Lomas de Zamora

"La Chanchería": la última tierra okupa

No tiene servicios más que un "aguatero" que pasa dos veces a la semana. Ocuparon las tierras y no pudieron ser desalojados. 24CON se metió en el barrio y habló con ellos.

Por Pablo Noto / Ivan Rodríguez Alauzet

Norma Insaurralde no quería hacerlo. Pero a sus 51 años, la muerte de sus suegros la obligó a sobrevivir así. Antes vivía con su ex marido en una casa más o menos grande. Pero al separarse del padre de sus dos hijas, una de 14 y la otra de 24 y madre de una nena, lo único que la mantenía en ese hogar eran sus suegros. Después, la echaron. No le quedaba otra, tenía que comenzar una nueva vida.

Cerca de su barrio había un predio vacío. Eran las 20:30 del 19 de noviembre de 2008, y mientras Norma escurría el sudor que interrumpía su vista, contemplaba un campo de 8 hectáreas cubierto de montículos y yuyos. Abandonado. El asfalto lo circundaba alrededor y por el medio lo cortaba el arroyo Paso del Rey. Dentro de la propiedad se destacaba el casco del ex frigorífico FIMA. Un complejo demasiado extenso para una sola familia. Sin embargo, a las 21 ya eran cerca de 5 quienes decidieron tomar el lugar.

En la mañana del 20, Norma sufrió su segunda situación de calle y se acostumbró. Sería un Okupa por los próximos ocho meses. La policía los desalojó bien temprano, con el alba. La irrupción en propiedad privada está reglamentada por la Ley y ellos no estaban exentos. Rápidamente se hicieron de códigos internos y cuando la policía se alejaba del lugar, ellos se volvían a meter una y otra vez. Así fue como el 21 del mismo mes, dejaron de usar los silbidos para saber por dónde correr si venían los uniformados. “No nos molestaron más”, dijo al fin a 24CON.

Este último asentamiento emplazado en el pulmón de Lomas de Zamora, lleva oficialmente el nombre de “21 de noviembre”, en referencia al día de la toma definitiva, aunque popularmente se lo reconoce como “La Chanchería”, por el viejo frigorífico que dejó de funcionar hace casi 3 décadas.

 

El lugar se ubica a unas 20 cuadras de la feria La Salada y pertenece al barrio Villa Albertina de la localidad de Ingeniero Budge, lindero a Villa Lamadrid y a Campo Tongui, un predio que fue tomado para la misma época, y que se hizo conocido por ser la ocupación de tierras más grande de los últimos 20 años en Argentina, en donde se estima que viven 16.000 personas.

Así se vive en “La Chanchería”


No hay agua corriente. Menos gas, ni luz. Y viven igual. Mediante un convenio firmado entre el municipio y Covelia S.A., la empresa recolectora también señalada como la encargada de “contaminar el predio Santa Catalina”, un camión con 15.000 litros de agua pasa para recargar el tanque comunitario y los bidones de los particulares.

Es miércoles por la mañana y todo el barrio aguarda paciente al “aguatero”, que llega también los viernes. En el lugar, el chofer tira la bronca: “Si yo les hago la gamba de meterme con el camión, cuando la empresa me indica que solamente pase por las calles asfaltadas, por lo menos acompáñeme uno de ustedes para levantar los cables de luz y rellenar los pozos”.

El asentamiento cuenta con una comisión de 11 delegados. Uno por manzana. “Y nadie es más que nadie”, afirman. Así es como, mientras también esperan que Edesur les lleve un transformador comunitario, del que aseguran tener confirmada su instalación, se reparten la luz colgados de un generador ubicado en la Avenida Homero, que recientemente explotó. No hubo heridos.

En el Conurbano, sin dudas, Lomas es uno de los municipios con más habitantes, y un lugar en donde se construyeron gran cantidad de villas en muy pocos años. Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad Nacional de General Sarmiento, en el último censo poblacional de 2006, del total de habitantes de Lomas de Zamora (617.000), más del 11% vive en asentamientos o en villas (74.500).

De izquierda a derecha, la segunda es Mirta, la mujer de 19 hijos
Miriam De Negri, miembro de la Dirección Nacional de Promoción para la Producción Social del Hábitat, explicó a 24CON por qué se da dicho fenómeno en el distrito: “Había muchas tierras improductivas, ociosas. Como pasó en el Tongui, que está ubicado cerca de la Cuenca Riachuelo – Matanza. Hay muchos terrenos abandonados esperando que el Estado urbanice, lo que provoca un aumento del costo de la tierra y que luego se termina vendiendo mucho más caro”, explicó.

Por otro lado, agregó que “más allá de que existen muchas especulaciones, por más interés político que haya en cada lugar, en ningún caso se avanza con tanta magnitud si no hay una necesidad de los habitantes. Es más, en Esteban Echeverría también ocurre lo mismo”.

El primer autóctono

La pareja con el pequeño viven en una de las casillas

Actualmente, el censo es una palabra que circula por las calles internas del barrio pero que nadie realmente conoce. Por eso, fue la misma comisión quien se encargó de realizar esta tarea.

“Somos más o menos 380 familias”, declararon. Unas dos mil personas, a un promedio de cinco per casa. Todos nacidos y crecidos fuera del territorio tomado, menos una beba con menos de un mes de edad, y César. Es último, hijo de Héctor (23), un joven que solía vivir debajo de un puente con su pareja Victoria (22) hasta que la electricidad de unos cables casi los mata. El chiquito vio la luz el 31 de diciembre de 2008, por lo que se convirtió en el primer “chanchito”.

Lo más atípico, sin dudas, es el caso de Susana. Una mujer de 48 años con apariencia de unos 60, que tiene 19 hijos y, por si fuera poco, también 16 nietos. Ahora vive con los 7 más chicos en un rancho de unos 3 metros cuadrados, pero eso sí, “da a la Avenida”.

Porque en el barrio cada uno toma el terreno que puede, aunque desde la comisión informaron que no permiten ingresar a nadie más, simplemente “porque no hay más espacio”. “No queremos que sea una villa. Somos la mayoría familias y nuestra intención es que los terrenos que dividimos tengan espacio para los hijos”, dijo Norma, miembro de la comisión.

Vecinos muy enojados

Como los problemas superan toda clase social, en el asentamiento los vecinos también los tienen. Meses atrás, un hombre incendió la casilla de otro como represalia de una disputa personal. Por la vendetta, la comisión decidió expulsarlo del predio.

No difiere mucho del caso de Mirta, una señora extranjera que carga en andas a su niño y frente a los representantes de La Chanchería expone con bronca los roces personales que tienen con su vecina. “Me hincha todo el tiempo”, dice. De la comisión, responden: “No podemos estar atrás de todos los problemas particulares de convivencia. Ella le cedió una parte de su terreno a la otra mujer y ahora quiere que se lo devuelva. Eso no se hace”.

El casco del frigorífico no se puede habitar por peligro de derrumbe

La situación legal

A comparación de la anteúltima toma de asentamientos que hubo en el partido (Campo Tongui), que en apenas 7 meses consiguió la expropiación del Estado con fondos nacionales y provinciales, la situación de “La Chanchería” aún está en veremos. Según De Negri, se presentó un informe detallando los impuestos adeudados de los dueños del frigorífico, aunque actualmente se desconoce el titular del predio, ya que el lugar se encuentra en estado de sucesión. 

Es por eso que “conviene adquirir las tierras a los costos de tasación fiscal nacional, mejor que realizar una expropiación”, explicó la funcionaria. Asimismo, estimó que “en todos estos años ha sido difícil pensar en una política habitacional”, panorama que también ayudó a la expansión de las villas.

Un futuro con pasado incierto

El frigorífico por dentro
En la Chanchería, hoy nacen chicos. Años atrás, cuando todavía se trataba de un descampado, un misterioso rumor que circula por sus habitantes afirma que los fetos de abortos clandestinos eran un común denominador. Contrastes. “A los violadores lo echamos; a los drogadictos no los queremos; a los chorros los denunciamos”, ilustran. Pero sin olvidar nunca que allí “mataron a muchas personas y violaron a decenas de chicas”, según dicen.

En definitiva, un pasado tan incierto... como su futuro.
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