El Obelisco se llenó de humo este jueves al mediodía. La Organización de Vendedores en Eventos Masivos (OVEM) organizó un "parrillazo" para protestar contra la decisión de no otorgar más permisos para la venta de choripanes en cercanías de estadios de fútbol.
Según el Boletín Oficial del Gobierno de Buenos Aires se decidió no otorgar nuevos permisos "para la elaboración y expendío de productos alimenticios en las inmediaciones de los estadios de fútbol de la Ciudad en los días y horarios en que se lleven a cabo eventos deportivos". Además, revocarán los que ya habían sido emitidos, por lo que ya no habrá puestos legales para cumplir con el ritual de comer "un chori" en la previa de cada partido.
Aproximadamente más de 40 "choripaneros" empezaron desde temprano a instalar sus parrillas para repartir choripanes gratis a quienes pasaban por el lugar, bajo la consigna #síalchoripán.
Con un sol radiante y en pleno centro porteño, Alexis, uno de los vendedores de choripanes autoconvocados, cortaba los panes, mientras no perdía de vista el fuego de la parrilla. "Estamos acá porque queremos la parrilla para todos los muchachos, que la venta en la calle no se prohíba". El joven se levanta todos los días muy temprano, va a la carnicería para comprar los chorizos que más tarde venderá con el fin de mantener a sus cuatro hijos, ya que es el sostén de su familia. Alexis vio en la venta de choripanes una oportunidad para salir adelante: "yo antes era canillita y no lograba nada". "La calle, en verdad, no es pública como se dice, dialogando con la gente trato de obtener un lugar para vender", expresó.
De a poco comenzaron a llegar personas a los puestos. Algunos para apoyar la situación, otros simplemente para comer. Las filas en la parrillas se hacían cada vez más extensas. "Estamos acá para defender nuestra fuente de trabajo, no se por qué nos prohíben, porque yo creo que no le molesta a nadie que una familia vaya, trabaje y lleve el pan a su casa", explicó Héctor, un vendedor ambulante que tiene más de 25 años vendiendo comida en las canchas de San Lorenzo, River, y Boca. "Nosotros queremos defender más de 200 puestos de trabajo, lo triste de esto es que ya empieza la época escolar y le tengo que comprar útiles a mis tres hijos", contó Héctor con cara de preocupación. También resaltó que ellos no tienen la intención de molestar a la gente, sino que quiere que se los incluya: "nosotros somos vendedores de estadios deportivos que queremos que se nos regularice, queremos nuestro monotributo social... Yo estoy orgulloso de mi trabajo".
Romina tiene 3 hijos y hace más de 12 años vive de vender choripanes. "Nos sacan sin avisarnos, sin hablar con nosotros", explicó la vendedora revelando que hace dos años junto con la Organización de Vendedores en Eventos Masivos (OVEM) y con la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) están luchando para que se los regularice. Mientras Bety, a un costado agregaba: "Yo quiero trabajar, sino muero de hambre", y mientras cortaba un choripán. La mujer hace tres años está en el rubro que le permitió mantener a su hija. "No queremos todo gratis, queremos pagar lo que corresponde", mencionó la mujer explicando que quieren hacer las cosas como corresponden, y sacar todos lo permisos necesarios para poder trabajar.
Cuando a su compañera de parrilla, Dionisia Duarte, se le preguntó por la supuesta vinculación con la barra brava, aclaró casi a los gritos: "Nosotros no tenemos nada que ver, somos compañeros de todos los vendedores, no compañeros de la barra". Por otra parte, Valeria Sikorski, encargada del Comité de Seguridad en el Fútbol de la Ciudad de Buenos Aires, justificó haber tomado la decisión indicando que los puestos de choripanes son una de las fuentes de financiamiento de las barras, una de las causas de la violencia en el fútbol.
Mientras tanto, y en medio del conflicto, Ángel, un hombre de 70 años, contó que escuchó en la radio sobre la movilización y se dirigió para apoyar a los trabajadores: "Toda la vida comí choripan en la cancha, y estaría bueno que no los saquen, porque forman parte del folclore del fútbol, pero que haya cierto control", explicó. "Una vez casi me intoxico en la cancha de Chacarita con un chorizo negro, por eso está bien lo que piden".