Silencio, niños. Es hora de contar un cuento a los grandes
“Saturno” es la irreverente propuesta de la compañía de cuenteros “El viajecito de Felipe”. Una excusa ideal para sacarle la lengua al domingo. Y mandar a la cama al niño que todos llevan adentro.
Los domingos no son días comunes. Son los días más complicados de la semana porque están fabricados con tiempo que sobra, o al menos, que debería sobrar. Tiempo para leer, para dormir, para tomar mate con bizcochitos, para caminar sin urgencias. Los domingos son tan simples que por eso son complicados. Sobre todo cuando la sombra del lunes comienza a oscurecerlo y a tornar densos los últimos momentos, cuando se viene la “fiaca” y los minutos se encaprichan.
Justo ahí, en ese instante donde parece que ya nada queda por hacer más que perder el último aliento, aparece Saturno. Irreverente, enigmático, osado, “Saturno” viene de otro planeta.
Viene de un mundo en extinción, que es el de la palabra envasada en voz, no en micrófonos ni en parlantes. Saturno no aparece en una pantalla, ni siquiera en la chiquita de un celular. Es de “carne y hueso”, se puede tocar y oler, como antes se tocaban y olían las almohadas de la cama de la abuela.
A “Saturno” lo trae “El viajecito de Felipe”, en su alocada travesía que aterriza en el mismísimo lugar donde termina la realidad. Y que lejos de la parafernalia y el histrionismo de los tiempos puntocom son tan irrespetuosos de las urgencias cotidianas que solo piden tres condiciones para el alunizaje: una silla, silencio y personas que quieran escuchar. Nada más. Nada menos.
Como seres venidos de otros planetas, quieren recuperar la humanidad derritiendo un pedazo de cerebro, exactamente esa que se desconecta de los misterios más fantásticos de la infancia, la que se perdió a fuerza de crecer nomás. No prometen mundos mágicos ni angelitos de colores: es más, dicen que con sus cuentos, el espíritu se condensa hasta tomar la forma de un cuchillo de carnicero, de esos bien filosos y con gotas de sangre cuajadas en el mango.
Pero lo loco es que no asustan. El viajecito de Felipe y todos sus cuenteros “aterrizan” a la hora justa: los domingos por la noche. Cuando los adultos se cansan de ser adultos y pagarían lo que sea –aunque con veinte pesos alcanza- para que esas horas se conviertan en un dulce tránsito a una semana de trabajo.
Vale la pena ser adultos para dejarse llevar por la propuesta de Saturno. Porque el niño que todos llevan dentro a veces tiene que guardar silencio y acostarse temprano. Así los grandes también tienen tiempo de jugar y de soñar. Y de escuchar un cuento.
El viajecito de Felipe presenta: Saturno
Domingo 22 de agosto
21:30hs
Café Vinilo
Gorriti 3780
Reservas: 4866-6510
www.elviajecito.com.ar