El Cutini de Luján se defendió de las acusaciones

El Zoo de Luján es blanco frecuente denuncias por la particular manera de "criar" a los animales que tiene su titular. En exclusiva, Semino responde a todas las críticas.

Por Cecilia Di Lodovico

El polémico dueño del Zoo de Luján recibió a 24CON y respondió a todas las denuncias entre osos, leones y tigres. “Me críe en el campo, en una estación de ferrocarril entre Luján y Mercedes, sobre la línea del San Martín”, se limita a contestar sobre su vida. No le gusta hablar de sí mismo, sino que prefiere destacar las habilidades de las bestias que crió “en cautiverio”. Un detalle importante, debido que Semino impulsa un petitorio para que cambie la ley. “Lo que no se entiende es que estos no son animales salvajes, sino nacidos en cautiverio y trabajamos con ellos para hacerlos mansitos”.

¿En este predio estuvo el zoológico de Cutini?
Esto estuvo cerrado seis años. En el 94, nosotros lo habilitamos nuevamente y volvimos a instalarlos con muy poquitos animales. Después, la gente empezó a donarnos animales. Incluso, más del 80 por ciento de los animales son donados, son de casas de familia. La primera tigresa que nos donaron en el año 94, que hoy tiene 18 años, se llama Julia y sigue viviendo y jugando con nosotros. La había criado una chica en un departamento. También hay pumas y monos (más de 60) criados en casa de familia. Lo que pasa es que, cuando el animal crece, te encontrás con que es difícil manejarlo y hay que tener mucho tiempo para ellos. No se puede tener este tipo de animales en casa de familia. No es conveniente y está prohibido por ley. La gente por ahí, venía viajando, le regalaron un monito y cuando crece empieza a querer lastimar a alguien y se apropia de la casa. Los monos son inestables y se ponen agresivos. Así es la historia de la mayoría de los monos que tenemos acá. Después, tenemos tigres abandonados, leones, animales de circo. Animales que encuentran en la calle, una serpiente o un mono que se le escapa a alguien, los trae la policía con la orden de un juez. Así que se cumplen varias funciones, por ese lado, en el rescate y el cuidado de los animales. En las escuelas que pueden visitar el lugar y apreciar cómo los criamos.

¿Cuál es la forma de crianza?
Es un poco fuerte porque nosotros tenemos una forma de crianza muy “en contacto” con ellos. Los ayudamos a nacer, los criamos junto con nosotros. Entonces, se rompen un montón de mitos de la agresividad de los felinos. En 15 años no tuvimos ningún accidente y mucha gente ha interactuado con ellos y todo. Eso habla bien de nuestra crianza y del trabajo que hacemos. Pero hay gente que le molesta que lo hagamos de esa manera.

¿Pierden el instinto?
No, el instinto de caza lo tiene siempre, no podés juntarlos con animales que son presa de ellos. Tomaron como, digamos, ampliación de su familia al ser humano. Lo que pasa es que se cría con seres humanos y con perros y, por empezar, son animales nacidos en cautiverio, o sea, no es un animal salvaje. Un animal salvaje es nacido en la selva, estos son nacidos en cautiverio. Tenemos más de 60 generaciones de felinos nacidos en cautiverio. Los primeros tigres, vinieron de Uruguay, pero hacía más de 60 años que estaban viviendo en circos. ¿Y qué pasa? Los animales tienen una predisposición a ser más sociables. Lo importante del sistema de crianza es lo que le enseñamos en los primeros años, ellos lo graban para toda la vida y asocian que pueden vivir con los seres humanos, que nadie les va a hacer nada ni a pegar. Muy por el contrario, los cepillamos, compartimos momentos de juego, que tomen la leche con nosotros, compartimos un montón de cosas y, así, se acostumbran a vivir. La prueba más grande es cuando vamos al campo y los soltamos y no se alejan más de 30 metros. Corren, juguetean y se vuelven con nosotros. O sea, pasas a ser parte de la familia, no es que los soltás y tratan de huir.

¿Cuánta gente trabaja en el zoológico?
Alrededor de 19 personas fijas y después chicos que hacen pasantías. Hay escuelas, estudiantes, hay convenios con algunas universidades, inclusive, del exterior. Ahora, va a empezar a venir gente de Cuba.
¿Cuáles son esas universidades?
Me tendría que fijar, en este momento no sé bien porque lo maneja la gente de administración. Principalmente escuelas rurales y técnicas. Hay fundaciones que vienen a hacer pasantías, inclusive con chicos que tienen problemas de salud. Hay orden de que todas las escuelas que no puedan pagar, que vengan igual. Tratamos de no decirlo mucho porque algunas pueden pagar y llaman los profesores e intentan venir todo el mundo sin pagar. Es un clásico de los argentinos.

¿Cómo se mantiene el zoológico?
Nos mantenemos únicamente con lo que nos deja la entrada de los cuatro domingos del mes. Y hay muchos gastos.

¿Cuánto dinero por mes cuesta mantenerlo?
Es muy difícil y, por ahí, es mucho más de lo que gastamos porque hay muchas empresas que nos ayudan. Hay gastos que no los tenemos contabilizados. Por ejemplo, hay laboratorios que nos regalan los medicamentos, hay veterinarios que vienen gratis con tal de ver cómo trabajamos, están contentos de ver como nacen los animales sin la agresividad. Después, hay plantas de silos que nos regalan los cereales, por ejemplo. Los campos de la zona, nos donan la carne. Por ahí, se mueren cuatro o cinco vacas por día y nos las donan. También vamos al Mercado Central y en las naves, los días viernes, te regalan alimento para toda la semana. Camiones de zanahorias, de zapallos, que para consumo humano no la venden, pero es mercadería que está en muy buen estado, porque va a tener otro precio o no hay espacio para guardarla porque hay momentos de superproducción. Las peras o las bananas que se ponen feas rápido, por ahí tienen una manchita y dicen: “Está bien, dejémosla para el zoológico”. Y la fruta está buenísima. También hay una empresa que nos dona la pintura. Por otro lado, los estudiantes nos piden por favor trabajar acá sin cobrar porque quieren compartir la manera que tenemos de criar a los animales. Y, a nosotros, los estudiantes de veterinaria que están en tercer o cuarto año nos sirve porque son gente medianamente preparada. Sino, sería imposible mantenerlo. Así, el 50 por ciento de los gastos están amortizados.


Volviendo a la primera pregunta, ¿qué relación tiene con el zoológico de Cutini donde también se dejaba a los asistentes tener contacto con los animales?
Cutini estuvo acá, pero cerró y se fue a Ezeiza. Seis años estuvo cerrado este campo y empezamos a abrirlo de a poquito. 

¿Habían quedado algunos animales?
No. Se llevó todo.

¿Cómo se te ocurrió abrir un zoológico?
A los que nos criamos en el campo nos gustan los animales. Lo que pasa es que teníamos que tenerlo abierto al público porque es muy costoso.

En ese instante, llega Osmar -uno de los cuidadores predilectos de Semino- cargando, en una carretilla, seis leoncitos de un mes de vida. Luego, es el turno de varios cachorritos. “Los leones son más competitivos. Los perritos los educan y les enseñan a jugar. Se crían juntos”, explica Semino. “Se crían mansos y así siguen de grandes, eso es lo difícil de entender. Hasta que no lo ves…”
 
¿Cuántos nacimientos tienen por año?
Tenemos dos nacimientos de seis leones por año.

¿Todos se quedan acá?
Nos encargan de otros países. Méjico, por ejemplo, nos está pidiendo. Mucha gente que trabaja con animales les sirve estos por la mansedumbre que tienen. Tienen un valor agregado de horas hombre que no lo tienen en ningún lado. No te podés acercar a un león que nunca vio un humano. A estos les gusta que los rasquen como un gato. Son como gatitos. Y se crean con perritos que los ayudan a formar el carácter.

¿Qué le pasó cuando viste la nota que salió en The Sun?
Nada, nosotros jugamos todos los días con los animales.

¿Pero no le dio bronca?
No. Pero la ignorancia de la gente en esto es grandísima. La gente no ve todo esto, que los podés criar así, que pueden viajar con vos en una camioneta, bajar a un campo, jugar con ellos, tomar la leche de la mano. Y, bueno, hay periodismo que le gusta decir cosas malas. Está muy difícil el periodismo, nadie se ocupa de lo que estás haciendo vos ahora, de venir, preguntar, interiorizarse. Hoy está de moda copiar: alguien hace una nota y todos hablan de esa nota. Es más fácil, todos venden diarios y revistas y nadie invierte en ver de qué se trata e investigar. Creo que no hay un periodismo inteligente hoy en día, se copian. Hace 25 años que criamos a los animales de esta forma y 15 que estamos abiertos al público y el resultado es que han pasado millones de personas, chicos que juegan con los animales y nunca pasó nada. Entonces, algo habrá que 80 felinos no lastiman ni atacan a nadie. Si la gente no ve esta forma de criar, no lo puede entender. Podemos traer acá adentro un tigre de 300 kilos y es lo mismo. Viene gente de todo el mundo y todos escriben lo que les parece. Vos buscás en Internet “nacimiento de león” y en tres meses, tiene mil lectoras. En cambio, ponés “ataque de león” y la miran millones la nota. En sí la raza humana es morbosa, le interesa la mala noticia.

¿Recibió criticas de grupos ambientalistas?
Sí, a veces, de gente que no está de acuerdo. En todo lo que hagas, va a haber gente que va a estar de acuerdo y hay gente que no. Lo mismo pasa con lo que vos escribís. Si estás lejos de la verdad no importa, lo que importa es vender diarios y revistas, nada más.

Una de las denuncias que más se reitera es el tema del escaso espacio que tienen los animales en sus respectivas jaulas…
La situación ideal de vida no existe ni para los seres humanos. Vivir apretados en departamentos, viajar colgado en el colectivo, en la ciudad que nos roban y nos matan. Estos bichos viven mucho mejor, tienen lugares, cuidadores, horas para paseos, para recreo, para jugar con nosotros. No tienen donde vivir en estado salvaje, salvo en las reservas, porque los cazan y los venden por la piel. La piel de los tigres debe valer cinco mil dólares o más.


¿Y en el caso de los elefantes?
Hace 10 años que están acá. En Indonesia los usan para trabajar con troncos. Es más, en los países de origen, por lo general, tienen superpoblación de elefantes y cuando los sueltan, se meten en las casas de los lugareños y hacen desastres, así que los tienen encerrados. Estos vienen de una reserva en donde tenían 250 elefantes, pero tienen el problema que no tienen dónde ponerlos y los tienen que sacrificar. Entonces, cuando un país como este, donde hay mucho pasto por lo que es fácil darles de comer, es bueno. Y sería bueno, también, poder traer más. Armar un grupo importante, pero es muy costoso el traslado en avión y todo el papelerío. Igual, estamos tramitando para traer a cuatro elefantitos para que se reproduzcan. De todas formas, son animales que viven 80 años y los que tenemos son muy jóvenes, a penas tienen 12.

¿No temen que los chicos que vienen lastimen a los animales de granja?
Con los animales más pequeños hay que tener cuidado, porque en los chicos hay una agresividad más marcada, cada año más. Será un poco por lo que ven en la televisión y lo que viven en el barrio. Además, es natural que los chicos sean agresivos con los animales. Con los patitos, conejos, todos animales de granja, se reniega bastante con los chicos. Es difícil, por ahí, los chicos no están educados para estar con los animales así.

Hace un año atrás, recibieron dos osos por primera vez. ¿Cómo fue esa experiencia?
Recibimos dos ositos que ahora tienen un año y dos meses. Estamos viviendo una experiencia bárbara. Los criamos de la misma manera que los tigres y leones, pero estamos aprendiendo de ellos cada día. Todavía no sabemos cómo va a ser el comportamiento cuando el macho entre en celo.

Si tuviera la posibilidad económica, ¿cómo le gustaría que sea el zoológico?
Me gustaría que los corrales tengan un mínimo de 10 hectáreas cada uno. El más grande que tenemos es el de los elefantes que tiene una hectárea y media. Pero todos los zoológicos del mundo tienen problemas de hacinamiento. Mirá lo que es el zoológico de Buenos Aires: están todos los animales hacinados. El problema son los costos. Una jaula chica cuesta, hoy en día, 200 mil pesos. Acá al lado hay un campo de 260 hectáreas, estaría bueno comprar eso porque sería ideal para los animales, pero piden 25 millones de pesos. Acá no te ayuda el gobierno como en Estados Unidos donde los zoológicos son subsidiados. Los zoológicos municipales acá son un desastre, no tienen plata ni para darles de comer. En nuestro país no hay organizaciones para proteger las especies, más que algunas leyes reglamentas que, después, en la práctica no se hace nada. Acá cualquier persona que es cazadora va al campo y hace lo que quiere. No hay mucha gente dedicada a preservar las especies. Tampoco tenemos ayuda los lugares como estos que tenemos animales recuperados.

Natalia, una tigresa de un año y 200 kilos, ingresa a la sala. Cuando se encuentra con la perra que la amamantó, Luli, la olfatea y hace un sonido en señal de saludo. Los colmillos del felino superan ampliamente a los de su madre adoptiva. En otro cuarto de la estancia, Ariel, otro cuidador, termina de darle la mamadera a los dos nuevos integrantes del Zoo: dos osos pardos de dos meses de edad. A la noche, los tres se quedarán a dormir en la misma habitación, la misma que destrozaron, jugando, sus antecesores la “gorda” y el “gordo”. Así de arriesgada es la vida en el mundo de Semino y sus fieras.

 

Bajo la sombra de Cutini
Al igual que Cutini, Semino acarrea a sus fieras a programas de televisión y los cede para publicidad.

 

 

Tiene 80 fieras salvajes y las trata como gatitos
El dueño del zoo de Luján quiere sumar "mascotas" a su vasta colección. Cuestionado por "jugar" con el instinto salvaje de los animales, se defiende y dice: "si les das amor, te devuelven amor".

 

 

 

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