El encuentro con el viejito muerto

Ellos están, en todas partes, pero no siempre se dejan ver. Un viaje en colectivo que podría haber sido rutinario para cualquiera no lo fue para Marisol, una lectora que comparte con nosotros su experiencia.

De: Marisol < -----------@hotmail.com >
Para: Leandro Vivas < lea_fv@yahoo.com.ar >

Asunto: Encuentro con un viejito muerto

Hola señores de 24CON, me llamo Marisol, leí el blog y me acordé de algo, no quiero que me tomen por loca, es algo muy serio. Les tengo que contar lo que me pasó hace 6 años, cuando yo tenía 18 y todavía estaba en el colegio. Para el día de la primavera con una amiga, Laura, arreglamos ir al INTA, ahí en Leloir, que tiene parque y bosques. Algunos de nuestros compañeros iban y otros no, pero nosotras organizamos ir igual. Con Lau nos encontramos en la plaza de Morón y fuimos a tomar el colectivo del otro lado de la estación, del lado norte, era un colectivo de la línea 216.

Cuando llegamos a la parada había un viejito adelante nuestro, muy simpático que se nos puso a hablar. Estaba bien vestido, pero era ropa vieja, era ropa antigua pero estaba bien.

Él nos contaba que había ido a visitar a sus nietos y que ahora iba a pasar por el cementerio, protestaba de la política y de la juventud. Mientras nos hablaba su mirada se empañaba, como que extrañaba algo, miraba lejos. No era ciego porque cada tanto nos miraba a nosotros pero como tímido. Protestaba que ahora está todo sucio, que la gente de ahora había tirado abajo todo lo que había hecho el General, creo que hablaba de Perón. Además repetía que no soportaba lo mal educada que era la juventud, que los chicos gritaban en la calle, tiraban botellas, escuchaban música ruidosa, bueno, se quejaba, pero era bueno.

 

En un momento nos recomendó ir a la boletería para sacar el boleto, y le hicimos caso era a una cuadra. Cuando volvimos seguía ahí, pero enseguida vino el colectivo. Atrás nuestro se puso una embarazada que la dejamos pasar para que subiera, pero el viejito no, subió él primero sin dejarla pasar.

 
Nosotras lo vimos subir e irse para atrás. Luego subió la mujer embarazada y después nosotras. El colectivo estaba repleto de chicos a los gritos, era el día de la primavera, el colectivo iba para parque Leloir, imagínense como estaba. Entonces le dije a mi amiga: “Uhh pobre viejito, él que no soporta a la juventud justo este bondi le tocó”. Y empezamos a mirar en el colectivo para ver la cara de viejito, si tenia cara de asco, de bronca o que. Pero el viejito no estaba, ni parado ni sentado, no estaba. Y yo me puse medio paranoica, algo sentí. Entonces le pregunte a la embarazada si había visto al viejito, y me contesto que no, que en la parada estábamos nosotras solas. Le explique que el viejito había subido delante de ella pero me contesto ya más antipática que nadie había subido adelante de ella.

Yo ahí ya me asusté, entonces le pregunte al chofer que me dijo lo mismo que la mujer embarazada, nadie había subido delante de ella, nadie había sacado boleto.

 

Creo que me bajó la presión, no sé, se me aflojaron las piernas, no puedo decir que fue algo que me hizo el viejito, porque era bueno, nunca me dio miedo, pero me empecé a sentir mal, me puse pálida y me dieron el asiento, viajé sentada. Igual lo que me asustó de verdad fue cuando pasamos por el cementerio de Hurlingam.

Justo en la esquina, donde está la entrada al cementerio, sonó el timbre de parada, pero

no había nadie en la puerta, el chofer no paró, dijo que podía ser un corto circuito o algo así. Además le daba mala espina parar justo en el cementerio.

Después de eso no pasó nada más, llegamos al INTA, estaba llenó de pibes gritando tirando botellas y

escuchando música.

 

Nunca más tomé ese colectivo, la parada la demolieron cuando

remodelaron la plaza y la vereda, con mi amiga nunca más hablamos del tema, y ahora hace años que no la veo. En mi casa me trataron de loca. Pero yo sé lo que vi, y me acuerdo bien.
 
Siempre me quedó en la memoria una frase que me dijo cuando hablábamos de los jóvenes, yo le decía que sólo buscaban llamar la atención, que hacían ruido para ser vistos. Él me contestó:
“Ser visto es la ambición de los fantasmas; ser recordado, la de la muerte”.

Bueno chicos, cuando puedan contéstenme, no le cuento a casi nadie esto, así que trátenlo con cuidado, un abrazo.

Marisol
 
 
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