San Isidro

Posse transforma el incendio del Bristol en un negocio inmobiliario millonario

La increíble historia del bombero que no apagó el fuego del cine Bristol y ahora quiere levantar una torre allí

Para el concejal-constructor Alfredo Laguzzi, San Isidro es una verdadera tierra de "oportunidades". Que otro calificativo podría darle la mano derecha del intendente Gustavo Posse en el Concejo Deliberante, si es capaz de transformar el incendio devastador que arrasó con una de las joyas culturales de San Isidro en un millonario meganegocio inmobiliario.

 La cadena de coincidencias es asombrosa y lo tiene siempre al ladero de Posse como personaje central: minutos después del mediodía del lunes 7 de diciembre de 2009, Laguzzi recibió un llamado en el cuartel de bomberos de San Isidro -al que está vinculado por ser presidente honorario de la Asociación de Bomberos Voluntarios- diciendo que las llamas se estaban consumiendo el mítico teatro Bristol de Martínez. Con un despliegue espectacular, el operativo se montó a cargo del comandante del cuerpo, Alejandro Marchetti. Laguzzi también llegó al lugar, cuando el fuego todavía no había terminado de destruir butacas, telones,incluso el techo aún resistía el embate de las llamas. Pero increíblemente, los bomberos sanisidrenses se mantenían casi pasivos, sin atacar de lleno el incendio, mientras una multitud de vecinos miraban impávidos el desastre.Entre ellos, un bombero retirado (cuyo nombre se mantiene en reserva), que no entendía la pasividad del grupo de emergencias. En menos de dos horas, el Bristol quedó en cenizas, y sorprendentemente, ningún bombero, de los que en teoría fueron a apagar el siniestro, sufrió un magullón o principio de asfixia.

 

El Bristol de Martínez tenía 1600 localidades en total, distribuidas en 1000 plateas de 27 filas, y 600 pullman de 15 filas en gradiente, avanzando sobre la platea, con una superficie de 1800 metros cuadrados. Allí se presentaron, hasta que el fuego acabó con él, artistas de la talla de Mercedes Sosa, Julio Bocca, Mariano Mores y Luis Alberto Spinetta. Era el teatro más importante (en tamaño y capacidad) de todo el corredor norte del Conurbano y Norte bonaerense.

Casi cinco meses después, la fachada y los restos del Bristol van camino a convertirse en un botín inmobiliario demasiado tentador. Desde el Concejo Deliberante, varias propuestas apuntan a recuperarlo como el espacio de encuentro cultural que ostentó desde su inauguración en 1933. Entre ellas, la del concejal vecinalista de Agrupación Ciudadana Pablo Chamatropoulus,quien busca que el Bristol sea declarado “Patrimonio Histórico Cultural y Arquitectónico” (como la casa de Sarmiento en el Tigre o Villa Ocampo, en San Isidro). Pero, otra vez entra en escena - como en el día del incendio- Raúl Laguzzi. Sólo que ahora no vinculado a los bomberos, sino como vicepresidente del Concejo Deliberante de San Isidro y virtual mano derecha del intendente Posse en el cuerpo.

Con el peso de su influencia, Laguzzi logró "cajonear" el proyecto de Chamatropoulus. “Me hubiese gustado que hubiese tenido un tratamiento legislativo más rápido al que ha tenido. Ahora está en la comisión de interpretación de reglamento, pero por ahora el oficialismo no tiene interés en tratarlo”, dijo, y aseguró que un sondeo telefónico entre 20 mil vecinos del distrito arrojó un 97 por ciento que pedía la recuperación del teatro.

 

¿Cuál es la maniobra para frenar el proyecto de declarar al Bristol Patrimonio Histórico? Mientras Laguzzi lo derivó a "comisión" para ganar tiempo, un concejal (Jorge Alvarez) del radicalismo -virtual aliado de Posse aunque con la máscara de seudo-opositor, salió a decir públicamente en declaraciones a FM Fénix, que la declaración de Patrimonio Histórico sería una "expropiación encubierta". ¿La excusa? Que el Bristol tiene dueño - la propietaria es María Cristina Bentivogli-, desconociendo que un patrimonio histórico no le resta un solo derecho al propietario. Sólo actúa como una garantía de protección sobre el bien cultural en cuestión.

 

Vale aclarar que el proyecto de Chamatropoulus presentado al Concejo Deliberante de San Isidro el 18 de diciembre de 2009 busca que el edificio no pueda ser vendido a particulares, que sólo puedan realizarse allí actividades culturales y que se restaure para dejarlo tal y como se encontraba antes del incendio.

Con este cuadro de situación, ¿cuál será el destino de los 2500 metros cuadrados de terreno que ocupaba el Bristol? Con un valor de mercado de 1800 dólares el metro cuadrado, los vecinos no tienen dudas de que irremediablemente todo confluye para que su final sea una nueva torre de edificios. ¿Y quién aparece otra en acción? Sí, el hombre de las mil caras, Alfredo Laguzzi, esta vez como dueño de la empresa constructura Laguzzi S.A, obviamente una de las más prósperas de San Isidro. Una bonanza que tuvo su consolidación desde 1999 en adelante, cuando su amigo Gustavo Posse sucedió a su papá, Melchor y consolidó un feudo democrático que gobiernó San Isidro los últimos 27 años, sin interrupciones ni oposición. 

23 de abril de 2010

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