No sólo es una mega exposición. Familias y chicos se divierten dentro del gigante predio. Comidas, juegos, exposiciones atípicas y bellas promotoras forman el color de la Epsam 2008.
El predio del Parque Yrigoyen es lo suficientemente gigante como para que miles de personas se muevan inquietas de un lado para el otro. Los celulares suenan constantemente, la gente se encuentra y se desencuentra. Suben y bajan la rampa para acceder al sector B, en la planta alta. Se acercan hasta el bufet , en el fondo del pasillo, para tomar algo, café, jugos o tragos.
La imagen se asemeja a un gran día de camping con recorridos que asombran a los visitantes. También los demás expositores se escapan de a ratitos para observar a la exhibición de motos de última generación, autos tuneados, o monsters trucks.
Hay para todos y para todos los gustos. Los más pequeños disfrutan de los juegos y miran con ansias los juguetes que están en los puestos. Se desviven por los colores de los pasillos y aquellos que brinda el parque al aire libre, más que nada en el patio de comida. Allí se funden el olor a pasto con el olor a asado, un aroma inconfundible como para sentarse en las mesitas y disfrutar del momento.
"El parque es impresionante", es como lo categorizó un hombre bien vestido mientras hablaba por teléfono con total asombro. Las mujeres se ríen, hablan entre ellas y se sacan fotos. Hasta agentes de la policía aprovechan para posar frente a un tanque del ejército. Otro de los atractivos alejados, y a la vez más cercanos que nunca de las máquinas, son las promotoras. Aquellas que acumulan miradas de refilón de los hombres que intentan ser disimulados.
Epsam brinda un paseo para toda la familia. Para disfrutar de una alternativa distinta y a la vez para interiorizarse con las producciones de las pymes, que además ofrecen folletería de primera calidad para todos los visitantes.