carlos Gómez afirmó que el caso “se encuadra en el paradigma del abuso sexual infantil”. Y aseveró ante el Tribunal Oral en lo Criminal IV de La Plata que la acusada, de 46 años, previo a los abusos, le suministraba pastillas y adormecía a su hija de por entonces 15 años. También le daba píldoras anticonceptivas.

El fiscal además pidió la pena de 34 años de cárcel para el padrastro, dos menos que su pareja porque no tiene un vínculo biológico directo. El delito imputado fue “abuso sexual calificado con acceso carnal, en forma reiterada, gravemente ultrajante, agravado por la convivencia y la ascendencia, y por tratarse de una menor”.

El doctor Gómez enfatizó que el padrastro, de 35 años, accedía carnalmente a la chica, mientras la madre la sostenía de los brazos. Y en otras ocasiones, la mujer primero mantenía relaciones sexuales con su concubino, y luego ambos sometían a la menor.

El fiscal precisó que los ultrajes se produjeron en los meses previos al 12 de septiembre de 2008, en una casa de Gorina. Siempre los tres, sobre un colchón de una plaza. Ese día, quedó radicada la denuncia: fue cuando la chica llegó corriendo a la escuela, desesperada, con los pantalones rotos, luego de haber sido vejada por su concubino, señalando que su madre le había metido un palo en la vagina.

Antes de que comenzaran esos abusos, el acusado sedujo con una carta a la hijastra, en la que le decía que le quería “hacer el amor”: “No soporto que otros te lleguen a tocar”, “soy tu única salida”.
Durante el juicio, la menor realizó un relato desgarrador. Cuando el padrastro le escribió aquella carta, ella se la llevó a la directora de la escuela, la que a su vez convocó a la mamá. La mujer, sin que nadie le dijera a quién pertenecía la misiva, comenzó a gritar: “No la escribió mi pareja”.

Entonces, la menor estuvo un tiempo al cuidado de un hermano, pero luego la madre la obligó a volver a la casa. Según el fiscal, tras ese retorno, la mujer no le daba de comer, ni la dejaba salir.

El acusado admitió que había tenido relaciones. Pero dijo que “sólo una vez, en la última, había eyaculado”. Y que en las anteriores, “nunca había sido una penetración completa”. Para el fiscal, ese testimonio significó una confesión, aunque interesada.

Tras los alegatos, el imputado se puso de pie y dijo: “Pido perdón, me hago cargo de todo”. Luego, la madre de la víctima señaló: “Señoría, soy inocente. Muchas gracias”.

El fiscal computó como agravantes la promiscuidad de las relaciones: que la víctima era virgen, que durante los abusos su madre la mantenía encerrada en la casa, la disgregación familiar, y que fue victimizada por personas que debieron cuidarla.

Según el fiscal, “la nena nació con un estigma. Nunca fue inscripta, fue siempre NN. Recién el año pasado, una sentencia ordenó que se le de una identidad”.

El defensor de la pareja acusada, Gustavo Kraiselburd, alegó que la víctima, hoy de 17 años, “miente”, que ella “había tenido relaciones antes”, que “la madre no había participado”, “ni estaba enterada de lo que sucedía con su concubino”, y que este hombre “confesó las relaciones”, pero habían sido “consentidas”.

De este modo, la estrategia de la defensa se centró más en acusar a la víctima que en defender a sus dos clientes. También dijo que la menor era “rebelde, sucia, que no se lavaba la ropa, que utilizaba la de su madre” y que por eso “apareció allí semen del padrastro”, que “se escapaba de la casa” y que “seducía a hombres mayores”.

El abogado pidió la absolución de la imputada y el mínimo de la pena por abuso sexual simple para el imputado. Adujo que la pena pedida por el fiscal es “groseramente excesiva” porque “a una persona que viola y mata, como mucho se le da perpetua, y a los 21 años sale en libertad condicional” -ejemplificó-, y “acá, se está pidiendo más de treinta años por un abuso sexual”.

En su réplica, el fiscal le marcó a la defensa las terribles secuelas que hoy padece y sufrirá la víctima: “Los casos de abuso sexual infantil derivan en promiscuidad, suicidio, el consumo de psicotrópicos, entre tantas otras consecuencias”.


El Tribunal IV integrado por Juan Carlos Bruni, Gloria Berzosa e Inés Siro dará el veredicto el próximo martes a las 12.30.

 

                                                                                                        22 de octubre de 2010

 

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