Efectos de la crisis

Una muerte barata

En EE. UU., muchas familias reducen sus gastos fúnebres. Cremación y nuevos servicios exprés.

Por Matthew Philips
Diane y Randy Bathurst desayunaban juntos el 10 de enero. Randy dijo sentirse mal. Fue a acostarse y  Diane escuchó un golpe. Al llegar al dormitorio, su marido, de 58 años, yacía en el suelo, inconsciente. Los médicos declararon que había muerto instantáneamente a causa de un infarto cardíaco masivo. Debido a sus escasos ingresos, Bathurst solicitó la cremación, pero sin féretro ni servicios. Una funeraria convencional pretendía cobrarle US$ 3.200. En cambio, Simple Funerals —sin empleados, capilla o sala de embalsamamiento, sólo Tom Macksoud, su propietario,  y su camioneta Chrysler— le cobró US$ 1.100. “Gracias”, solloza Bathurst. “Ahora podré hacer dos pagos más de la hipoteca”.

Con un ingreso que depende directamente de la tasa de mortalidad, la industria funeraria estadounidense (valuada en unos   US$ 15.000 millones) siempre salió indemne de las recesiones pues no importa cuán deteriorada se encuentre la economía, la gente no deja de morir. Las agencias funerarias tienden a ser los negocios más antiguos de cualquier ciudad y en general obtienen fuertes utilidades; razón por la cual, en la década de 1990, grandes corporaciones de cotización pública comenzaron a invertir en este sector. Sin embargo, la actual recesión tiene un efecto distinto y conforme se profundiza, muchas familias empiezan a buscar la manera de reducir las cuentas que antaño eran sagradas.

Para Macksoud (46 años), este impulso a ahorrar no pudo ocurrir en mejor momento. El empresario trabajó durante 20 años en importantes agencias funerarias y fundó su propio negocio en Lapeer, Michigan, a unos 80 kilómetros de Detroit, pero hace unos años, empezó a notar un cambio: cada vez menos personas solicitaban el extravagante servicio memorial con féretro de acero y procesión en limusina. “Me di cuenta de que sólo necesitaba una oficina, una computadora y mi auto”, revela y así, en 2004 decidió vender su negocio de Lapeer por US$ 757.000 y se retiró unos años para pasar el tiempo con sus cuatro hijos. El otoño pasado volvió al mercado con Simple Funerals.

Este año, la Asociación de Directores Funerarios de Michigan solicitó que dejara de asistir a sus reuniones, como indignada respuesta a su competencia. Y si la industria tiembla de miedo, es quizá porque han visto que los proveedores de bajo costo consiguen prosperar en tiempos difíciles.
Los cambios en la percepción cultural contribuyen a la prosperidad de muchos establecimientos de descuento y encabezando la tendencia se encuentra la creciente aceptación de la cremación que, a mediados de la década de 1960, fuera inferior a 4 por ciento del total de los funerales y el año pasado representara más de la tercera parte de los servicios (algunos observadores esperan que la tasa de cremación alcance 60 por ciento hacia 2025). La cremación elimina tres de los elementos más costosos del funeral: el féretro, el proceso de embalsamamiento y el lote para la sepultura.

Críticos de la industria afirman que conforme la preferencia del consumidor favorece la cremación, las agencias funerarias están reduciendo precios para mantener sus utilidades en un mercado en decadencia. Entre 2000 y 2008, el precio del féretro aumentó 30 por ciento, según National Funeral Directors Association, cuyos miembros aseguran que la causa es el creciente costo de la materia prima utilizada en los féretros, como acero y cobre.

Algunas de las organizaciones más antiguas disputan el principio de que la recesión esté ocasionando un cambio radical en las prácticas de la industria. “Los deudos son un poco más moderados con el gasto”, dice Michael St. Pierre, quinta generación de directores de pompas fúnebres y director ejecutivo de Wilson St. Pierre Funeral Service and Crematory, en Indianápolis.

Macksoud apuesta a que, con el tiempo, los consumidores tendrán cada vez más conciencia de los costos. De hecho, hace poco registró el nombre de Simple Funerals para protegerse de la competencia y el negocio ya superó con creces sus expectativas. Según sus cálculos, durante el primer año haría 60 funerales y perdería dinero, pero con base en los pocos meses de operaciones, ahora está a punto de alcanzar el total de 80 servicios y terminará sin pérdidas. Ciertamente conserva algunas de las herramientas convencionales del oficio: cuando estaciona la camioneta en su cochera, al final de un largo día de trabajo, levanta mira los travesaños donde almacena las señales y los conos de tráfico que usaba para los servicios de la procesión fúnebre tradicional desde la iglesia al cementerio. Pero esas ahora viejas herramientas de trabajo sólo acumulan polvo. Cada vez más clientes optan por un remedio más sosegado y económico para la muerte.                 

Con Karen Springen
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