Esclavas sexuales: el cruel negocio de los "proxe"
Secuestran mujeres y niños para alquilar sus cuerpos. Las asociaciones protectoras acusan de complicidad a políticos, abogados, policías y jueces. Un macabro “negocio” donde los proxes y líderes narcos se disputan el poder.
No es un tema aislado. Es un fantasma que ataca constantemente a la sociedad y que, según afirman distintas organizaciones sociales, “incluye en la jugada a políticos, abogados, jueces y policías”. Todos ellos, confirman, formarían parte de una siniestra red que “secuestra, viola, droga, mata y prostituye personas, en su mayoría mujeres y niños”. Un flagelo turbio que no tiene única respuesta.
La trata de personas (también llamada de blancas), “crece a pasos agigantados en Argentina y tiene una regulación poco clara”, afirmó a 24CON la abogada y miembro de la campaña <Ni una mujer más víctima de las redes de prostutición>, Marta Fontenla. La jurista indica que la ley sancionada en abril de 2008 se quedó a mitad de camino ya que “presume que la víctima consintió en ser abusada hasta que se demuestre lo contrario”. Una situación muy difícil de probar y que actualmente “mantiene a todos los protagonistas prófugos”.
En su mayoría conformadas por proxenetas y narcos, estas redes fueron desarrollándose y ampliándose a lo largo de las últimas décadas como un foco de oscuros negociados, asesinatos, abortos clandestinos, sumisión, maltrato, consumo y venta de drogas ilícitas. Preferentemente capturan menores y mujeres para su extremo abuso en condiciones de esclavitud. “Las drogan, las hacen vivir hacinadas y en condiciones paupérrimas, al punto de generar depresión extrema y, en el mejor de los casos, el suicidio”, aclaró Marcela D'angelo, miembro de la Asociación de Meretrices Argentinas (ANMAR).
Aunque en el país no se manejan estadísticas al respecto, un pantallazo global sirve para aclarar el panorama. La Guardia Civil española publica que anualmente la trata de personas genera réditos por más de 18 mil millones de euros. Según estimaciones de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, OSCE, el tráfico ilegal de seres humanos podría ya haber superado al de armas, al haber alcanzado en el 2005 un volumen de negocio superior a los 32.000 millones de dólares anuales, un negocio en el que son explotados 2,5 millones de personas en el viejo continente.
En este sentido, Sara Torres, presidenta de la Coalición Argentina contra la Trata y el Tráfico de personas (CATW Ar), en comunicación con 24CON hace un cálculo muy gráfico: “Si contamos que por cada uno de los avisos publicitarios que ofrecen servicios de prostitución, los servicios por SMS, los portales Web y los servicios telefónicos, hay una sola persona cautiva, son cientos de miles que están en estas condiciones”.
“Protegidos” por la ley
Las denuncias llueven en todos los juzgados pero pocas son escuchadas. “Las redes trabajan en todo el país y están protegidas por todos los poderes”, denunció Fontenla, quien sostiene que “sin ese beneficio para los proxenetas, sería imposible manejar una organización tan compleja”. En tanto, los damnificados, que generalmente “vienen de estratos sociales marginales”, comentó Torres, se ven obligados a prostituirse y a vender su cuerpo en las formas más atroces posibles.
“La calle tiene sus códigos”, sentencia la abogada y justifica así la cruenta sociedad que se establecería entre los capos de dichas redes y los uniformados. “Les prometen que los policías las van a cuidar y en ciertos casos también son quiénes las violan, además estos también se llevan su porcentaje”. De esta maniobra, aclara, participarían desde los clientes, que ellas denominan “prostituyentes”, hasta los que hacen la vista gorda.
Existen mitos urbanos que no siempre pueden ser comprobados por la Justicia, aunque algunos fueron confirmados por las asociaciones protectoras. “Los engaños se producen en cualquier parte. Las chicas se acercan a buscar trabajo por falsos avisos y las secuestran”. Así, comienza a diagramarse el “negocio”. También “puede haber complicidad con lugares de venta de ropas, hoteles y casting televisivos. Después, lo más probable es que las muevan de la ciudad en donde las recluyeron, para eliminar sospechas”. El calvario que vivirán más adelante depende de si están todos los cabos “entongados” para la libre movilidad.
El tráfico a nivel internacional tendría otros motivos. Bien aclara la titular de CATW Ar: “La demanda tiene que ver con su traslado. Por ejemplo, algunos clientes piden una paraguaya, entonces los proxe la tienen que traer desde aquel país. Las trafican”. Un macabro juego de delictuosas ofertas y demandas.
Pero a esta altura, la red recién comienza a armarse. Más tarde, se sumará el resto de los cómplices. “Todos forman parte, los clientes, los policías que le liberan la zona, los punteros (si es que no son ellos mismos) que le proveen la droga para las chicas, que encima ellas mismas tienen que pagar con su sueldo, los dueños de los locales y un sinfín de cómplices que llegan hasta los estratos más altos del poder”, evidenció la abogada y atinó: “Los capos de estas bandas no son los perejiles que se muestran en los prostíbulos; tienen otros cargos, están más arriba”.
En el supuesto y poco probable caso de que una de las cautivas pueda reinsertarse en la sociedad, su personalidad cambiará para siempre. Más allá de presentar las dificultades sociales correspondientes a la vida laboral (estar inmediatamente desempleada, dificultad para conseguir posibilidades laborales), las damnificadas pueden presentar varios conflictos psicológicos.
Al respecto, el jefe del servicio de psiquiatría del Hospital Universitario Austral (HUA), Marcos Suffriti, comenta que es “muy importante valorar la posibilidad de que existan trastornos por stress postraumático”. Estas perturbaciones “se manifiestan con múltiples síntomas como depresión, pánico, miedos, ansiedad y fobias”, que deberán ser tratadas con ayuda profesional para que el paciente pueda eliminar la angustia y así retomar su vida normal.