El director del diario La Nación desde el año 1982 y dueño de Papel Prensa, Bartolomé Luis Mitre, murió este miércoles a los 79 años, el 2 de abril cumpliría 80. Fue la cuarta generación Mitre al frente del diario.
Su hija, Esmeralda Mitre, relató que el martes pasado había sido internado en un sanatorio porteño por diferentes problemas de salud. Ingresó en terapia porque había tenido un transplante de riñón y estaba inmunodeprimido.
Según informó el diario propiedad de su familia, Mitre "había nacido el 2 de abril de 1940, sus padres eran María del Rosario Noailles y Bartolomé Mitre", "Estaba casado con Nequi Galotti y tenía cinco hijos: Dolores, Rosario, Bartolomé, Esmeralda y Santos", complementó La Nación.
En 1966, tras el golpe de Estado concretado por Juan Carlos Onganía, ingresa a La Nación. Hacía dos años se había recibido de abogado y llevaba muy poco tiempo de casado.
Su periodo más polémico comienza a partir de 1976, año en que inició la última y más sangrienta dictadura argentina, momento en el que se convierte en el presidente del directorio del diario y pasa por varia áreas estratégicas del mismo.
En agosto de 1982, fue designado al frente de la dirección periodística de La Nación, lugar que había quedado vacante tras la muerte de su padre. Además, "fue miembro del directorio de Papel Prensa S.A., empresa de la que también fue vicepresidente y presidente", recuerda el matutino.
Sobre Papel Prensa S.A. es importante recordar que se trata de una empresa argentina dedicada a la producción de papel prensa, fundada en 1971, que en épocas donde los principales diarios del país dependían de este insumo, era la única empresa que lo producía en el país y era proveedora de más de 170 diarios de la Argentina.
La denuncia entorno a la apropiación de Papel Prensa señala que la viuda de David Graiver (propietario de la firma), Lidia Papaleo de Graiver, había regresado al país en 1976, momento en el que fue contactada por diversas personas allegadas a la dictadura militar, quienes le instaron a vender las acciones de la fabrica de papel.
Así, Pedro Martínez Segovia, presidente de Papel Prensa en el momento en que Papaleo regresa al país, la invita a tomar el té en el Plaza Hotel, en el centro de la Ciudad de Buenos Aires, y le ordena "vender" la empresa: "No puede vender Papel Prensa ni a judíos ni a extranjeros", le dijo, teniendo en claro que quién manejara el monopolio de esa producción digitaría el precio del insumo y a la prensa misma.
Segovia, quien era cercano al ministro de Economía de la dictadura, el tristemente célebre José Martínez de Hoz, fue el encargado de presionar a la viudad de Graiver en primera instancia. Acoso que prosiguió por aquel entonces el secretario de Estado, Raymundo Juan Pío Podestá, a través del ex ministro de Bienestar Social, Francisco Manrique.
De esta forma, Manrique le comunica al abogado de la familia, Miguel de Anchorena, a manera de ultimátum, que debía realizar la venta y pasar el control accionario de Papel Prensa a los diarios La Nación, Clarín y La Razón.
Con esto como antecedente y de regreso a la historia de vida de Mitre, el director de La Nación tuvo como principal preocupación mantener la línea histórica del diario, reconocido por ser conservador y para muchos oligarca.
En una de sus escasas apariciones públicas, en 2008, se mostró muy crítico con los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, a los que llegó a acusar de ser una "dictadura con votos". Algo que luego de la crisis impuesta por el sector agropecuario, como respuesta a la Resolución 125, la Ley de Medios y el resurgimiento de la causa Papel Prensa, provocó la grieta definitiva en la relación.
En 2011 recibió un trasplante de riñón y luego de algunas complicaciones logró recuperarse, aunque pasado un tiempo las internaciones volvieron. Así, vivió los últimos años el empresario periodístico, un hombre marcado por su época, por las dictaduras y los vaivenes de la política local.
Por último, vale recordar una de sus frases, repetida en muchos eventos en los que estuvo como protagonista: "Cuando se inventó la radio dijeron que acabaría con los diarios. Luego llegó la televisión y repitieron los argumentos. Ahora pasa lo mismo con la web. Seguiremos viviendo mucho tiempo y evolucionando. En Sudamérica, a la mayoría de las empresas periodísticas les va bien, salvo a las que tienen problemas políticos con sus gobiernos. Tal vez venderemos menos, pero los diarios seguirán existiendo".