Bellas por naturaleza
Sin maquillaje ni Photoshop
Con y sin. En blanco y negro, la modelo Claudia Schiffer a cara lavada en Harper’s Bazaar; en color, con retoques.
Por Florencia Canale (Revista Veintitrés)
Mientras algunas notables exponentes del showbiz local reclaman la práctica del Photoshop en todas y cada una de las partículas de su experimentado cuerpo, la tendencia en el primer mundo –y sobre todo y como siempre, en el continente europeo– es la belleza al natural. Hace pocos días la revista Harper’s Bazaar lanzó un dossier titulado “Supernatural: Supermodels without make-up” (Supernatural: supermodelos sin maquillaje), donde expuso a nueve modelos del Olimpo fashion entre 38 y 44 años, como Dios las trajo al mundo. Y no con el cuerpo al desnudo, sino con la piel al viento. Sin ningún rastro de correctores en la cara: ni de los químicos –llámense bases, tapaojeras, máscaras, sombras de todos los colores habidos y por haber, rubores y labiales– tan caros a los afeites del género femenino, ni de los tecnológicos, adorados y casi obligatorios en estos territorios.
Kristen McMenamy, Cindy Crawford, Amber Valetta, Nadia Auerman, Shalom Harlow, Claudia Schiffer, Helena Christensen y Tatjana Patitz mostraron sus caras en fotografías en blanco y negro, dando el puntapié no inicial para naturalizar la moda de la realidad real. Algunas de ellas, sin embargo, no pudieron dejar de dar sus tips para lograr la belleza tan ansiada y enumeraron una artillería de productos de lujo del mercado del decorado facial. Otras, más valientes o tal vez portadoras de una seguridad más potente, hicieron gala del abandono. “Yo creo que las mujeres lucen mejor cuando son naturales”, explicó la alemana Auerman, de 38 años. Lo mismo piensa su coterránea de 43, Tatjana Patitz. “Yo creo en envejecer con gracia. No soy una fan de las inyecciones. No se sabe lo que llegarán a hacer en tu cara con el correr del tiempo.”
Nuestras top, en cambio, gustan de hacer uso y abuso de cuanta inoculación facial exista. Y no sólo las ex caminadoras de las pasarelas glamorosas. Las actrices, divas, señoras y émulas del mundo farandulero, gozan al momento de arrojarse en camillas restauradoras. Es muy común escucharlas intercambiar novedades del bisturí y demás abrasiones. Ellas acusan obligaciones del oficio. Pero no todas las mujeres de este lado del mundo siguen a rajatabla los designios de las rubias –en su mayoría– y pocas morochas que pueblan las páginas de las revistas del corazón. El dermo-cosmiatra de CL45, Carlos Lizardi, hace diferencias entre europeas y americanas. “La belleza más natural es una tendencia que viene de Europa. Las mujeres prefieren más que nunca hacer una inversión más fuerte en la salud de la piel, en productos orgánicos de alta calidad, y menos en make-up y bisturí. Hoy, los productos más efectivos son los naturales. En esta última década se usó un exceso de maquillaje y un overlifting. Sin embargo, hoy se prefiere una estética más real con tratamientos poco invasivos y agresivos.”
De cualquier manera, la revista norteamericana no fue la precursora en estas lides. Hace unos meses la francesa Elle demostró que las bellas son bellas siempre. En su portada vendió bajo el lema “Sin retoques, sin maquillaje” a la única Monica Bellucci –con sus más de 40 años– al natural. Adentro la acompañaron la top Eva Herzigova y la actriz Sophie Marceau. Todas como mujeres reales. La tendencia la marcó Francia, como es su costumbre dentro de la estética femenina. Poca prótesis, poca inoculación, poco quirófano y casi nada de acicale constante. Las señoras, como en la vida real.
Lo mismo sucede en el cine. Mientras las estrellas de Hollywood exceden por sus ungüentos superlativos en las caras, cuellos y pieles, las divas de la cinematografía europea se bancan las cámaras al natural. Hace algunas semanas se estrenó en Buenos Aires el espléndido film del director Philippe Claudel Hace mucho que te quiero, por el que ganó el César a la mejor ópera prima. La actriz Kristin Scott Thomas domina la escena durante las casi dos horas sin una gota de maquillaje. Cuando se le preguntó, a poco de estrenar, acerca de la decisión y su aceptación de mostrarse a cara lavada, la inglesa respondió casi sin mohínes que le parecía una obviedad y muy normal actuar de esa manera.
Aquí, mientras tanto, algunas señoras de las diversas escenas mediáticas no permiten cámaras si no hay luces adecuadas, o incluso, serían capaces de salir con careta a la calle.
Por otro lado, en Europa ha bajado el consumo de siliconas –que ya era muy inferior al mismo en la Argentina, Brasil y Estados Unidos–. La televisión local parece creer que si las señoritas que la pueblan no llenan su cuerpo de rotundeces siliconadas, no existen. Corsets, corpiños con aro, push-ups y algunos rellenos más pauperizados, hacen las delicias de las muchachas en edad de merecer. Más que nunca, en el Cono Sur, las féminas famosas sacan pecho como sea. Mientras que en otros continentes lo esconden. O cuando lo muestran, lo hacen sin histerias ni llamados de atención.
Harper’s Bazaar intenta reponer la tendencia que empezó a dibujarse a principios de año en el viejo continente. Habrá que preguntarse si el mercado de los afeites dormirá tranquilo o dará batalla sin cuartel. Botox, maquillajes correctores mágicos y cremas de todo tipo generan millones de trillones alrededor del globo. Mientras algunas señoritas preciosas se muestran divinas y a cara lavada en las páginas de las revistas de moda, otras, las mortales, quieren ser aquellas aunque sea por un minuto. Cueste lo que cueste, y detrás de la tendencia que se imponga.
Mientras algunas notables exponentes del showbiz local reclaman la práctica del Photoshop en todas y cada una de las partículas de su experimentado cuerpo, la tendencia en el primer mundo –y sobre todo y como siempre, en el continente europeo– es la belleza al natural. Hace pocos días la revista Harper’s Bazaar lanzó un dossier titulado “Supernatural: Supermodels without make-up” (Supernatural: supermodelos sin maquillaje), donde expuso a nueve modelos del Olimpo fashion entre 38 y 44 años, como Dios las trajo al mundo. Y no con el cuerpo al desnudo, sino con la piel al viento. Sin ningún rastro de correctores en la cara: ni de los químicos –llámense bases, tapaojeras, máscaras, sombras de todos los colores habidos y por haber, rubores y labiales– tan caros a los afeites del género femenino, ni de los tecnológicos, adorados y casi obligatorios en estos territorios.
Kristen McMenamy, Cindy Crawford, Amber Valetta, Nadia Auerman, Shalom Harlow, Claudia Schiffer, Helena Christensen y Tatjana Patitz mostraron sus caras en fotografías en blanco y negro, dando el puntapié no inicial para naturalizar la moda de la realidad real. Algunas de ellas, sin embargo, no pudieron dejar de dar sus tips para lograr la belleza tan ansiada y enumeraron una artillería de productos de lujo del mercado del decorado facial. Otras, más valientes o tal vez portadoras de una seguridad más potente, hicieron gala del abandono. “Yo creo que las mujeres lucen mejor cuando son naturales”, explicó la alemana Auerman, de 38 años. Lo mismo piensa su coterránea de 43, Tatjana Patitz. “Yo creo en envejecer con gracia. No soy una fan de las inyecciones. No se sabe lo que llegarán a hacer en tu cara con el correr del tiempo.”
Nuestras top, en cambio, gustan de hacer uso y abuso de cuanta inoculación facial exista. Y no sólo las ex caminadoras de las pasarelas glamorosas. Las actrices, divas, señoras y émulas del mundo farandulero, gozan al momento de arrojarse en camillas restauradoras. Es muy común escucharlas intercambiar novedades del bisturí y demás abrasiones. Ellas acusan obligaciones del oficio. Pero no todas las mujeres de este lado del mundo siguen a rajatabla los designios de las rubias –en su mayoría– y pocas morochas que pueblan las páginas de las revistas del corazón. El dermo-cosmiatra de CL45, Carlos Lizardi, hace diferencias entre europeas y americanas. “La belleza más natural es una tendencia que viene de Europa. Las mujeres prefieren más que nunca hacer una inversión más fuerte en la salud de la piel, en productos orgánicos de alta calidad, y menos en make-up y bisturí. Hoy, los productos más efectivos son los naturales. En esta última década se usó un exceso de maquillaje y un overlifting. Sin embargo, hoy se prefiere una estética más real con tratamientos poco invasivos y agresivos.”
De cualquier manera, la revista norteamericana no fue la precursora en estas lides. Hace unos meses la francesa Elle demostró que las bellas son bellas siempre. En su portada vendió bajo el lema “Sin retoques, sin maquillaje” a la única Monica Bellucci –con sus más de 40 años– al natural. Adentro la acompañaron la top Eva Herzigova y la actriz Sophie Marceau. Todas como mujeres reales. La tendencia la marcó Francia, como es su costumbre dentro de la estética femenina. Poca prótesis, poca inoculación, poco quirófano y casi nada de acicale constante. Las señoras, como en la vida real.
Lo mismo sucede en el cine. Mientras las estrellas de Hollywood exceden por sus ungüentos superlativos en las caras, cuellos y pieles, las divas de la cinematografía europea se bancan las cámaras al natural. Hace algunas semanas se estrenó en Buenos Aires el espléndido film del director Philippe Claudel Hace mucho que te quiero, por el que ganó el César a la mejor ópera prima. La actriz Kristin Scott Thomas domina la escena durante las casi dos horas sin una gota de maquillaje. Cuando se le preguntó, a poco de estrenar, acerca de la decisión y su aceptación de mostrarse a cara lavada, la inglesa respondió casi sin mohínes que le parecía una obviedad y muy normal actuar de esa manera.
Aquí, mientras tanto, algunas señoras de las diversas escenas mediáticas no permiten cámaras si no hay luces adecuadas, o incluso, serían capaces de salir con careta a la calle.
Por otro lado, en Europa ha bajado el consumo de siliconas –que ya era muy inferior al mismo en la Argentina, Brasil y Estados Unidos–. La televisión local parece creer que si las señoritas que la pueblan no llenan su cuerpo de rotundeces siliconadas, no existen. Corsets, corpiños con aro, push-ups y algunos rellenos más pauperizados, hacen las delicias de las muchachas en edad de merecer. Más que nunca, en el Cono Sur, las féminas famosas sacan pecho como sea. Mientras que en otros continentes lo esconden. O cuando lo muestran, lo hacen sin histerias ni llamados de atención.
Harper’s Bazaar intenta reponer la tendencia que empezó a dibujarse a principios de año en el viejo continente. Habrá que preguntarse si el mercado de los afeites dormirá tranquilo o dará batalla sin cuartel. Botox, maquillajes correctores mágicos y cremas de todo tipo generan millones de trillones alrededor del globo. Mientras algunas señoritas preciosas se muestran divinas y a cara lavada en las páginas de las revistas de moda, otras, las mortales, quieren ser aquellas aunque sea por un minuto. Cueste lo que cueste, y detrás de la tendencia que se imponga.