24CON, La Revista

El pastor yankee que llevó el béisbol a la villa

Mike vivía en Estados Unidos, pero un "llamado de Dios" lo llevó a la Carlos Gardel.

Octubre comenzaba y, con él, las finales del béisbol norteamericano. A diferencia de la temporada regular, los juegos decisivos de las Grandes Ligas se pudieron ver en Argentina. Uno de los televisores que se prendió para verlos, estaba dentro de la localidad de El Palomar, en la villa Carlos Gardel. Allí, un grupo de chicos seguía atentamente los movimientos y los batazos de cada “pelotero”.

Un fanático del equipo “Cerveceros” de Milwaukee estaba con ellos. Se llama Michael Figi, “Mike”, para el barrio. Nació y vivió en esa ciudad del estado de Wisconsin, Estados Unidos, junto a sus padres y hermanos. Tenía un negocio de recuerdos deportivos en el que vendía tarjetas autografiadas, pelotas, banderines y todo tipo de souvenirs de los deportes puramente yankees.

Mike llevaba una vida normal. Además de su exitoso local, era pastor en una iglesia evangélica desde donde les hablaba de la palabra de Dios a los jóvenes universitarios. Sin embargo, algo cambió su vida para siempre.

“Dios le habló a mi corazón diciendo: vete a Argentina. Me mostró el camino diciéndome que iba a encontrar a un hombre que iba a guiarme hasta acá. Entonces, yo esperé el momento. Me mostró a un Pastor (Rino Bello) que trabajaba en la iglesia Buenas Nuevas de Caseros, quien envió un grupo pequeño de jóvenes a Estados Unidos, en junio de 2001. Vendí todo y me vine para acá”, recuerda, con felicidad, parado sobre un campito pisoteado y con el pasto un poco maltratado.


De Milwaukee a la Carlos Gardel
Dejar un país del primer mundo para bajar al sur del planeta, no es nada fácil. Sin conocer el idioma, llegó a estos pagos en un momento por demás complicado. A seis meses de su arribo, en Argentina explotó la crisis económica de 2001. “Empecé en una iglesia de la avenida Marconi, detrás del hospital Posadas. Después de un tiempo, le dije a Dios que estaba aburrido; sólo aprendía español y estudiaba su palabra. Él me dijo que abriera un comedor. En los tiempos en que la gente robaba mercadería de los supermercados, abrí un lugar para que, los sábados, los chicos pudieran comer. Aquí, la necesidad era más grande que en cualquier otro lado”.

A partir de allí, comenzó a conocer a los chicos y las familias de la Carlos Gardel, que rápidamente se convirtieron en parte de su vida. Mike vive sobre la misma avenida en la que está la iglesia, pero su verdadera casa es el barrio, donde, a fuerza de humildad y dedicación, se ganó el corazón de sus habitantes.

Bate por pelota
Es habitual ver en cualquier descampado a un grupo de chicos jugando al fútbol. Con cuatro buzos y una pelota, el partido se pone en marcha. Pero no a todos les gusta practicarlo. “A comienzos de este año, vi a muchos nenes sin hacer nada, aburridos. He visto a algunos con la pelota y otros que no juegan a nada. Entonces se me ocurrió crear un equipo de béisbol que pueda contener y, también, hacer crecer mi relación amistosa con ellos. Les presenté este deporte y se engancharon rápidamente”.

Actualmente, el equipo de “Las Águilas”, como decidieron denominarlo, cuenta con 27 jugadores. Quince forman parte de equipo de infantiles (entre 8 y 12 años), mientras que doce integran la categoría pre juniors (entre 13 y 14). Entrenan, de lunes a viernes, en la cancha conocida como “la de los bomberos”, justo detrás del edificio de emergencias de adultos del Posadas. El terreno está bastante desnivelado: por la tarde, lo usan como campo de entrenamiento, pero, por la mañana, decenas de personas dejan sus autos allí.

A la tarde, el plato y las bases de béisbol lo transforman en un diamante. De un gran bolso rojo salen los guantes, bates y pelotas que Mike trajo desde Estados Unidos. También compró los uniformes en el país del norte, pero fue en Argentina donde los bordó con el nombre del equipo y los números que cada chico eligió para competir.

Todos los sábados juegan en el torneo que realiza la Liga Metropolitana de Béisbol y, a pesar de ser novatos, no hacen un mal trabajo. A veces, el municipio de Tres de Febrero les da un micro para llegar a las canchas, pero, en otras oportunidades, Figi es quien pone el dinero de su bolsillo. El esfuerzo vale la pena. Dos de sus chicos integraron los seleccionados locales que disputaron el campeonato nacional infantil y preinfantil, en Córdoba, durante septiembre: Graciela Gómez (12 años) y Enzo Romero (10). Uno más debía formar parte de ese viaje, pero rompió una de las reglas fundamentales para formar parte de Las Águilas: le fue mal en la escuela.

 

Antes de comenzar con este proyecto, tanto los chicos como sus padres firmaron un reglamento para poder jugar e ir a entrenar. Además de ser respetuosos con sus compañeros y su entrenador, deben mantener altas sus calificaciones en el colegio; en caso contrario, serán suspendidos hasta que cambien sus notas. Mike no sólo es el manager del equipo, sino también un padre. “Si ellos necesitan ayuda en matemática o inglés, los ayudo. Mi propósito es plantar una semilla nueva con el béisbol y alejarlos de las personas malas, como así también lograr que tengan un objetivo en sus vidas. Ahora me preguntan si el año que viene seguimos y si pueden jugar toda la vida béisbol y yo dije: todo es posible”.


Béisbol argento
En Argentina, hay más adeptos a este deporte que lo que muchos piensan. Buenos Aires, Córdoba y Salta son las provincias con más jugadores en actividad, que compiten entre sí anualmente. En la Ciudad de Buenos Aires, más de diez equipos juegan en las categorías menores, mientras que sólo seis se enfrentan en la primera división. Entre ellos se encuentran los clubes más conocidos como Vélez, Ferro, Independiente y Comunicaciones. El resto está repartido entre el Conurbano y la Ciudad: América (Parque Roca), Daom (Bajo Flores), Júpiter (Ciudad Evita), La Plata, Lanús, Nichia (Almagro), Shankees y Tigres (Escobar).

Grandes ligas, grandes números
La NBA en el básquet y los equipos europeos en el fútbol pueden “salvar” económicamente a un deportista. El béisbol también, ya que maneja cifras importantes, incluso más altas que las del mundo de la redonda. Alex Rodríguez, actualmente en los Yankees de Nueva York, cobra un sueldo anual de 33 millones de dólares, 20 más que Lionel Messi en el Barcelona. Si bien jugar en las Grandes Ligas de Estados Unidos es como estar en la NBA, también hay importantes competencias en Centroamérica, Asia y Europa.

 

Para comunicarce con Las Aguilas: http://lasaguilasbeisbol.blogspot.com/

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