La droga parece haber copado la farándula nacional e internacional. Si bien la relación entre el mundo del espectáculo y el de los narcóticos es tan vieja que parece estar naturalizada en el imaginario popular, en los últimos tiempos sorprendió ver cómo se multiplicaron los casos que quedaron expuestos mediáticamente, ya sea por confesiones públicas sobre adicciones o por el trágico final de sus protagonistas.
Esta semana, confluyeron dos noticias vinculadas a la droga y la fama que shockearon a todos: en el plano nacional, la vedette
María Eugenia Ritó habló abiertamente de
su consumo de cocaína, éxtasis y cristal, luego de que apareciera su voz en las escuchas de la causa de los “narcos vip”; en Estados Unidos, sacudió a Hollywood
la muerte del actor Philip Seymour Hoffman, a los 46 años, por una aparente sobredosis de heroína.
“Fui muy tonta, muy tarada. Estoy más que arrepentida. Me pasó a los 32 años, pasé la primera etapa donde la tuve que remar y salir adelante, pero lo hice diez años después de la muerte de mi mamá”, se sinceró Ritó, entre lágrimas, sobre su primer acercamiento a los estupefacientes. Así, la rubia admitió que se inició tarde, cuando ya era famosa y se había hecho de un nombre en el ambiente artístico.
En paralelo, el sinceramiento de María Eugenia llevó a otra figura local,
Nazarena Vélez, a hablar sobre
su experiencia con las anfetaminas, que consumió durante diez años. “Sentía que me moría, que me explotaba el corazón. Buscaba anfetaminas hasta por debajo de las macetas”, disparó, sobre esas épocas turbias en las que, cada vez que aparecía en televisión, se la veía demacrada y le temblaban las manos.
Algunos meses antes, en noviembre de 2013, el país se sorprendía con el anuncio de
Andrea Rincón en un video de YouTube, donde
explicaba que se internaba en la clínica Avril para rehabilitarse. Tras permanecer 15 días en el lugar, salió con un perfil más bajo que el habitual y
decidida a dejar los malos hábitos atrás. Quizás uno de los más abiertos a la hora de contar su historia con la cocaína fue
Gastón Pauls, quien en 2012
se reconoció ante los medios como adicto en recuperación y aseguró que el consumir fue uno de los principales causantes de sus problemas financieros y legales con su productora Rosstoc. “Con la droga terminás en el hospital, en la cárcel o en la muerte”, llegó a señalar.
Talentos perdidos
Aunque todas las situaciones anteriores parecen tener un final feliz, y sus protagonistas se esfuerzan por salir adelante, hubo muchos otros que no corrieron la misma suerte y perdieron la batalla. La noticia de que el cuerpo sin vida de
Phillip Seymour Hoffman había sido encontrado en su departamento de Nueva York,
con una jeringa clavada en un brazo, aún conmueve a millones de personas que, decepcionadas, ven cómo otro gran talento de la actuación terminó perdido en la droga.
Irónicamente, el ganador del Oscar había aconsejado años antes a su joven amigo y colega
Heath Ledger que se alejara de la heroína, algo que fue en vano: el 22 de enero de 2008, el actor que dio vida a un magistral Guasón apareció muerto también en su departamento, luego de ingerir una mezcla letal. Cinco años después, la historia la repitió el propio Hoffman.
En el ámbito de la televisión norteamericana, todavía genera repercusiones el fallecimiento del
protagonsita de la serie musical “Glee”,
Cory Monteith, de sólo 31 años. Otra vez la palabra “heroína” fue el denominador común de los artículos que trataron su triste final.
En Argentina, los ejemplos más resonantes de grandes carreras y vidas truncadas por las adicciones son sin dudas los de la modelo
Jazmín De Grazia y el periodista
Juan Castro. Ambos tenían en común la juventud, la belleza y un futuro prometedor en sus trabajos, pero encontraron el mismo y trágico final por culpa de la maldita droga.
Demasiada fama, demasiado jóvenes
Tal vez la presión de la exposición pública es demasiado para estas figuras, sobre todo cuando son muy chicos. Son numerosos los casos de personalidades que empezaron sus carreras artísticas a muy corta edad y cayeron en las adicciones al llegar a la adolescencia o juventud. Una de las primeras historias conocidas de este tipo fue la del ex “Mi Pobre Angelito”,
Macaulay Culkin, pero lejos estuvier de ser la única.
Hace no mucho tiempo, todos fueron espectadores privilegiados del desmoronamiento de la vida de
Britney Spears: como en un patético reality show, se pudo ver cómo la ex chica inocente y sana del Club de Mickey Mouse se convertía día a día en una desequilibrada mujer sumida en la droga, con tratamientos de rehabilitación incluidos. La famosa noche en que rapó su cabeza y atacó el auto de su ex marido con un paraguas fue, definitivamente, su llegada al fondo del abismo.
Hoy, todo parece repetirse con
Justin Bieber: con apenas 19 años, el otrora ídolo teen canadiense
protagoniza más de un escándalo diario y, aunque aún él no reconoció su adicción, su entorno y hasta su propia madre se preocupan por su constante comportamiento errático, producto del consumo.
En las últimas horas, también trascendió que su ex novia, la cantante y actriz
Selena Gómez, de sólo 23 años, estuvo dos semanas internada voluntariamente en un centro de rehabilitación por problemas con el alcohol, la marihuana y una medicación conocida como Ambien, que se usa para combatir el insomnio. Su pasada relación con Bieber fue uno de los factores clave para que tomara esta decisión, debido a los excesos a los que estaba expuesta mientras salía con él y sus amigos.
Historias que parecen calcadas y que se repiten sin cesar. Ya sea en la farándula local o en el "jet set" hollywoodense, son muy pocos los que escapan a la tentación de los narcóticos. Los malos entornos, la vida nocturna y la sobreexigencia física suelen ser señalados como culpables, pero al fin y al cabo la decisión última siempre la tienen ellos mismos. Y, lamentablemente, siempre eligen mal.
5 de febrero de 2013
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