La luna de miel de Macri y Juliana
Frente a todos la llamó “mi negrita hechicera” como una forma de explicar el amor que le despertó esa mujer que, en sólo siete meses, lo llevó al altar de nuevo y en su caso, por tercera vez. “Que esta sea la definitiva”, le decían sus amigos a Mauricio Macri (51), un poco en broma y otro tanto como expresión que llame a la buena fortuna. Su casamiento con la diseñadora Juliana Awada (36) se había convertido en “la boda del año” y allí, en Tandil , novios e invitados esperaban con entusiasmo un festejo con aire de campo, pero lleno de romanticismo.
El lugar elegido para mimarse y quizá, según los deseos de la pareja, para buscar a ese hijo tan deseado, fue el espectacular hotel The Tides Riviera Maya, en donde la combinación de sus jardines tropicales y once kilómetros de playas de arena blanca y aguas turquesas lo vuelven todo un edén de relajación.
Ubicado a 10 kilómetros al norte de Playa del Carmen y a 60 al sur de la ciudad de Cancún, el Tides ofrece los servicios de un lujoso spa, un restaurante que ya ha obtenido importantes reconocimientos gracias a su propuesta vanguardista de “Cocina Mayaterránea”, y la ambientación más romántica para compartir un atardecer en pareja El martes 30 de noviembre, CARAS descubrió de forma exclusiva a los recién casados en pleno desayuno Lejos de todo estrés, la pareja preparaba su regreso a Buenos Aires, para ese mismo día Luego de pasar por Miami, su avión los depositó en Argentina 24 horas después Pese a que su soñada “Honeymoon” había concluido, y aún con arena en sus zapatos, Macri se mostró sonriente y listo para ir desde Ezeiza a su despacho de trabajo Y aunque ninguno de los esposos lució las alianzas matrimoniales, el motivo es conocido: tanto a Mauricio como a Juliana les molesta usar anillos Con el amor y el corazón contento, basta