Cuando arrancó el aislamiento social, preventivo y obligatorio tanto desde el Ministerio de Salud de la Nación como desde las diferentes instituciones médicas desalentaron la asistencia a los centros y consultorios y se cancelaron turnos. Sin embargo, a medida que se empezó a tener más conocimiento con respecto a las medidas de prevención a implementar la recomendación cambió y se aseveró que es seguro concurrir a los hospitales o visitar al doctor. Pese a ello, un porcentaje importante de la población por miedo a contagiarse de COVID-19 o a no ser atendido de forma oportuna, por las dificultades en el desplazamiento o el desconocimiento de los permisos a solicitar prefiere postergar los chequeos de rutina o las consultas.
Esto puede a la larga, repercutir en la salud, advierten los especialistas. Muchas afecciones diagnosticadas a tiempo permiten un mejor pronóstico y un tratamiento más eficaz, más sencillo y menos invasivo. Incluso algunas intervenciones o estudios preventivos o terapias leves evitan complicaciones posteriores más graves. "Va a ser peor el daño que la cura", sostienen con respecto a la cuarentena.
Si bien este contexto impulsó la telemedicina, las cifras de desplome de los chequeos y consultas alarman a la comunidad médica. Sobre todo porque se debe considerar que determinadas situaciones requieren manipulación y palpación de lesiones para su evaluación o se necesita un contacto directo entre médico y paciente.
Según datos de la Asociación de Clínicas, Sanatorios y Hospitales Privados de la República Argentina (ADECRA) y la Cámara de Entidades de Diagnóstico y Tratamiento Ambulatorio (CEDIM), las consultas a emergencias cayeron un 74% con respecto al mes de abril del año pasado, las de urgencia por angina de pecho y síndrome coronario agudo un 62% y por ACV un 46%.
Algunas instituciones dan sus propias estadísticas. Por ejemplo, el Hospital Británico experimentó una caída total de sus consultas, sobre todas las especialidades, de un 68% con respecto a mayo del 2019. Asimismo, la atención por guardia disminuyó en un 74%.
La reducción de consultas médicas es preocupante principalmente ante las urgencias neurológicas en las que las primeras horas son cruciales para administrar un tratamiento efectivo. En Argentina hay un paciente con accidente cerebrovascular cada nueve minutos y la sobrevida y las secuelas dependen directamente del tiempo que se tarde en asistirlo. La intervención o tratamiento se debería administrar entre cuatro y seis horas posteriores al ACV.
"Ante las sospechas de un ACV no se debe esperar a tener una teleconsulta o a que pasen los síntomas, hay que ir lo más rápido posible al servicio de emergencia porque cada minuto cuenta. Tuve un paciente que se esperó cinco días pensando que tenía ataque de ansiedad y era un accidente cerebrovascular. Otro falleció en su casa. Y ayer mismo tuve que atender a domicilio una mujer joven con estatus epiléptico que no quería llamar a un servicio de emergencia por miedo a que la internaran, algo que finalmente sucedió ante la gravedad de su situación", explicó a PERFIL Máximo Zimerman, neurólogo especialista en rehabilitación y Director Médico del centro Cites INECO (MN: 107.397).
Los síntomas para poder identificar de forma precoz un ACV, que pueden presentarse de forma aislada o conjunta, son los siguientes:
"Ante cualquiera de estos indicios es importante llamar al servicio de emergencia y notificar que se está ante un posible ACV para que se active el protocolo específico para este tipo de urgencias", indicó Zimerman.
Además, los pacientes con afecciones neurológicas crónicas como Parkinson, Traumatismo de cráneo encefálico o Alzheimer, se vieron comprometidos por la interrupción de los programas de rehabilitación que llevaban adelante. La teleconsulta y telerehabilitación son por el momento la mejor forma de asistirlos, si bien no son igual de eficaces que la asistencia presencial, manifiesta el neurólogo.
Una situación similar a la neurología se da en el terreno de la cardiología. En Argentina mueren alrededor de cien mil personas por año por enfermedades cardiovasculares y se estima que por la falta de chequeos e intervenciones preventivas se registrarán miles de muertes en este 2020 que podrían haberse evitado.
Fiorella Tartaglione, médica cardióloga y miembro Fundación Cardiológica Argentina (MN: 144.259), manifestó: "Nunca es un buen momento para estar enfermo pero ahora es mucho más complicado. Muchas personas con enfermedades crónicas siguen necesitando atención al igual que los síndromes coronarios agudos que siguen ocurriendo".
Desde la Fundación Cardiológica Argentina realizaron una encuesta a 1500 pacientes con enfermedad cardiovascular que arrojó que casi el 60% que necesitó consultar no pudo hacerlo por diferentes causas: 30% porque su médico no atendía, 30% porque el centro donde habitualmente iba solo hacía consultas de urgencia o estaba cerrado y un 16% porque tenía miedo de salir por el COVID-19.
"Si se tiene una enfermedad crónica no hay que dejar de tomar la medicación. Además, ante la aparición de algunos de los síntomas de alarma o que estén relacionados con la afección que se padece hay que pedir asesoramiento o ir al servicio de emergencias", insistió Tartaglione, quien enumeró los indicios que los pacientes cardiológicos no deben ignorar:
1-Dolor de pecho.
2-Falta de aire.
3-Presión arterial muy elevada.
"Si hay un caso agudo, no hay que dejarlo pasar. El riesgo que hay cuando van a la guardia si tardan en consultar es mucho más grave", destacó la médica cardióloga. No obstante, la especialista aconsejó que en el caso de estar en buen estado y tener un control rutinario puede posponerse, teniendo en cuenta que las personas con enfermedades cardíacas son población de riesgo de COVID-19.
La medida de prevención más efectiva para detectar el cáncer de mama es la mamografía , un estudio que se realiza por primera vez a los 35 años y luego cada año a partir de los 40. Argentina es el segundo país de la región con mayor prevalencia de la enfermedad y en la actualidad se registran 19 mil nuevos casos por año.
El Jefe del Servicio de Mastologia del Hospital Británico (MN: 72.558), Juan Luis Uriburu, reconoció que su actividad se redujo en un 70 por ciento desde el principio del aislamiento. De las 20 intervenciones semanales que solían llevar a cabo, pasaron a realizar entre 7 y 8. "No hacerse los estudios puede suponer que se detecte el cáncer de mama en estadios más avanzados. Con eso, cambia el pronóstico y también la agresividad de los tratamientos que esa mujer va a necesitar. Quizás va a requerir más quimioterapia y otro tipo de abordaje de su caso", advirtió.
Los dermatólogos son los especialistas que más vieron disminuir sus visitas. Según la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD) las consultas cayeron entre un 85 y un 90 por ciento desde que empezó el aislamiento. "Casi no vemos pacientes. Las personas siguen padeciendo las mismas enfermedades que tenían o nuevas que no son atendidas. En algunos casos esas patologías pueden empeorar y hasta dejar finalmente algún tipo de lesiones residuales o complicaciones que no son solo dermatológicas, sino que se pueden extender a otros órganos", consignó Alberto Lavieri, médico dermatólogo e integrante de la SAD (MN: 67.467).
"Se abandonan los tratamientos o se suspenden y no se consulta. Los pacientes dermatológicos y de otras enfermedades lo van a padecer después. Van a tener complicaciones serias que van a terminar luego en internaciones cuando podría haberse tratado ambulatoriamente, que en la mayoría de los casos de esta especialidad es así", apuntó Lavieri.