Una fuga por el cementerio secreto de la dictadura

La aproximación de uno, a un caso, es como una aventura. La nota es el informe de una aventura. Hay determinadas cosas que van surgiendo de una manera imprevista, la historia no esta muerta como el cadáver, una vez que aparece el cadáver recién ahí, empieza la historia.

Uno de los casos que recuerdo con mucho cariño, es una fuga que hubo en Devoto en el año 92/ 93. Siete tipos escapan por un túnel y se encuentran con un  montón de huesos, que eran los restos de las victimas de un motín que hubo en el año 77 y el capo de esa fuga que se llamaba Quico Vertogaray, te digo el nombre porque años después lo mataron. Estaba en medio del túnel, hablando con la calavera de los muertos, como un personaje de Shakespeare, promete que cuando salga de ese túnel iba a contar la historia de la fuga y me llama a mi y me la cuenta.
 
Yo publiqué una nota que salió en mayo del 93 en Página 30 la revista de Página 12. Esa nota la recuerdo con cariño. Me impresionó mucho la historia en sí y el modo que el tipo lo relataba. Al final decía: “Ya lo hice, ya lo hice. Rompi las baldosas y vi las estrellas”.
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