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Te conozco de la pantalla
El turismo cinematográfico mueve millones y sirve para posicionar ciudades. Woody Allen, santo patrono del mercado.
Por Christopher Werth
Mucho antes de poner pie en Londres, me formé una impresión de la capital británica a partir de las películas que había visto. “Mary Poppins” me dejó con una imagen bastante anacrónica de una ciudad plagada de paraguas negros y gallardos deshollinadores; “Al maestro, con cariño” con- siguió hacer que la lobreguez resultara encantadora; y las películas británicas más recientes no ofrecen un retrato mucho más preciso de la ciudad que hoy es mi hogar, pues cintas como “Notting Hill” y “El diario de Bridget Jones” dan la impresión de que la vida en Londres gira en torno de encantadoras librerías y conflictivos romances. Sin embargo, con todas sus distorsiones cinematográficas la simple imagen de un rincón londinense en la pantalla grande siempre provoca en mí el deseo de visitar la capital de Inglaterra.
Funcionarios desde Manchester hasta Mumbai empiezan a darse cuenta de que los turistas se sienten atraídos por lugares que vieron, inicialmente, en las películas y ningún lugar atrae más cinéfilos que Gran Bretaña, señala Stefan Roesch, quien escribió un libro en el que analiza el tema del “turismo cinematográfico”. En los últimos años, las agencias turísticas británicas empezaron a equipar a los visitantes con mapas de escenarios fílmicos londinenses e incluso lanzaron campañas basándose en grandes éxitos de taquilla como “El código da Vinci”. Es así que los británicos ahora están capitalizando infinidad de nuevas producciones con miras a llenar los vacíos hoteles del país. El alcalde de Londres, Boris Johnson, llegó al extremo de viajar a Nueva York para promocionar la ciudad donde fue ambientada la espectacular cinta “Un cuento de Navidad de Charles Dickens”, en versión animada y tridimensional en los estudios Disney.
Otros países siguen el ejemplo. Nueva Zelanda recibió docenas de recorridos guiados luego de la épica trilogía de “El señor de los anillos”. El paseo de un día, inspirado en la película, incluye un recorrido en helicóptero y la oportunidad de manipular las armas y el vestuario (lordoftheringstour.co.nz; US$ 1.200), mientras que el Red Carpet Tour ofrece un épico viaje de 12 días por la Tierra Media de Tolkien (US$ 4.500). La apacible población de Ystad, Suecia se vi felizmente inundada por los fanáticos de la muy popular serie de novelas policíacas Wallander, que ya pasaron a la pantalla grande. La ciudad de 17.000 habitantes abrió un museo cinematográfico que ofrece recorridos por los distintos escenarios investigados por uno de los detectives pre- dilectos de Suecia.
Los fanáticos más comprometidos harán todo lo que sea necesario para dar una ojeada a la locación de su película favorita. A 44 años del estreno de “La novicia rebelde”, 300.000 turistas visitan anualmente Salzburgo para retratarse en las colinas donde Julie Andrews cantara “Do-re-mi”, informa Roesch; así que si usted tiene ese interés particular, póngase en contacto con Panorama Tours, que ofrece paquetes “bed and breakfast” (US$ 190 por persona/noche). Escocia también recibe una incesante riada de visitantes que buscan recrear las escenas de “Monty Python y el Santo Grial” en el lejano castillo de Doune, donde fue rodada la cinta. Cuando mi madre decidió visitarme por primera vez en Londres, emprendimos la búsqueda (fallida) del número 17 de la calle Cherry Tree Lane, donde vivió y trabajó Mary Poppins.
Es difícil dar con las cifras exactas del impacto del turismo cinematográfico, pero en el caso de la cinta “Vicky Cristina Barcelona”, de Wody Allen, los agentes de viajes españoles afirman que la mención de la ciudad en el título sirvió para incrementar el turismo. Londres también trató de capitalizar la película “Match Point” (2005) ofreciendo mapas turísticos de la trama. De hecho, el famoso director va precedido de un prestigio tal, que ciudades de todo el mundo buscan ser locaciones de sus películas. Río de Janeiro se esfuerza por atraer al cineasta con millones de dólares y ambientar una película que la dé a conocer y fomente el turismo antes de las Olimpiadas de 2016. Y si el dinero no convence a Allen de realizar el viaje, quizá baste con rodar una buena cinta carioca.
Mucho antes de poner pie en Londres, me formé una impresión de la capital británica a partir de las películas que había visto. “Mary Poppins” me dejó con una imagen bastante anacrónica de una ciudad plagada de paraguas negros y gallardos deshollinadores; “Al maestro, con cariño” con- siguió hacer que la lobreguez resultara encantadora; y las películas británicas más recientes no ofrecen un retrato mucho más preciso de la ciudad que hoy es mi hogar, pues cintas como “Notting Hill” y “El diario de Bridget Jones” dan la impresión de que la vida en Londres gira en torno de encantadoras librerías y conflictivos romances. Sin embargo, con todas sus distorsiones cinematográficas la simple imagen de un rincón londinense en la pantalla grande siempre provoca en mí el deseo de visitar la capital de Inglaterra.
Funcionarios desde Manchester hasta Mumbai empiezan a darse cuenta de que los turistas se sienten atraídos por lugares que vieron, inicialmente, en las películas y ningún lugar atrae más cinéfilos que Gran Bretaña, señala Stefan Roesch, quien escribió un libro en el que analiza el tema del “turismo cinematográfico”. En los últimos años, las agencias turísticas británicas empezaron a equipar a los visitantes con mapas de escenarios fílmicos londinenses e incluso lanzaron campañas basándose en grandes éxitos de taquilla como “El código da Vinci”. Es así que los británicos ahora están capitalizando infinidad de nuevas producciones con miras a llenar los vacíos hoteles del país. El alcalde de Londres, Boris Johnson, llegó al extremo de viajar a Nueva York para promocionar la ciudad donde fue ambientada la espectacular cinta “Un cuento de Navidad de Charles Dickens”, en versión animada y tridimensional en los estudios Disney.
Otros países siguen el ejemplo. Nueva Zelanda recibió docenas de recorridos guiados luego de la épica trilogía de “El señor de los anillos”. El paseo de un día, inspirado en la película, incluye un recorrido en helicóptero y la oportunidad de manipular las armas y el vestuario (lordoftheringstour.co.nz; US$ 1.200), mientras que el Red Carpet Tour ofrece un épico viaje de 12 días por la Tierra Media de Tolkien (US$ 4.500). La apacible población de Ystad, Suecia se vi felizmente inundada por los fanáticos de la muy popular serie de novelas policíacas Wallander, que ya pasaron a la pantalla grande. La ciudad de 17.000 habitantes abrió un museo cinematográfico que ofrece recorridos por los distintos escenarios investigados por uno de los detectives pre- dilectos de Suecia.
Los fanáticos más comprometidos harán todo lo que sea necesario para dar una ojeada a la locación de su película favorita. A 44 años del estreno de “La novicia rebelde”, 300.000 turistas visitan anualmente Salzburgo para retratarse en las colinas donde Julie Andrews cantara “Do-re-mi”, informa Roesch; así que si usted tiene ese interés particular, póngase en contacto con Panorama Tours, que ofrece paquetes “bed and breakfast” (US$ 190 por persona/noche). Escocia también recibe una incesante riada de visitantes que buscan recrear las escenas de “Monty Python y el Santo Grial” en el lejano castillo de Doune, donde fue rodada la cinta. Cuando mi madre decidió visitarme por primera vez en Londres, emprendimos la búsqueda (fallida) del número 17 de la calle Cherry Tree Lane, donde vivió y trabajó Mary Poppins.
Es difícil dar con las cifras exactas del impacto del turismo cinematográfico, pero en el caso de la cinta “Vicky Cristina Barcelona”, de Wody Allen, los agentes de viajes españoles afirman que la mención de la ciudad en el título sirvió para incrementar el turismo. Londres también trató de capitalizar la película “Match Point” (2005) ofreciendo mapas turísticos de la trama. De hecho, el famoso director va precedido de un prestigio tal, que ciudades de todo el mundo buscan ser locaciones de sus películas. Río de Janeiro se esfuerza por atraer al cineasta con millones de dólares y ambientar una película que la dé a conocer y fomente el turismo antes de las Olimpiadas de 2016. Y si el dinero no convence a Allen de realizar el viaje, quizá baste con rodar una buena cinta carioca.