El presidente estadounidense, Barack Obama, anunció este viernes cambios en el cuestionado sistema de vigilancia de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), que incluyen la restricción del seguimiento a líderes internacionales y el fin del control de las llamadas telefónicas a millones de estadounidenses.
“Los líderes de nuestros amigos y aliados cercanos tienen derecho a saber que si quiero saber lo que ellos piensan sobre un tema, levantaré el teléfono y los llamaré en lugar de recurrir a la vigilancia”, aseguró el mandatario norteamericano.
Con esa frase puso punto final a la práctica del espionaje a altos funcionarios en la comunidad internacional que reveló el ex "topo" Edward Snowden, aunque agregó que "las comunicaciones de jefes de Estado y gobiernos amigos y aliados cercanos" sí serán vigiladas ante "un importante motivo de seguridad nacional".
Asimismo, la implementación de los nuevos cambios significará terminar con el control ilimitado de los registros telefónicos de millones de estadounidenses.
A partir de ahora, las agencias de inteligencia deberán pedir autorización previa de un tribunal secreto para hacerlo.
Obama defendió no obstante a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) señalando que la revisión realizada por la Casa Blanca durante más de un mes indicó que su trabajo “nos hace más seguros” y que no hubo abuso de autoridad en la escucha de conversaciones privadas o en la lectura de emails.
Tal como se esperaba tras las revelaciones que generaron fuertes críticas a los Estados Unidos por el espionaje local y en otros países, el líder demócrata reconoció que un “nuevo examen” de los programas de vigilancia “era un paso necesario” para terminar con las prácticas posteriores al atentado a la torres gemelas del 11 de septiembre de 2001.
Para ello, indicó el mandatario, la Casa Blanca difundió hoy una directiva presidencial que “ordenará claramente lo que hacemos y lo que no, respecto a nuestra vigilancia en el extranjero” y asegurará que Estados Unidos utilice su aparato de inteligencia para “propósitos legítimos de seguridad nacional”.
Estados Unidos no colectará información de inteligencia, aseguró, “para suprimir la crítica o la disidencia ni tampoco para personas desfavorecidas en base a su origen étnico, raza, género, orientación sexual o creencias religiosas”, ni “para proveer ventajas competitivas a empresas nacionales o sectores comerciales”.
Por otro lado, con el objetivo de definir “cómo proteger a los ciudadanos y mantener el liderazgo en el mundo”, Obama creó en los últimos seis meses un Grupo de Revisión en Tecnologías de Inteligencia y Comunicación para que brinde recomendaciones de reforma.
“No podemos prevenir ataques o amenazas cibernéticas sin cierta capacidad de penetrar las comunicaciones digitales”, advirtió el jefe de Estado.
A su vez, el líder de la Casa Blanca abordó el cuestionamiento al accionar de los programas y procedimientos actuales, asegurando que serán cambiados para brindar “mayor transparencia a nuestras actividades de vigilancia y para fortalecer las salvaguardas que protegen la privacidad de los estadounidenses”.
Remarcando sus esfuerzos por hacer a un lado los reclamos recibidos desde la comunidad internacional por las revelaciones de intromisión en las comunicaciones, Obama informó “la decisión sin precedentes de extender ciertas protecciones que tenemos para el pueblo norteamericano a personas en el extranjero”.
Esto implica que las personas en el mundo, “sin importar su nacionalidad, deberían saber que Estados Unidos no está espiando gente ordinaria que no amenaza nuestra seguridad nacional”, aseveró.
Pero advirtió que “a diferencia de los ciudadanos ordinarios, nuestras agencias continuarán juntando información sobre las intenciones de los gobiernos en el mundo, de la misma manera que lo hacen los servicios de inteligencia de cada país”.
“Sin embargo, los líderes de Estados y gobiernos con los cuales trabajamos de cerca y en cuya cooperación dependemos, deberían sentirse seguros de que los estamos tratando como verdaderos socios”, especificó.
Uno de los más graves componentes del escándalo de espionaje estadounidense fue el descubrimiento de que entre los objetivos de sus escuchas estaban pares de otros países del mundo que mantenían buenas relaciones con Washington, como la presidenta del Brasil, Dilma Rousseff, o la canciller alemana, Ángela Merkel.
Por último, Obama hizo mención a Edward Snowden, el ex empleado de una empresa contratada por la CIA que divulgó gran cantidad de documentos secretos a través de diferentes medios de comunicación, con lo que reveló detalles del nivel de vigilancia mundial de la NSA que hicieron estallar la asombrada protesta del mundo entero.
“Dado que hay una investigación abierta, no voy a detenerme en las acciones o motivaciones del señor Snowden”, dijo, pero agregó, concluyente, que “la defensa de nuestro país depende en parte, en la fidelidad de aquellos encargados de los secretos de nuestra nación”.
Viernes 17 de Enero de 2014